Fue durante la 1882a. reunión de la Academia de Ciencias y Artes de los Estados Unidos, que lo incorporó como uno de sus 24 nuevos miembros extranjeros. El cuerpo fue fundado en 1780 por John Adams y otros patriotas \"para cultivar cada arte y ciencia que pueda tender a hacer avanzar el interés, el honor, la dignidad y la felicidad de un pueblo libre, independiente y virtuoso\".
\"Fue realmente muy conmovedor -confiesa Jaim Etcheverry, recién llegado a Buenos Aires desde Boston- especialmente por la veneración del logro intelectual que imperaba.\"
La Academia Norteamericana de Artes y Ciencias, cuya fundación precede incluso a la creación de la confederación, reúne a muchas de las más influyentes personalidades del mundo y persigue, según sus propias normas, \"la unión de los que piensan y los que hacen\". La elección para integrarse a sus filas es, desde hace casi 225 años, uno de los más altos honores del mundo intelectual.
Jaim Etcheverry es uno de los científicos y docentes más destacados del país. Se graduó con honores en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y, a mediados de los años sesenta, se inició como investigador en neurobiología con el doctor Eduardo De Robertis, en el Conicet. Fue decano de la Facultad de Medicina y, en 2002, elegido como rector de la UBA. Amante de las artes y miembro de diversas academias locales, en 2001 recibió el Premio Maestro de la Medicina, ofrecido por la Academia Nacional de Medicina.
En la ceremonia, presidida por Patricia Meyer Spacks, hablaron Steven Beckwith, director del Space Telescope Science Institute, Richard Brodhead, presidente de la Universidad de Duke, Diane Wood, jueza de la corte de apelaciones de Chicago, Paul Sarbanes, senador del Estado de Maryland y Steven Hyman, neurobiólogo de la Universidad de Harvard.
\"Lo que más me impresionó fue la amplitud de los intereses humanos y el potencial increíble de la riqueza intelectual que congrega la academia -reconoce Jaim Etcheverry-. Nosotros tenemos una riqueza intelectual comparable, pero aquí carece de ese reconocimiento social. No estoy disconforme del ambiente intelectual que nos rodea, pero lo que uno ve ahí es que socialmente es muy valorado y eso dice mucho sobre la naturaleza del país y muestra la confianza de los creadores de Estados Unidos en el poder del intelecto.\" Y enseguida agrega: \"Por otro lado, haber sido elegido es algo que me trasciende. Muestra que, a pesar de las dificultades, se puede lograr el reconocimiento sin abandonar el país\".