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La Nación: Cada vez son más los argentinos que estudian chino

Negocios con una economía en expansión. Es la lengua que más hablantes tiene en el mundo. Su aprendizaje abre una puerta de entrada en el pasado y en el futuro. La matrícula comenzó a incrementarse hace un año

15 de noviembre de 2004, 13:31.

Para comprender una cultura milenaria o prepararse para hacer negocios con una economía en expansión, cada vez más argentinos se entusiasman con aprender chino, la lengua con más hablantes en el mundo, que, según intereses variados, algunos ven como una puerta de entrada en el pasado y otros, en el futuro.

Hace un año, antes de que se difundieran posibles acuerdos millonarios de intercambio con China, varias instituciones comenzaron a notar aumentos progresivos en los interesados en hablar chino, a medida que ese país iba instalándose en el escenario mundial como un gigante lleno de posibilidades.

Los nuevos entusiastas, que en general buscan agregar una habilidad al currículum -sobre todo en relaciones internacionales, comercio exterior, economía, hotelería y turismo- o prepararse para hacer negocios con China, se suman hoy a un interés cultural de más larga data en el país: el de quienes buscan comprender la filosofía oriental, acercarse a la literatura china y hasta leer el I Ching en su idioma original.

En cualquier caso, lo que todos los estudiantes comparten son las dificultades del idioma chino, con una fonética compleja -en la que los tonos cambian el significado de las palabras-, más de 50.000 caracteres que hay que aprender a dibujar y que no corresponden a letras, sino a conceptos, y una variedad de modos de armar oraciones.

Aprenderlo, dicen los docentes, exige paciencia y perseverancia -se calcula que hay que estudiar al menos dos años para poder adquirir habilidades básicas-, recuperar la capacidad de dibujar y hasta ser creativo para practicarlo fuera de las clases, donde no abundan las situaciones ni los materiales que lo hagan posible. Prácticos, muchos estudiantes admiten que aprovechan la compra en el supermercado del barrio para dialogar con los dueños en su idioma natal.

Supuesto aluvión de turistas

\"Tengo una agencia de viajes y me estoy preparando para el supuesto aluvión de turistas chinos. Y en 2008 quiero viajar a las Olimpíadas en Pekín\", dijo a LA NACION Fabio Negri, al término de su clase semanal de chino en el Centro Universitario de Idiomas (CUI) de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Allí, adelantaron en agosto último el lanzamiento de su Programa de Idioma Oficial Chino, inicialmente pensado para 2005, y, sorpresivamente, se anotaron 700 personas. Para los cursos intensivos de verano, en tanto, ya tienen 150 inscriptos. \"Estudiar chino implica un abordaje diferente del aprendizaje de un idioma. Pero, una vez que se atraviesan los primeros meses, donde trabajamos sólo con fonética, se abre la puerta a un idioma muy rico, que permite crear palabras para decir cosas\", sintetizó Fernanda Abella, licenciada en Relaciones Internacionales y muy occidental, quien se decidió a estudiar la lengua porque \"siempre pensé que era una apertura teórica y cultural a Oriente\".

Para Nancy Prado, otra estudiante, el interés por el chino no necesita mayor explicación. \"Es ilógico que no conozcamos nada del lugar donde vive el 20% de la población mundial\", dijo. \"Me interesa la filosofía china, el cine, quiero conocer su forma de pensamiento\", apuntó Adela Larreta, mientras varios estudiantes universitarios afirmaron que buscan distinguirse en el mercado laboral con un antecedente valioso.

Antes de aprender a dibujar los ideogramas, los cuatro primeros meses se dedican a la fonética, para acostumbrarse a sonidos y entonaciones que pueden cambiar el sentido de las palabras, y se trabaja con un alfabeto \"latinizado\", con nuestras letras -llamado pin yin-.

La escritura llega después, y con ella, la fascinación de muchos por una lengua que se dibuja. Así, el ideograma antiguo para decir \"bien\", por ejemplo, es la imagen de una mujer cuidando a un niño, que, como casi todos los caracteres, se ha ido simplificando con el paso del tiempo.

\"No fue difícil encontrar profesores, pero sí entrenarlos en el trabajo con grupos grandes y heterogéneos, en edad, formación e intereses\", apuntó Roberto Villarruel, director del CUI. El material de estudio es una dificultad adicional. En el CUI utilizan textos elaborados por la Oficina Nacional para la Enseñanza de Chino a Extranjeros, que hay que importar especialmente, y a los que ahora se agrega material de audio. Mientras se preparan para intensificar los vínculos con China, en el CUI arman encuentros con hablantes, ciclos de cine y, para el año que viene, un curso de cultura y protocolo para negocios.

Los cursos de chino ya tienen cuatro años en el Centro Cultural Rojas, donde llaman la atención sobre la alta tasa de abandono. \"Hasta fines del año pasado la gente se acercaba por curiosidad o interés por la cultura oriental, ahora los que vienen y los que más se quedan son gente de negocios que ve algún futuro en la cooperación. Son estudiantes de turismo, empresarios, gente que tiene clientes en China y necesita urgentemente hablar chino o lo ven como una inversión personal\", dijo, en perfecto castellano, Yi Yung Chao, nacida en China pero criada desde los 5 años en el país.

La docente afirmó que muchos de estos nuevos estudiantes están satisfechos con aprender cómo hablar y desenvolverse en situaciones cotidianas y no les interesa aprender a escribir o leer en chino. \"No es un idioma usual en la Argentina y cuesta encontrar situaciones para practicarlo fuera de la clase\", dijo Yi Yung Chao.

En la Cámara de Comercio Argentino-China, en tanto, este año dictaron siete cursos -para mayores de 21 años, con título secundario al menos-, con unos 20 alumnos cada uno, un crecimiento con respecto a otros años, y ya están armando un curso intensivo de verano y un entrenamiento específico para personal de hoteles.

Según contó su director ejecutivo, Ernesto Fernández Taboada, están recibiendo pedidos de empresas que necesitan profesionales argentinos que hablen chino. \"La mayoría de los que se acercan buscan un valor agregado en su carrera profesional\", dijo.

Del mundo empresario a todo público, mientras tanto, se abrió este año la Escuela China, una institución que dicta cursos desde 1996, y que siempre trabajó con grupos cerrados para empresas. \"Hace cinco o seis meses empezó a aumentar mucho el interés. En estas últimas dos semanas, además, se sumaron los curiosos y muchos padres que averiguaban para sus hijos\", dijo Andrea Ampalio. En la escuela afirman que \"con ocho meses no alcanza\", así que, sin ambigüedades, ofrecen un curso de cinco años de duración, \"que es lo que se necesita para aprender el idioma\", con 11 meses por año de clases y unas tres horas de estudio adicional requerido, como mínimo, a la clase semanal de una hora y media.

Direcciones útiles

A continuación, una breve guía de los lugares en los que se puede obtener mayor información sobre el aprendizaje del idioma chino

Centro Universitario de Idiomas (CUI) de la UBA, www.cui.edu.ar

Centro Cultural Rojas , www.rojas.uba.ar

Escuela de Estudios Orientales de la Universidad del Salvador, www.salvador.edu.ar/eeo

Cámara de Comercio Argentino-China , 4322-4965

Escuela China , www.escuelachina.com.ar

En el país se enseña el mandarín

Es la lengua oficial de China desde 1955

El chino que se enseña en la Argentina es el chino mandarín, la lengua oficial del país desde 1955, originaria de la etnia han, a la que pertenece el 90% de los habitantes del país.

Es una de las lenguas más antiguas del mundo -pues el origen de sus caracteres se remonta a 5000 años- y el único sistema ideográfico que sigue utilizándose hoy.

No es equivalente a las letras latinas, sino que cada ideograma expresa un significado. Para difundir su lengua en el exterior, y como muestra de la importancia estratégica que tiene la difusión de la lengua como paso simultáneo a la apertura económica, el gobierno creó la Oficina Nacional para la Enseñanza de Chino a Extranjeros, que se encarga, por ejemplo, de producir materiales de estudio y enviar profesores a otros países.

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