En el Noreste de Mendoza, concretamente en la zona del desierto de Lavalle, un equipo de investigación dirigido por el sociólogo Mario García Cardoni desarrolló el proyecto “Impacto de las condiciones socioambientales sobre patologías orales y salud general en los pobladores del Noreste de Mendoza” y descubrió a las claras que sí.
Como resultado de investigaciones anteriores, este equipo de la facultad de Odontología, financiado por la secretaría de Ciencia Técnica y Posgrado de la UNCuyo, encontró la presencia de daños en tejidos blandos, cuya causa podía ser el consumo de agua con arsénico en altas dosis, entre otros elementos tóxicos. Esto los llevó a asociar el estudio de la salud con situaciones de carácter ambiental en el lugar.
“En nuestro proyecto anterior, relevamos los datos sobre salud de la población del Noreste de Mendoza, sobre todo en relación a las condiciones de salud oral. En esta segunda parte continuamos con el relevamiento de la zona -desde lo odontológico y lo social antropológico- y lo asociamos a otras problemáticas que serían condicionantes, como lo ambiental -la relación con la tierra, el agua- además de las culturales que veníamos estudiando con la población originaria (que son los pueblos Huarpes). Intentamos en este sentido contribuir con aportes científico-técnicos desde el punto de vista de la salud, para el desarrollo sostenible y el ordenamiento territorial del espacio rural de la zona estudiada”, explicó García Cardoni.
La metodología con la que llevaron a cabo la investigación incluyó dos instancias: por un lado se continuaron los relevamientos en el área en cuestión, a través de instrumentos de recolección de datos cuantitativos, como odontogramas y la toma de muestras de agua de consumo de diferentes procedencias.
Por el otro, se implementaron técnicas cualitativas como entrevistas en profundidad con los pobladores. En ellas se indagó acerca de sus costumbres, hábitos en relación con su vida cotidiana, su percepción sobre los cambios ambientales y las consecuencias de éstos en la vida del lugar. También se establecieron relaciones con distintos referentes, entre quienes identificaron a efectores de salud y a jefes de las 11 comunidades que se esparcen en el área de secano.
Para realizar el estudio, el equipo partió de una concepción distinta de salud, desde lo social y no desde lo estrictamente individual, biologista y positivista. Desde esta perspectiva, se atiende a todos los aspectos sociales de la salud: la accesibilidad sanitaria, los problemas de la tierra, con el agua y hasta los problemas laborales; todos aspectos que tienen que ver con una mirada sociológica más amplia.
“Los Centros de Salud tienen apenas lo básico. Los profesionales que atienden en esa zona son escasos y hacen un esfuerzo muy grande para prestar la atención necesaria dentro de sus posibilidades. La odontología urbana ha avanzado a perfeccionamientos hasta hace unas décadas inimaginados y sin embargo en las áreas no irrigadas de Lavalle, es difícil practicarla sin equipos de Rayos X, sin posibilidades de realizar endodoncia, por mencionar algunas tecnologías utilizadas para salvar piezas odontológicas”, expresó el director del proyecto.
Uno de los problemas claves que encontró el equipo en el desarrollo de la investigación es el del agua, eje central para la vida.
“En este lugar encontramos hidroarsenicismo crónico, que se denomina así por la cantidad de arsénico que existe en el agua. Esto produce problemas de salud y ha sido comprobado por infinidad de investigaciones”, explicó el docente.
El Arsénico es un metaloide naturalmente presente en el aire, el suelo y el agua. Su presencia en el agua y en los alimentos para consumo humano, aun en pequeñas cantidades y a través de los años, debido a su poder acumulativo, es capaz de producir, en la persona predispuesta, serias lesiones en diversos órganos, entre ellos, la piel y las mucosas.
Luego de hacer este diagnóstico y averiguar cuáles son los intereses y las problemáticas de la zona, se comenzó a reconstruir su historia. En esta reconstrucción se advirtió que la zona del Noreste de la Provincia de Mendoza pasó de ser lagunas y sembradíos a una vasta zona semidesértica, por la construcción de los diques Cippoletti, Carrizal y San Juan (ya que las lagunas se alimentaban de los ríos San Juan y Mendoza) y en los últimos tiempos el Dique Potrerillos. Esto trajo consecuencias: por un lado, que el Río Mendoza en esa zona esté irremediablemente seco. Por el otro, que las actividades de subsistencia de sus pobladores desde hace unas décadas -la cría de ganado caprino y vacuno en algunos casos, la producción de artesanías y la explotación del junquillo- se dificulten cada vez más.
Si bien el gobierno ha intentado paliar la falta de agua de consumo humano con una cañería instalada desde un pozo de Gustavo André hasta San Miguel, por un lado, y San José por otro, el caudal no es suficiente y la provisión se corta en muchas ocasiones durante semanas. Hay una gran parte de la población que sigue tomando agua de los pozos balde, que son pozos de alrededor de diez metros de profundidad, sostenidos por palos, de donde sacan agua subterránea con ayuda de animales con un sistema de roldanas.
“Justamente por esto, nosotros postulamos una relación directa entre las condiciones socio-ambientales, culturales, económicas y la salud”, afirmó García Cardoni.
“Actualmente, ya tomamos las muestras de agua, las analizaron en el instituto de la facultad de Ingeniería y tenemos los resultados. Todas exceden los cánones internacionales permitidos (hasta los pozos de agua de las escuelas). Por esto, nosotros promovemos la necesidad que sea una zona declarada con hidroarsenicismo crónico. Esto podría generar políticas para enfrentar esta situación y proteger a sus pobladores, pero aún no hemos logrado que se apruebe la ley. Si bien ya ha sido presentada, tiene media sanción y está a la espera de su definitiva aprobación en la Legislatura Provincial”, concluyó el investigador.