Brian De Palma no estrenó una obra maestra, pero casi. Su "Mujer fatal" tiene algo de originario que la vuelve tan anacrónica como fascinante,
hipnótica e inolvidable. Ficción depurada, sin reflexiones, ficción desnuda y espectacular que remite al génesis mismo del cine.Una pequeña joya que la convierte en uno de los mejores largometrajes del 2003.
Cuando los hermanos Lumiere estrenaron sus cortometrajes en el pequeño sótano de "El café de París" jamás imaginaron que se trataba de la premier mundial del entretenimiento más popular del siglo XX.O casi. Newton vio su potencial comercial inmediatamente, pero George Meliés, gracias a su influencia con las artes escénicas y plásticas, le dio el carácter de espectáculo. Los Lumiere inventaron el documental, pero la ficción no llegó hasta 1903.A pesar de Charles Dickens, el reinado de la novela literaria tenía los días contados en lo que respecta a su prestigio popular. Una muy desleal competencia "cinematográfica" estallaba inalcanzable en masividad e inventiva. La realidad retratada, superior a la fotografía, superior a todo lo experimentado visualmente y que pronto sería tan universal como ningún otro medio de comunicación, luego aplacado por la televisión, que no era más que una reproducción del cine pero con las ideas mejoradas de Newton, Lumiere y Meliès. Entretenimiento, documental y arte.La televisión, el invento más importante de la década de los 50 después de la penicilina, no hizo más que contratar a desempleados de los estudios de Hollywood.Obras maestras de la ficción de un cúmulo variado de géneros comenzaron a ser transmitidas por "la caja boba". Ese cine matineé vio Brian De Palma de adolescente. Aventuras dominadas por la lógica de un mundo verosímil y manipulados por las leyes del formato del film noir, el western, la comedia romántica, el gangster, el cine clase B de sub-géneros emergentes como el terror bizarro, el erótico y el explotation.
Brian De Palma tuvo una imaginación tan fértil como su memoria cinematográfica.Todas las películas de Hitchcock, Lubitsch, Wilder, Kapra, Chaplin y un larguísimo etcétera conforman su educación académica. Y se nota en cada una de sus películas, tanto las pequeñas como las grandes, a esta altura separadas idílica y conceptualmente por una precaria línea entre la crítica y las recaudaciones de taquilla, que tanto importaban, o importan en el cine desde el estreno de "Carrie", "Christie", "Vestida para
matar","Doble de cuerpo", etc.
¿Por qué lo odian ahora los críticos después de ser catapultado al podio de los dioses con éxitos como "Los Intocables" y "Misión Imposible"?¿Porque sus películas sofisticadas no recaudan lo suficiente?¿Porque no supo adaptarse a las exigencias de los espectadores neuróticos del siglo XXI?¿Porque su estilo seudopersonalizado y sus largos planos secuencias son recursos ya demasiados gastados?¿Porque se fue enojado de Hollywood a filmar como un resentido producciones que ya nadie quiere financiar? Podría desarrollar muchas hipótesis al respecto, pero hay una sola verdad en esta perspectiva: la certeza de que la crítica se vuelve tan susceptible a las grandes corrientes de estilo de los periodistas contemporáneos que termina convirtiéndose en un discurso tan vulgar, elemental y homogéneo como los que se transmiten en los medios más vulgarizados, simples y elementales de todo lo que dicta la moda de los medios de comunicación masivos.
Su última realización "Femme fatale" fue devastada en la prensa norteamericana, la tacharon de aburrida, repetitiva y simplona. Afirmaron
que De Palma está viejo y desprestigiado como para tener las ínfulas de jugar al enfant terrible. Hay que pegarle fuerte a De Palma, porque es un caprichoso, porque "Ojos de serpiente" y "Demente" no aportaron nada, porque no quiso adaptar un cómic, porque no cede ante las imposiciones de las estrellas adolescentes que protagonizan infinitesimales secuelas.
A pesar de repetir la vieja y trillada idea de subgénero del desdoblamiento de la personalidad, mucho menos sofisticado que en manos de
David Lynch, pero estilísticamente más depurado y figurativo.Es decir, más obvio incluso que Hitchcock y bastamente inteligible para las masas. Su "Femme fatale" no aporta nada nuevo al tema, pero se goza con su elegante diégesis que remite a la base misma del origen del cine. Porque justo en su mujer está el símbolo de la fatalidad de Meliès; haber creado un monstruo, un puro entretenimiento artísticamente sofisticado. Véala, por más que sienta su incómoda obviedad, su exasperante previsibilidad. La va a disfrutar porque precisamente defiende de manera contundente una falacia antológica de la teoría; que el cine no está obligado a ser una expresión de la metafísica, la poética figurativa o un reflejo de la profundidad humana. Esto es cine primario, hecho sin aleccionamientos ni aprendizajes moralizadores ni éticos.
Es interesante advertir porque este resurgir del cine primogénito está consolidándose en directores independientes y subgenéricos. El "Kill
Bill" de Quentin Tarantino es un ejemplo paradigmático de este revés al entretenimiento que tanto defendió Meliés, allá en los años cuando el cine ni siquiera tenía una teoría griffithiana que la formalizara. Disfrútela como
un adolescente, como un cine de barrio.
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1 de noviembre de 2024