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La ciencia argentina vivió el mejor año de las últimas 4 décadas

29 de diciembre de 2008, 16:42.

La ciencia argentina empezó a vivir un buen momento en 2008 tras cuatro décadas en las que se expulsó a los investigadores por causas políticas o se los dejó casi sin apoyo financiero para sus trabajos, según destaca la prestigiosa revista británica Nature recientemente. Se consiguió, además, que 600 científicos emigrados retornasen.
 
Se construyen y amplían laboratorios para recibirlos y se hacen acuerdos para que los que ya estaban y los que vuelven trabajen con investigadores del exterior. A su vez, más jóvenes tienen mayores posibilidades de conseguir becas para formarse.

La revista remarca como un hito a la creación del Ministerio de Ciencia, la Tecnología y la Innovación Productiva el año pasado. El organismo, a cargo del científico Lino Barañao, significó un cambio que permitió poner a la actividad científica y tecnológica en la agenda presidencial semanal.

Aunque todavía es sólo una promesa que el gasto en ciencia y tecnología alcance al 1% del PBI: se espera conseguir en 2010. En 2007 ese gasto sólo llegó a 0,66% (Brasil, en cambio, supera al 1%).

Las señales de cambio son valoradas también por especialistas argentinos en política científica consultados. "Este año se dieron consolidaciones que condujeron a que más científicos vuelvan porque perciben estabilidad, aun cuando el apoyo financiero sea modesto. También se fortaleció la cooperación con investigadores de otros países y el trabajo en equipo", dijo Carlos Abeledo, ex presidente del Conicet y vicepresidente de la Asociación Civil Ciencia Hoy.

De visita por el país para dictar un curso en el Instituto Leloir, Marcelo Kazanietz, indicó "la calidad de las investigaciones realizadas en la Argentina mejoró notablemente. Sin dudas, los científicos que han vuelto han empezado a aportar nuevas ideas. Esperemos que todo tenga continuidad". Aquí, un resumen con los 10 logros de 2008.

A puro dinosaurio

El paleontólogo Fernando Novas (uno de los argentinos más prestigiosos en ese campo de investigación) estaba acostumbrado a toparse con dinosaurios, pero nunca se había sorprendido tanto como cuando halló a Austroraptor. Este animal fue uno de los dinosaurios raptores más grandes del mundo.
 
Habitó la Patagonia argentina hace unos 70 millones de años y perteneció a la familia de los dinosaurios carnívoros dromaeosaurios, a los que informalmente se conoce como "raptores".

Sus medidas también fueron intimidantes: tenía 6 metros de largo aproximadamente. Con el apoyo de la Nacional Geographic Society, el Conicet, y también de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Técnica, el equipo de Novas pudo dar con los restos fósiles de ese dinosaurio cuando estaba excavando en la localidad Bajo de Santa Rosa, en la provincia de Río Negro.

El animal de brazos cortos y cuello en forma de "S" fue pariente cercano de otros ya descubiertos, como el Neuquenraptor y el Unenlagia comahuensis.

El numeroso y dedicado equipo de Novas estuvo integrado por Diego Pol, Juan Canale, Juan Porfiri y Jorge Calvo. La reconstrucción del esqueleto, otro trabajo arduo, estuvo a cargo de Marcelo Isasi y colaboradores.

Yogur benéfico

En Tucumán, Graciela Font de Valdez y su equipo del Centro de Referencia para Lactobacilus del Conicet querían ver que sus estudios no terminaran sólo en buenos informes. Precisaban ayudar a los sectores con menos recursos. "Creemos que la ciencia es un bien social", dijo.

Entonces, consiguieron desarrollar el "Yogurito", un yogur prebiótico que incluye tres bacterias beneficiosas para los chicos. "Estimula el sistema inmune y previene las infecciones respiratorias e intestinales. Este año logramos que 56.000 chicos de Tucumán lo consuman gratuitamente en varios de los comedores escolares", explicó Font de Valdez.

Bacteria, al descubierto

En 2008, científicos de una empresa privada y de instituciones públicas le presentaron a la presidenta Cristina Fernández, los resultados de la primera decodificación de una bacteria que es capaz de crecer a temperaturas cercanas al punto de congelación en la Antártida.

Esto podría aportar pistas para desarrollar medicamentos o hacer mejoras en los procesos para conservar alimentos. La bacteria, Bizionia argentinensis, había sido descubierta por la Dirección Nacional del Antártico-Instituto Antártico Argentino y la empresa biotecnológica Biosidus.

Por qué falló una vacuna

Un misterio surgido en los Estados Unidos hace 41 años se aclaró este año en el barrio porteño de Flores. Nadie había podido explicar por qué en 1967 había fallado una vacuna contra la bronquiolitis al punto que hizo que se agravara la enfermedad e incluso provocara dos muertes.
Un equipo de científicos argentinos, liderado por Fernando Polack, director ejecutivo de la Fundación Infant en Buenos Aires y profesor de la Universidad Johns Hopkins en los Estados Unidos, encontró la respuesta, que fue publicada como un trabajo de investigación en la revista científica Nature Medicine a principios de diciembre.

