Los casos de mal de Parkinson, enfermedad del sistema nervioso que afecta las estructuras del cerebro encargadas de controlar y coordinar el movimiento, así como de mantener el tono muscular y la postura, se incrementan a medida que aumenta la expectativa de vida. Si bien los afectados son principalmente los mayores de 65 años, también pueden padecerla personas más jóvenes, como el actor Michael Fox, conocido por "Volver al futuro".
En las enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson y el Alzheimer, el funcionamiento de las neuronas se ve afectado por ciertas proteínas que se acumulan formando fibras en el interior de las células. Hay varias proteínas involucradas, una de las cuales es la alfa-sinucleína.
Lo que los investigadores acaban de descubrir es la manera en que esta proteína se acumula cuando entra en contacto con ciertas sustancias celulares denominadas poliaminas. "Estos compuestos pueden modular la propensión de la alfa-sinucleína a aglutinarse, lo que llevaría al daño celular", señala el doctor Claudio Fernández, investigador del Conicet, que acaba de publicar el trabajo junto con los equipos de los doctores Thomas Jovin y Christian Griesinger, del Instituto Max Planck de Química Biofísica, y de la doctora Elizabeth Jares-Erijman, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
Empleando resonancia magnética nuclear (RMN), los investigadores pudieron determinar en qué sitio específico de la molécula de alfa-sinucleína se unen las poliaminas. Estas últimas existen en todo el cuerpo, pero se encuentran en altas concentraciones en el cerebro.
El doctor Thomas Jovin, de paso por la Argentina, su país natal, destacó: "Lo interesante de la alfa-sinucleína es que en su estado natural carece de una estructura, a diferencia de las proteínas en general. De acuerdo con este estudio, existen interacciones entre regiones de la proteína que inhiben su agregación, pero ciertas reacciones, como por ejemplo la unión con las poliaminas, conducen a una aceleración de la agregación y a un desequilibrio del estado normal de la célula nerviosa".
Mecanismo esencial
La rigidez muscular, el temblor en las manos, las piernas y la mandíbula, la lentitud de los movimientos y la inestabilidad en la postura son las manifestaciones más evidentes de esta enfermedad crónica y progresiva, que fue descripta por primera vez en 1817 por el médico británico James Parkinson. A medida que el mal avanza, los pacientes tienen dificultades para caminar, hablar y realizar tareas sencillas.
Los síntomas son consecuencia de la degeneración y muerte de las células nerviosas productoras del neurotransmisor dopamina. La terapia habitual consiste en administrar L-dopa, una sustancia precursora de la dopamina. Pero después de una etapa de mejoría el paciente se vuelve insensible al tratamiento. "Conocer el mecanismo que origina esta enfermedad resulta indispensable para prevenirla o mejorar la calidad de vida del enfermo", afirma Jovin.
Dado que la alfa-sinucleína está implicada en la enfermedad, los investigadores se dedicaron a estudiar en detalle cómo se acumula y forma fibras. Para esto, apelaron a la espectroscopia de resonancia magnética nuclear, que permite conocer las propiedades de cada una de las unidades que constituyen la molécula.
Mediante esa técnica, identificaron el sitio específico de la unión entre la alfa-sinucleína y las poliaminas, y los cambios estructurales que se producen como consecuencia de esa interacción. "Esto sienta las bases para el diseño y desarrollo de fármacos para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson", subraya Claudio Fernández.
En el Instituto Max Planck, de Göttingen, Alemania, Fernández, otros argentinos y los colegas alemanes están profundizando los estudios sobre el papel de diversos factores en la agregación de la proteína con la alta resolución que ofrece esta técnica. Asimismo, por métodos de biología molecular y microscopia de fluorescencia otra investigadora argentina estudia cómo se comporta la molécula en vivo. "La intención es confirmar y extender lo que se ha observado in vitro", señala la doctora Jares-Erijman, investigadora del Conicet, que dirige una parte del grupo argentino desde su laboratorio en el Departamento de Química Orgánica de la FCEyN.
Jovin acota: "Argentinos como Claudio Fernández, un destacado especialista en estudios estructurales por resonancia magnética nuclear, están aprovechando en Göttingen el equipamiento de alta resolución que sería muy deseable tener en la Argentina".
Jovin no oculta que tiene su corazón todavía en nuestro país. "Vemos cómo se destacan los investigadores que vienen de la Argentina", dice, y agrega: "En general, los argentinos trabajan de una manera extraordinaria, tienen muy buena formación. Es un provecho enorme para la ciencia en Alemania". Por Susana Gallardo Centro de Divulgación Científica, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA