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La Nación-Domingo 10: El 47,5% de los docentes quiere dejar de enseñar

La mayoría prefiere no estar más al frente de alumnos

María Eugenia tiene 46 años. En la escuela pública donde trabaja desde hace dos décadas, en La Plata, es una de las maestras más queridas y respetadas. Pero el afecto y el reconocimiento no le bastan: desde hace tres años quiere tomar un cargo de preceptora, fuera del aula y bastante lejos de los chicos y de los grandes.

El deseo de ella es compartido por casi la mitad de los maestros y profesores argentinos. Al responder a un cuestionario anónimo del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE), de la Unesco, el 47,5% de los 2384 docentes consultados prefiere dejar su puesto actual al frente de los alumnos y no enseñar más en la clase.

Cuando se les preguntó qué aspiraciones laborales y profesionales tenían para los próximos años, respondieron que preferirían ejercer cualquier otra actividad en el ámbito educativo (21%), ocupar cargos directivos y de gestión (20,5%) y dedicarse a otra cosa (6%). Los que anhelan mantenerse donde están representan el 42% y sólo el 3% quiere hacer lo mismo que ahora, pero en otra institución.

¿Cómo se explica que alguien que se preparó para educar quiera alejarse de los alumnos? ¿Por qué los maestros quieren huir del aula? Docentes, sociólogos y representantes gremiales consultados por LA NACION lo atribuyen al desgaste de los maestros, a los que hoy se les exige que, además de enseñar los contenidos de los programas, actúen como contenedor psicológico de los niños y de sus padres y asuman cada vez más responsabilidades administrativas. A eso se suma la imposibilidad de hacer carrera y aspirar a ascensos manteniéndose dentro del aula.

La pretensión de salir del aula es compartida por el 68% de los docentes peruanos, del 40% de los brasileños y del 36% de los uruguayos, que también participaron de la encuesta, cuyo alcance comprendió a casi 13.000 maestros y profesores de la región.

"Pocos maestros quieren seguir en su puesto actual porque para progresar deben dejar de ser lo que son. La actividad docente ofrece una estructura de cargos muy limitada: maestro, secretario, director, supervisor o preceptor. Es como si un cirujano que aspirara a progresar en lo suyo debiera ponerse a administrar el hospital", comentó Emilio Tenti Fanfani, investigador del Conicet, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y consultor del IIPE-Unesco.

Tenti Fanfani coordinó la investigación, realizada entre 2000 y 2002 también en Brasil, Uruguay y Perú, y cuyos resultados fueron publicados  recientemente por Siglo XXI Editores Argentina y Fundación OSDE con el título de "La condición docente".

Todos los profesionales consultados trabajan en escuelas urbanas de gestión pública y privada en los niveles inicial, primario y secundario. El mismo cuestionario que respondieron los maestros argentinos fue contestado por 2993 docentes uruguayos, 5000 brasileños y 1989 peruanos.

Pese a la imagen del profesor "taxi", con la que se define al docente que trabaja en varias escuelas, el estudio revela que el 68,6% se desempeña en un solo establecimiento. El 21,1% lo hace en dos colegios y el 5,8%, en tres.

 

El padre tiene razón

 

Las objeciones de los maestros para mantener su responsabilidad directa frente a los chicos son coincidentes con las de sus representantes gremiales.

"Cada día es más difícil estar en el aula porque los chicos están muy agresivos y caprichosos, porque nadie les pone límites y por la relación con los padres. Nosotros tenemos la orden de callarnos y no discutir porque «el padre siempre tiene razón» y esto nos hace vivir momentos de muchísima tensión", contó María Eugenia, quien presentó certificados médicos que avalan su desgaste físico para pedir la preceptoría.

Además de que su sueldo no es bueno -gana cerca de 800 pesos y tiene a cargo a sus dos hijas-, "cada vez hay más responsabilidades civiles. Ante el menor rasguño, hay que hacer una planilla porque los padres pueden presentar denuncias por cualquier cosa, y por el miedo a las denuncias de acoso, no podemos abrazar a los chicos cuando llegan a la sala y corren a saludarnos ni cuando se caen y se ponen a llorar", agregó la maestra.

"En la escuela estatal, antes que educar propiamente tenemos que hacer tareas asistenciales; pasamos horas escuchando los problemas de las familias y nos angustia no poder dar soluciones y no estar preparados para esto", explicó Stella Maris Esmet, de 40 años, docente desde hace 20 años.

Esmet se está preparando para concursar un puesto directivo o de secretaría, con la idea de mejorar también su ingreso para cuando deba jubilarse.

A Valeria Fandiño, de 27 años, maestra de primer grado y estudiante de Ciencias de la Educación, le gustaría, dentro de un tiempo, cuando ya tenga experiencia en el aula, seguir en la institución, pero en una tarea de dirección o secretaría, porque no sabe si el cuerpo y la cabeza resisten a las exigencias de ese trabajo.

 

Sensación de agobio

 

A las dificultades mencionadas por los docentes, el secretario general del Sindicato Unico de Trabajadores de la Educación de la Provincia de Buenos Aires (Suteba), Roberto Baradel, sumó, en diálogo con LA NACION, la superpoblación de las aulas.

