Así lo ha considerado Esteban Cassin, vicepresidente de la Asociación de Incubadoras de Empresas, Parques y Polos Tecnológicos de Argentina, quien dictó en Mendoza una capacitación orientada a responsables institucionales y equipos gerenciales que desarrollen empresas innovadoras.
Mendoza es una de las pocas provincias del país que considera importante apoyar al movimiento de Incubadoras de Empresas. Esto ha sido destacado por el vicepresidente de la Asociación de Incubadoras de Empresas, Parques y Polos Tecnológicos de Argentina, Esteban Cassin, quien sin embargo se quejó el “tibio” apoyo que recibe el movimiento en general en el país.
Durante su exposición Cassin recordó el origen de la iniciativa emprendedora: “Sobre el tema de creación de empresas y formación de emprendedores la Argentina muestra una tradición bastante fragmentada. El movimiento de incubadoras en sí nació, como en el resto de América Latina, en la década de los noventa y fue básicamente un modelo universitario que no contó con demasiado apoyo oficial; no se visualizaba, hasta fines de los noventa y principios del 2000 , a esta herramienta como una variable útil para sostener el crecimiento y solo hubo algunos tibios programas de la Secretaria Ciencia y Técnica de la Nación que impulsaron a las denominadas incubadoras de base tecnológica”, rememoró.
Cassin, además es docente de la Universidad de San Martín, en Buenos Aires y fue quien dictó -junto a Pablo Sela, director de asuntos institucionales de la sociación que representa- el “Taller de Instrumentos no Tradicionales de Financiamiento para Pymes Incubadoras de Empresas, orientado a responsables institucionales y equipos gerenciales que desarrollen empresas innovadoras.
“Lo que se esta visualizando ahora es un apoyo nacional, tibio todavía, pero sostenido hacia articulación de programas de incubación en Provincias. Está Mendoza, claramente, Buenos Aires Santa Fe y prontamente, entendemos se sumará Córdoba”, se esperanzó.
Asimismo destacó que “en estos territorios cuentan con iniciativas de emprendedores en marcha y se observa voluntad de fortalecer las que existen y crear nuevas, siempre bajo una lógica de funcionamiento en red” subrayó.
Además puntualizó que “este paraguas de la red debe estar siempre presente en estos procesos y hace a la eficientización de los esfuerzos y los recursos. Por ejemplo, las incubadoras que se crean en las Provincias deben orientarse a especializaciones vinculadas con la economía del lugar y respondiendo, en consecuencia, a las demandas especificas de la zona. “También, se deben articular estrategias para que no se superpongan esfuerzos, esto es que en un mismo ámbito geográfico funcionen estructuras con iguales objetivos; es importante en estos casos trabajar con criterios de complementariedad”, observó.
“Esto”, precisó Cassi, “lleva también a un mejor uso de los recursos; formar un gerente, por ejemplo, es una tarea ardua, no es lo mismo que una incubadora quiera formar su gerente, a que las cinco incubadoras de una zona actúen colectivamente en la capacitación de las personas que van a gerenciar sus proyectos. Este último es un accionar inteligente que beneficia a todos”, manifestó.
Por otra parte, sostuvo que los proyectos incubados deben tener una fuerte inserción en las cadenas de valor y los planes estratégicos de desarrollo local.
“Si esta tendencia de facilitar estos instrumentos se mantiene es muy probable que en los próximos dos a cuatro años aumente de manera interesante el numero de incubadoras, de programas de formación de emprendedores y de parque tecnológicos”, remarcó.
Respecto a las dificultades para el desarrollo del movimiento de emprendedores en Argentina, aclaró que “en el largo plazo, creo que tienen que ver con al ambiente y el entorno. Cambios en la formación de las personas, en sus hábitos, en la forma de ver el l mundo”.
“En el corto plazo”, completó, “la Argentina no ha desarrollado la denominada industria del capital semilla, capital de riesgo o capital inteligente. Las empresas que nacen no resisten el crédito y son pocas las que acceden a un financiamiento legítimo, de largo plazo y que las espere hasta que crezcan. Este capital semilla tiene un desarrollo que, en general, es público, aun en las economías más liberales”, explicó.
“En consecuencia, hay una responsabilidad de quienes promueven las incubadoras y los parques para, a su vez, impulsar la creación de estos capitales alternativos, mas útiles a los fines del crecimiento, y que, por lo general, toman la forma de un subsidio público que cubre las primeras etapas de crecimiento de la empresa; esto implica no esperar que el emprendedor lo devuelva”, subrayó.
“Sí, hay otras etapas de la evolución empresarial en que resulta razonable que participen otros actores del sector privado y que exista un riesgo y una contraprestación por parte de un emprendedor que ya esta caminando y su actividad le está generando ingresos”, enfatizó.
Respecto a la articulación de este tipo de iniciativas con el mundo académico, el especialista la consideró como a un soporte técnico y científico. En ese sentido, Cassin que “hay universidades que tienen a los procesos de incubadoras y formación de emprendedores como una política institucional de la casa y la llevan adelante, pero, en la mayoría de los casos, como actividades marginales o secundarias”, dijo.
Sin embargo, dentro de ese marco, destacó la presencia de un movimiento creciente, orientado a crear “más unidades de vinculación tecnológica universitaria, más investigadores vinculados con empresas y más programas de formación de emprendedores dentro de la Universidad”, reclamó.
“A mi juicio, esto puede comprobarse, pero todavía falta velocidad en el armado de esta vinculación mundo académico, mundo empresario, y eso está directamente relacionado con la con la falta de recursos”, añadió.
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22 de noviembre de 2024