Especialistas locales opinan que la muerte de Raúl Alfonsín revalorizó su lucha por defender la democracia.
Varios sociólogos mendocinos interpretan que la muerte de Raúl Alfonsín puso en valor en la conciencia de los argentinos al ex presidente, en cuya figura encarnan la lucha por el regreso y la defensa de la democracia y un tipo de hacer política que, más allá de los aciertos y desaciertos de su gestión, escasea en la actualidad.
Así leen la masividad con que los dolientes asistieron a su velatorio en el Senado de la Nación y a su sepelio en el cementerio de la Recoleta, sin distinción de banderas políticas, edades y estratos sociales. Una movilización popular y autoconvocada que no se veía desde la muerte de Juan Domingo Perón, según los medios capitalinos.
En Mendoza, ese fenómeno pudo apreciarse en los avisos fúnebres de los diarios. Además de los publicados por las instituciones y referentes políticos, se vieron participaciones personales y de familias locales.
El sociólogo e investigador de opinión pública Enrique Bollati está convencido de que si se hubiese hecho una encuesta hace una semana habría surgido que Alfonsín no era la figura política más prestigiosa. “De hecho, se le achacan muchos errores que no fueron de su gestión, que la gente confunde –expone–. Sin embargo, creo que su muerte hizo que se revalorizara que como presidente tuvo muchos actos de valentía e intenciones y, fundamentalmente, que representa la transición y el advenimiento de la democracia”.
Para Marcela Hurtado, titular de la cátedra de Sociología de la Carrera de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo, los argentinos hacen una valoración de todo lo que pueden hacer hoy y que, previo a la presidencia del radical, no podían. “Eso simboliza Alfonsín: tengo la libertad –expresó–. Simboliza el derrocamiento de un sistema político totalitario y no democrático y la presentación de una nueva opción a la sociedad argentina para entrar en un concierto de naciones con gobiernos legítimos”.
“Más allá de lo que la muerte puede suscitar, la gente percibe que gracias a él hoy tenemos libertad de opinar, pensar y sobre nuestras vidas”, acotó Hurtado.
Juan Carlos Aguiló, decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo (FCPYS), dijo que al releer los discursos de Alfonsín, al margen de los errores de gobierno y las presiones que recibió por parte de diversos sectores, hizo hincapié en el valor de la democracia para construir una Argentina más justa y equitativa. “Y hoy hay un recuerdo de eso, un gran reconocimiento a alguien que contribuyó a pasar la tormenta de la transición entre la dictadura y la democracia”, agregó.
Graciela Cousinet, vicedecana de la FCPYS, interpretó que, con la paradoja de habérlese achacado por años la hiperinflación y el “poco claro” Pacto de Olivos, al momento de su muerte se produjo una simbiosis entre su figura y el gobierno constitucional. “La gente reconoce su valor por consolidar la democracia –señala–. Y hay muchos que recuerdan que su triunfo no sólo fue sobre la dictadura, sino que denunció el pacto militar-sindical, y ese fue el eje de su campaña”.
En busca de otro tipo de político
“En la gente hay necesidad de buscar un liderazgo político menos espurio y sin descrédito ante la opinión pública. Por eso, más allá de los errores que cometió, se está rescatando en Alfonsín la honestidad, la coherencia y la lucha por los ideales, que no se ven en los políticos de hoy”, comentó la socióloga Graciela Cousinet.
Marcela Hurtado consideró que en el inconsciente colectivo están las palabras de Alfonsín llamando al diálogo y repitiendo el Preámbulo. “Y la gente está valorizando que no se debe perder la democracia y avizorando que actualmente hay una concentración de poder, cuando Alfonsín proponía una apertura, una convivencia de partidos, de distintos modos de ver”, agregó.
Aunque no del todo de acuerdo con sus dos colegas, Juan Carlos Aguiló, decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo, sostuvo que “tal vez” las manifestaciones de los argentinos ante la muerte del ex presidente sean también “un signo de cierto cansancio de los ciudadanos por la posiciones tan extremas y violentas”.
“En la mirada hacia atrás pesan su condición ética: fue un presidente que no tuvo que ir a los tribunales y que promovió el respeto para enseñar a respetarnos”, acotó.