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La cultura del miedo

Los grupos neonazis son cada vez más numerosos, violentos y agresivos. El movimiento más representativo es el ‘Skinheads’. La música e Internet se han convertido en el hilo conductor de la ideología nazi.

05 de septiembre de 2005, 19:57.

Por Cristina E. Mancin

mancincristina@yahoo.com.ar

Hace algunos años se ha producido un rebrote neonazis a nivel mundial. Estos grupos son cada vez más numerosos, violentos y agresivos. Están compuestos por racistas que odian todo lo que sea diferente, particularmente la cultura y el color de piel.

El movimiento más representativo es el ‘Skinheads’, los denominados cabezas rapadas. Surgieron a finales de los años 60 en Gran Bretaña, como fusión entre los ‘hard mods’, ingleses proletarios, que estaban orgullosos de serlo, y los ‘rudeboys’, jóvenes inmigrantes de Jamaica, que aportaron sus raíces musicales, el Ska y el Reggae.

Para generar sentimiento de grupo, visten de manera similar, de forma paramilitar o de camuflaje, predomina el color negro. Llevan anillos, parches en sus ropas, colgantes y tatuajes con símbolos de su ideología. Se destaca la cabeza rapada en los hombres.

Organizan excursiones en carpas, torneos de fútbol, invitan a conciertos ilegales y a clubes para atraer adeptos.

La música se ha convertido en el hilo conductor de la ideología nazi, ya que siempre ha tenido un papel importante en la formación de la identidad de los adolescentes. Se ha convertido en un medio de propaganda, y es una de las herramientas de reclutamiento más eficaz.

El tipo de canciones que escuchan es la Oi!,  que se destaca porque es dirigida a jóvenes de clase obrera y es tocada por grupos de la misma clase social. Esta está dirigida a un público carente de ideología política, para así infiltrar su pensamiento. Los discos son distribuidos de manera clandestina, ya sea por correspondencia o a través de Internet.

Si bien en la mayoría de los grupos no permiten o no están de acuerdo con la participación femenina, existen casos en donde ellas forman parte del movimiento. En los últimos años, con la finalidad de asegurar la continuidad de la ideología, muchos grupos han empezado a aceptar el reclutamiento de mujeres y niños.

Las mujeres generalmente tienden a no participar de estos grupos por la violencia incluso interna que predominan en algunas estructuras, como por ejemplo en la de los skinheads.

Para Oliver Geden, politólogo y periodista, “el 90 % de los integrantes de los grupos neonazis más extremos son varones. Y la participación de las mujeres va desde ese       10 % hasta un 30 % en agrupaciones más moderadas.”

Alrededor del 2 % de las agresiones son realizadas por las mujeres. Algunos de los argumentos para que éstas no participen de los ataques es que no es trabajo para que ellas realicen porque son tareas de hombres.

Existe un alto grado de violencia contra la mujer. Son violentos en su entorno familiar, contra sus novias, sus esposas y sus hijos. Siguen la idea de que la mujer solo sirve para concebir niños. Como sostenía Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi, quien escribió en su libro en 1928, “La mujer tiene la obligación de ser hermosa y traer hijos al mundo. Esto no es tan crudo y antimoderno como parece”.

La cultura nazi tiene una potencial recepción en Internet. La red es utilizada para exponer sus ideologías, la supremacía de la raza blanca. A través de ella, reclutan seguidores, chatean, venden y compran música, ropa y todo tipo de accesorios con símbolos nazis. Sirve para reunirse, aunque sea virtualmente, y organizarse.

Existen páginas que ofrecen videos de iniciación con discursos de los líderes de las organizaciones nazis. También se encuentran en la red páginas personales que intercambian experiencias personales con el propósito de crear sentimiento de comunidad.

En la actualidad no puede decirse cuantas páginas racistas existen, debido a que se esconden bajo direcciones de aparente insignificancia. Constantemente cambian para no ser localizados por las autoridades.  

Las medidas oficiales contra los neonazis son diversas, desde la creación de una ‘cyberpolicia’, la prohibición del movimiento, o la denuncia contra buscadores de Internet que albergan sitios que subastan insignias racistas.

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