L a migración pone un sello de dramatismo a la crisis del Ecuador. Los archivos oficiales no pueden dar una cantidad exacta, pero algunas de las numerosas Organizaciones No Gubernamentales dedicadas al tema señalan que no menos de tres millones de ecuatorianos han salido del país, especialmente desde 1979 cuando el gobierno demócrata-cristiano encabezado por el abogado de origen libanés, Jamil Mahuad, decretó la implantación del dólar como moneda oficial del país.
La migración desde este país andino no es nueva. Históricamente el destino para centenares de miles de ciudadanos de todas las regiones del país fueron los Estados Unidos de América, donde habitan no menos de un millón y medio de ecuatorianos, especialmente en Nueva York. Otros han ido a Venezuela, Chile, Israel, y Canadá.
Pero una especie de desangre de dimensiones inéditas se ha registrado desde que el dólar desalojó al Sucre como moneda oficial. El destino ahora es Europa y especialmente España a donde al parecer han llegado casi un millón de ecuatorianos. Trabajan no precisamente en oficios calificados ni en profesiones reconocidas, sino en las actividades más humildes que ya los españoles no quieren realizar, como albañilería, quehaceres domésticos, cuidado de ancianos, recolección de cosechas, mensajerías, y mil ocupaciones más, de paso mal remuneradas y muchas de ellas clandestinas y peligrosas. Plazas y parques españoles, italianos y en medio mundo son los escenarios para virtuosos cantantes y músicos de ritmos folklóricos latinoamericanos que muchas veces están acompañados de artesanías andinas, provenientes especialmente de Otavalo, ciudad indígena al norte del Ecuador.
La ecuatoriana es la segunda comunidad extranjera más numerosa en España luego de la marroquí, a pesar de los miles de kilómetros de distancia, océano Atlántico de por medio. No obstante, los sucesivos gobiernos de Quito no han podido establecer acciones de apoyo desde su embajada, con lo que problemas como el de familias incompletas, maltrato y discriminación, trata de blancas, estafas, coyoterismo (individuos dedicados a exportar migrantes), doble nacionalidad, son muy mal atendidos. Esto ha dado paso a la iniciativa de iglesias, ONGS., gobiernos extranjeros, empresas privadas, no siempre con buenos y transparentes resultados.
Mientras tanto poco a poco se configura un perfil del migrante ecuatoriano: persona de escasos recursos, no analfabeto, de extraordinaria capacidad de trabajo, muchas veces de origen indígena que domina precariamente el castellano, y que destina una parte importante de su salario a mantener a su familia.
Hay tantos migrantes ecuatorianos en España que su economía ha debido tomar nota de los inocultables beneficios que comporta una enorme masa laboral que ahora cotiza y rejuvenece la seguridad social, que refuerza los negocios de la banca, y saca de la bancarrota a las empresas aéreas que ofrecen hasta dos y tres viajes diarios de Guayaquil o Quito hasta Madrid. Un vuelo de Air Europa con destino a Quito para el 4 de julio registra el 99 por ciento de ocupación.
El proceso de normalización de los migrantes emprendido por el gobierno de Zapatero arrancará docenas de miles de empleos sumergidos con lo que tendrá un fuerte impacto en varios consumos, analiza el diario El Comercio, de Quito. Así por ejemplo el Banco de Bilbao ha dicho que invertirá 20 millones de euros en nuevos servicios destinados a este mal visto al comienzo pero prometedor grupo humano extranjero.
En el país de origen las cosas son muy desiguales. Miles de niños han sido dejados al cuidado de abuelos, tías o vecinos mientras sus padres viven muchas veces en condiciones indignantes, apiñados en cuartos minúsculos, durmiendo por turnos y trabajando hasta doce horas al día. Sus hijos son ahora casos de atención en las escuelas porque se muestran solitarios, de bajo rendimiento y usualmente con más dinero de bolsillo que sus compañeros. Los índices de suicidios en los adolescentes ha subido dramáticamente, especialmente en el caso de chicos hijos de migrantes que no pueden llevarlos hasta la Península.
El fenómeno de la migración es ahora para el Ecuador un problema que se añade a los muchos que le impiden el progreso, la independencia real y la soberanía.
Por Marco Villarruel Acosta (*)
APM
Desde Quito
(*) Periodista y académico ecuatoriano. Dirige el Taller Inicial de la Agencia Periodística del MERCOSUR en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador