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La cultura del mate

Más que una bebida, el mate es la infusión por excelencia en Argentina. Historias, lenguajes y significados que caracterizan a esta costumbre que conecta a generaciones de argentinos.

14 de abril de 2005, 15:35.

Si alguien le preguntara a un argentino que se encuentre en el extranjero qué es lo que más extraña de Argentina –sin mencionar el asado- seguramente contestaría el mate. Y es que el mate se convirtió en algo mucho más importante que una simple infusión. Es la bebida argentina por antonomasia, esa que reúne a todos sin importar el dónde, el cuándo ni el porqué.

El mate logró insertarse en todos los lugares, incluso en aquellos que, hace algunas décadas, se hubiera visto con malos ojos. Por ejemplo, el ámbito universitario. “Está bueno que los profesores nos permitan traer el mate; algunos hasta nos piden que les demos algunos”, dijo Julieta, estudiante de Sociología de la UnCuyo. “Al tener el mate, aguantamos mejor cuando tenemos que estar muchas horas en clase, sobre todo en invierno”, afirmó Laura, de Políticas.

La tradición del mate también venció las barreras de clases sociales y las brechas generacionales. En la actualidad, el té y el café dejaron de caracterizar a la clase alta y al mate a las clases bajas. De igual manera, esta bebida ya no está reservada como patrimonio de los adultos, sino que los niños y jóvenes se están acostumbrando a las rondas de mate en reuniones familiares y sociales. Y es que si se puede destacar una característica como típica del mate, es el poder para hacer participar a todos, la oportunidad para compartir.

La aparición y posterior consumo de la yerba mate se remonta, según las leyendas, a los tiempos en que los indios vivían en tribus y no conocían la existencia del hombre blanco. Cada leyenda presenta una fantasía diferente, pero con un nexo en común: el surgimiento de la yerba como premio por la hospitalidad con que los aborígenes recibían a los forasteros, convirtiéndolos en huéspedes de honor.

Tiempo después, el mate se asoció con el sector rural, hasta que llegó a las ciudades y se masificó su consumo, creando un lenguaje y refranes propios. Lo cierto es que no importa la ocasión, el motivo o las circunstancias, y se le puede preguntar a cualquier argentino: cualquier excusa es buena cuando un grupo se reúne para disfrutar de unos mates.

Loana Isla Lacuey

I_isla@hotmail.com

Departamento de Cultura.

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