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La Nación: Crean un centro que conjuga la investigación privada y pública

Allí se trabajará en vacunas animales y en afecciones respiratorias humanas 

10 de noviembre de 2005, 13:22.

Desde hace más de veinte años, la Fundación Pablo Cassará impulsa la investigación en temas respiratorios y del sueño, y reúne a 40 médicos, farmacéuticos, químicos, biólogos y bioquímicos.
El Centro de Virología Animal (Cevan) trabaja en investigación básica y desarrollos tecnológicos con impacto en la producción pecuaria. Allí, 40 investigadores desarrollan vacunas y métodos de diagnóstico para la fiebre aftosa, estudian enfermedades que llevan el nombre genérico de fiebres hemorrágicas, como el virus de Junín, y desarrollan recursos humanos para el trabajo en vacunas antigripales y de hepatitis A.
Pero desde hoy ambos núcleos se unen en una experiencia inédita. Formarán un polo orientado a promover la biotecnología que conjuga la investigación pública y privada en un único espacio físico: el Centro de Investigación César Milstein, un homenaje al científico argentino que recibió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1984 por su descubrimiento de los anticuerpos monoclonales, un avance que inició una nueva era en la inmunología molecular y clínica.
El emprendimiento, que hoy al mediodía será inaugurado oficialmente, preserva la independencia de cada grupo, y fue posible gracias a un acuerdo entre la Fundación Cassará y el Conicet. Dispone de un predio de casi mil metros cuadrados con laboratorios bien equipados y áreas de bioseguridad y de cultivo de células.
"Aunque nosotros mantenemos nuestra libertad científico tecnológica -cuenta el doctor José La Torre, investigador del Conicet y director del Cevan-, se trata de sumar fuerzas y, en ese sentido, es un modelo muy interesante para el aprovechamiento de la ciencia por parte de la sociedad. Porque no se trata solamente de hacer papers famosos, sino de que nuestro conocimiento sea útil, aunque sea en pequeña medida."
Por su parte, Jorge Cassará, presidente de la fundación, estima que uno de los aportes más importantes del nuevo centro es que facilitará el entrenamiento y la formación de becarios, investigadores, y personal técnico o auxiliar. "Buscábamos una masa crítica para hacer más investigación básica -comenta-. Le pedimos una sugerencia al doctor Eduardo Charreau [presidente del Conicet] y nos contó que había que mudar el Cevan. Fue una oportunidad que no quisimos dejar pasar."
La Torre está contento no sólo porque las instalaciones (que se construyeron a un costo de quinientos mil pesos, aportados por el grupo privado) reúnen equipamiento de primer nivel, sino porque ya están estimulando el interés de otros grupos en sumarse al proyecto. Uno de ellos es el de las doctoras Patricia Marconi, Sandra Pitta y María Alejandra Alvarez, que emigraron de la Facultad de Farmacia y Bioquímica.
"Hay investigadores que trabajan en el país y en el exterior que ya manifestaron su interés en trasladarse", dice. El científico espera atraer a gente joven que continúe con las tareas que comenzaron hace más de 30 años en el centro que dirige.
"Aquí tienen espacio, también una dinámica de trabajo que va a combinar la ciencia básica con la ciencia aplicada -se entusiasma Cassará-. Yo aprendí que sólo hay dos clases de investigación, buena y mala. Lo importante es hacer de la buena."
Nora Bär

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