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La Nación-Domingo 2: Viajar es otra manera de aprender

Muchos estudiantes y recién graduados eligen recorrer el mundo y trabajar por sueldos bajos para adquirir experiencia

NUEVA YORK (The New York Times).- Unos meses antes de graduarse en la Universidad Colgate, en 2002, Lauren DiCioccio, licenciada en historia del arte, voló a un país que nunca había visitado, lo recorrió como mochilera, trabajó por un tiempo y luego viajó otro poco. La costumbre está cada vez más difundida entre los jóvenes norteamericanos graduados en colegios universitarios porque trabajar en el extranjero como maestros, camareros, cuidadores de niños o peones rurales puede impulsar su carrera.
 
"La gente me miraba sorprendida de que quisiera irme a Australia, a trabajar y vagabundear, en vísperas de graduarme en Colgate -recuerda DiCioccio-. Cociné minutas en un parador y recogí uvas. Cuando regresé e incluí eso en mi currículum, todas las entrevistas se centraron en mi estada en Australia. ¡Yo no podía creerlo!" Se postuló para 10 puestos; la llamaron para cinco entrevistas y a comienzos de 2004 le ofrecieron dos empleos. Aceptó el de asistente de programación del Djerassi Resident Artists Program, en Woodside, California.
 
DiCioccio recurrió a Bunac, organización que ayuda a los graduados a obtener permisos de trabajo y oportunidades de voluntariado o de tareas comunitarias en el extranjero. Lo mismo hacen la Universidad de Princeton, con su programa WorldTech para Asia; el Japan Exchange & Teaching Program, y varios grupos religiosos (jesuitas, cuáqueros). Quienes desean viajar libres de trabas se lanzan a la aventura con poco más que una tarjeta de débito, un ejemplar de Cómo abrirse camino en el mundo y su confianza en sí mismos.
 
Caroline Miceli eligió la ruta legal. En 2002, cuando preparaba su graduación en el Scripps College de Claremont, California, respondió a una oferta de un año de pasantía en un proyecto internacional de administración de empresas en la casa matriz de BMW, en Alemania; con un sueldo de 880 euros. Viajó con la tarjeta de crédito en rojo.
"Comí pan y salchichas, pero obtuve experiencia laboral en una marca de primer nivel mundial, conocida por todos. Trabajar en otro país no es un paso lucrativo, sino profesional: nos da una palanca." Muchos aspirantes viven con sus padres y trabajan algunos meses para ahorrar dinero antes de partir. DiCioccio trabajó 9 meses para hacerse de una reserva, pero acabó por ahorrar otros 700 dólares, más o menos, de sus sueldos australianos.
 
No pocos viajeros parten sin saber cómo se ganarán la vida una vez que aterricen. Los más agresivos suelen encontrar trabajo enseguida, para alivio de sus padres. Los empleos en blanco tienden a ser más lucrativos, pero tienen una duración fija: por lo general, desde 4 meses hasta 3 años, según el país o programa. Los trabajadores ilegales ganarán menos, pero pueden eludir los controles y prolongar su estada.
 
Beneficios a largo plazo
 
Años atrás, los recién graduados viajaban a Gran Bretaña y otras partes de Europa. Eso cambió. "La mayoría de los jóvenes han estado en Europa, de vacaciones, y pondrían la mira mucho más lejos", comenta Anna Crew, directora de Bunac USA, que está lanzando un programa de voluntariado en Kampuchea (ex Camboya). Y señala la popularidad que en este momento gozan destinos como Australia y Nueva Zelanda.
 
A veces se tarda mucho en percibir los beneficios de esta aventura. Julie Androshick tiene 41 años. En 1987-1989 enseñó inglés, historia y álgebra en un secundario de Samoa como integrante del Jesuit Voluntary Corps. Después, pasó un año largo trabajando de camarera mientras preparaba su maestría en Relaciones Internacionales en Escocia. Luego fue periodista y analista de McKinsey & Company. Hoy es socia de una consultora de Manhattan. Según dice, su trabajo en el exterior amplió su visión del mundo, le infundió coraje para buscar puestos arriesgados e hizo de ella una empleada más leal. "Viajé tanto en esos tres años y medio que luego quise echar raíces e iniciar una carrera estable -expresa-. Pensar en marcharme a vivir en el extranjero me provoca un estrés agotador."
 
Según los especialistas, los viajeros demuestran independencia, ingenio y espíritu emprendedor. Rosalind Clay Carter, vicepresidenta de Recursos Humanos de A&E Television Networks, dice que quienes trabajan y se ganan la vida en el extranjero tienden a ser inquisitivos y flexibles, dos cualidades valiosas en el ámbito laboral actual.
Hillary Chura Traducción: Zoraida J. Valcárcel
 
Aventuras con título
 
No hay una encuesta nacional que indique cuántos jóvenes norteamericanos trabajan en el extranjero. William Nolting, director de oportunidades internacionales de la Universidad de Michigan sostiene que en el año lectivo 2002 y el verano de 2003, por lo menos 34.000 personas trabajaron en programas formales de empleo o voluntariado, contra unos 29.000 del año anterior. Nolting cree que la cifra real podría ser el doble, pues su cálculo no incluye las organizaciones pequeñas ni a los trabajadores ilegales. Según el Institute of International Education para 2003-2004, sobre un total estimado de 14 millones de estudiantes, 191.000 estudiaron en el exterior para hacer méritos.

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