"Muchas escuelas tienen más de 40 chicos por aula y el docente no puede abordar la relación con ellos como quisiera. Salir del aula tiene que ver con la búsqueda de otro tipo de responsabilidad dentro de la escuela y con la intención de ascender en su carrera", dijo, y valoró como una señal del compromiso de los docentes que un alto porcentaje quiera quedarse en el ámbito educativo.

Baradel describió como agobio la sensación de los docentes que no encuentran en las escuelas los recursos para responder a una demanda que excede el ámbito del conocimiento para incursionar en el área de la salud, la violencia familiar o social.

Ante esta realidad, Tenti Fanfani auguró para el futuro "una gran frustración" en el sector porque "no hay tantos puestos directivos o de gestión como para satisfacer las expectativas de movilidad laboral de los maestros y profesores".

Quizá se refiera a experiencias como la de Lilián Penacchioni, de 42 años, quien desde hace cinco años es preceptora en un jardín de infantes después de haberse desempeñado como maestra de doble turno durante 15 años.

"La preceptoría es desgastante y no se ven los frutos como en el aula. Si bien lo que más me gusta es la sala, porque estar con los chicos es lo más lindo, estando con ellos te olvidás de todo, y el sueldo de preceptora es un poco menor al de maestra, tomé ese cargo para no tener que llevarme tanto trabajo de planificación a casa y poder dedicarles más tiempo a mis tres hijos", afirmó la docente.

Admitió, además, que la vocación docente se realiza en el contacto directo con los niños y por eso ella les lee cuentos en la biblioteca y toma otras iniciativas similares para evitar que esa relación sea tapada por el trabajo administrativo.

Tenti Fanfani afirmó: "La calidad de la oferta educativa pasa fundamentalmente por la calidad de las prácticas en el aula".

* Por Silvina Premat, De la Redacción de LA NACION

 

 

Opinión

Es urgente crear una carrera docente

 

Por Juan Carlos Tudesco, Para LA NACION

 

Los datos de las encuestas efectuadas por el IIPE-Unesco en varios países de América latina indican que un porcentaje muy alto de los maestros y profesores están satisfechos con su tarea y desean permanecer en el sistema educativo, pero aspiran a dejar el puesto que ocupan actualmente. Este dato es importante para justificar la necesidad de incorporar el tema de la carrera docente al debate sobre las políticas educacionales.

Que la gran mayoría de los docentes desee abandonar el puesto que ocupa para pasar a un puesto de mayor jerarquía es absolutamente normal. En cualquier ámbito profesional, todos queremos progresar y asumir nuevas y más complejas responsabilidades. El problema radica en que los sistemas actuales ofrecen sólo una alternativa al maestro o profesor que desea ascender: postularse al cargo de director de escuela.

Dado que nunca habrá tantos puestos de dirección como de docentes con deseos de ascender, este sistema provoca dos graves problemas: genera frustración entre los que no pueden ascender y estimula el abandono de la docencia de muchos excelentes maestros o profesores que tal vez no dispongan de las competencias necesarias para desempeñarse como directores de establecimientos.

La estrategia para solucionar este problema radica en la definición de algún sistema que permita progresar sin dejar de desempeñarse a cargo de un grado o de una clase.

La Universidad resolvió hace tiempo este dilema a través de una modalidad en la cual el docente ingresa como ayudante de trabajos prácticos, puede seguir como jefe de trabajos prácticos, profesor adjunto y profesor titular. En la escuela básica, en cambio, no existe ningún sistema parecido.

* * *

Las modalidades que puede tomar la carrera docente en la Argentina deben ser objeto de discusión y de acuerdo. Existen numerosos ejemplos en otros países que pueden servir de información y referencia para apreciar ventajas, desventajas y problemas.

Definir la carrera docente no puede ser una política separada del resto de las políticas destinadas a mejorar la calidad de la educación. Una idea interesante es la que instala una modalidad de residencia para los nuevos docentes, que obtendrían su título al final de un período de prueba, durante el cual estarían asistidos por docentes experimentados. Así, el último escalón de la carrera puede ser el de guía o tutor de los nuevos docentes.

Este sistema tendría la ventaja de permitir una transferencia de aprendizajes y saberes adquiridos durante el desempeño profesional en servicio hacia la formación inicial de los nuevos maestros y profesores.

Más allá de este u otro sistema, lo urgente y necesario es abrir el diálogo y la concertación hacia una modalidad de carrera docente que satisfaga las legítimas aspiraciones de maestros y profesores para progresar a partir de la calidad de su desempeño profesional.

El Ministerio de Educación impulsa la sanción de una ley de financiamiento educacional que garantice más recursos en forma sostenida. Uno de los objetivos que el proyecto de ley establece para el destino de los fondos es mejorar las condiciones de trabajo y la profesionalización de la carrera docente.

Disponer de mayores recursos es una condición necesaria para cualquier proceso de transformación. Una vez sancionada esa ley, sería muy oportuno comenzar a discutir la carrera docente.

* El autor es director del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE-Buenos Aires), de la Unesco.

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