Para investigar, su equipo hizo experimentos en ratones y luego volvió a estudiar los tejidos conservados de los chicos afectados en 1966. Así llegaron a descubrir que el fracaso de la vieja vacuna era una falta de "afinidad" con el organismo. Porque no estimulaba unos receptores llamados Toll, por los cuales el cuerpo humano puede quedar protegido contra el virus que causa la bronquiolitis.

La Máquina de Dios

En setiembre, se estrenó la "máquina de Dios" en la frontera entre Suiza y Francia. Se trata del Gran colisionador de hadrones, el acelerador de partículas más grande y energético del mundo. La Argentina está presente en ese emprendimiento histórico a través de físicos, como Teresa Dova y Ricardo Piegaia, e ingenieros como Mario Benedetti y Daniel Carrica.
 
El colisionador permitirá conocer -como nunca antes- la materia primordial que forma parte del Universo. Pero también podría aportar aplicaciones, como una Internet más rápida o mejoras en los trenes bala.

Observatorio malargüino

Algo está lanzando partículas a energías increíbles por el Universo. ¿De dónde provienen estas partículas, llamadas rayos cósmicos? El Observatorio Pierre Auger, en Malargüe, se terminó de construir este año para dar otro paso adelante en la comprensión de nuestro Universo. La obra había comenzado en el año 2000.
 
"Estimamos que la fuente de los rayos cósmicos podrían ser agujeros negros, pero nos queda mucho por analizar", contó Alberto Echegoyen, director del observatorio, que forma parte de una colaboración entre 17 países.

El observatorio ocupa 3.000 km2 a cielo abierto. Tiene 24 telescopios y 1.660 detectores de superficie. Así era lo que habían planeado, pero durante la construcción se empezaron a hacer detecciones de rayos cósmicos y los científicos se dieron cuenta de que necesitarán otro tipo de herramientas.

Por eso, el próximo año se empezarán a desarrollar detectores subterráneos, que se colocarán a 2 metros de profundidad y permitirán captar a los muones, que son partículas que forman parte de los rayos cósmicos. Mientras tanto, los investigadores que trabajan en el lugar ya crearon una nueva rama de la astronomía.

Las otras ramas estudian los fenómenos astronómicos al analizar las diferentes formas de radiación ultramagnética. El nuevo campo de la astronomía trabaja, en cambio, con las partículas cargadas.

Creencias argentinas

No había datos específicos que respondieran a este tema. Cuarenta años atrás, se había hecho un estudio científico para explicar las creencias religiosas, y en 2008 se pudo concretar nuevamente. Lo hicieron investigadores del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales del Conicet, la UBA, la Universidad Nacional Cuyo y la de Santiago del Estero, dirigidos por Fortunato Mallimaci.

Con una encuesta probabilística a 2.403 personas se reveló que 91 por ciento cree en Dios. El número de creyentes católicos bajó de 90 por ciento a 76,5 por ciento. Un 9 por ciento se declara evangélico. El 70,8 por ciento dice que sus hijos deben elegir su propio credo.

Tras el gran Titán

El astrónomo César Bertucci es uno de los 600 científicos que la Argentina llegó a repatriar en 2008 y uno de los que juega en la liga mayor a nivel internacional. Tiene 34 años y lideró un estudio inédito sobre Titán, el mayor satélite del planeta Saturno. Es ahora investigador del Conicet y de la Universidad de Buenos Aires. Bertucci estudió astronomía en la Universidad Nacional de Córdoba y se fue a Francia a hacer un doctorado en la Universidad Paul Sabatier.

Hasta que se mudó a Inglaterra en 2004 y se unió al equipo que analizó los datos conseguidos por la sonda no tripulada Cassini al pasar cerca del satélite Titán, que orbita alrededor del planeta de los anillos. Bertucci se convirtió así en el líder de un equipo de científicos de diferentes instituciones de Inglaterra, los Estados Unidos, Suecia y Alemania.

Y los resultados de la investigación que alcanzó son tan destacables que fueron publicados el viernes en Science. Consiguieron medir por primera vez la capacidad que tiene el satélite para retener el campo magnético del planeta Saturno. Desde Buenos Aires, Bertucci conserva su posición laboral en la misión Cassini, un proyecto de la NASA y de la agencia espacial europea, ESA.

El cielo no puede esperar

En 2008, el lanzador de satélites adquirió un mejor color. Se trata del Tronador II, que la Comisión Nacional de Actividades Espaciales está desarrollando con ingenio y esfuerzo. Al mismo tiempo, sus investigadores y técnicos se concentran en el desarrollo de satélites, como el SAC-D /Aquarius y la serie Saocom. Hasta ahora, la agencia espacial argentina lanzó los satélites desde inyectores de los Estados Unidos.

Al contar con el Tronador II, que se testeó en 2008, podrá colocar los futuros satélites en órbita a partir de 2012. "Este cambio permitirá que ecólogos, expertos en emergencias o investigadores médicos trabajen más en conjunto y hallen usos inesperados a los satélites que lanzaremos", dijo Conrado Varotto, el director ejecutivo de la agencia. CC

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