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La Nación-Domingo 23: Repatriar cerebros

Tras años de anuncios comenzó a funcionar un programa para que retornen los científicos al país; todo parece indicar que hay terreno favorable para el desarrollo de los investigadores

"Al ser fruto de la educación pública, cuando estás en el exterior, tomás conciencia de la deuda que tenés con el país. La inversión que hizo en mí el Estado se habría perdido si no hubiera conseguido trabajo aquí. Pero pude conseguirlo y volví en un momento en el que la situación es benigna. Aunque siempre faltan cosas, estamos mejor que años atrás", dice Guillermo Labadie, teléfono mediante, desde su laboratorio rosarino en el Instituto de Química Orgánica y de Síntesis (Iquios).
 
La experiencia de este doctor en química, que se fue del país en 2001, al finalizar la beca posdoctoral en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), porque aquí no tenía posibilidades de continuar su carrera, y que regresó en agosto de 2005 tras su paso como investigador por las universidades de Mississippi y de Utah, en Estados Unidos, resulta elocuente. Y alentadora.
 
Ante los seis mil científicos argentinos que, se estima, están radicados en el exterior, los 200 que regresaron al país desde 2004, como Labadie, y los 62 que actualmente están en tratativas de hacerlo por medio de estrategias gubernamentales, todo parece indicar que hay terreno favorable para el desarrollo de los investigadores.
 
"Trabajar como científico en la Argentina siempre fue algo vocacional y mal remunerado. Pero desde 2004, la situación está cambiando de tal manera que la alternativa de dedicarse a la investigación sea más considerada por los jóvenes, incluso por argentinos residentes en el exterior. Y aunque aún queda mucho por hacer, tras la salida de la crisis se han tomado medidas muy interesantes", advierte Mario Albornoz, investigador del Conicet.
 
Una de ellas, clave para frenar la fuga de cerebros y atraer a los que se fueron, es la expansión de las oportunidades de empleo. Como la que reaviva el Conicet, que desde 2004 -luego de casi una década en la que las incorporaciones estuvieron prácticamente paralizadas- volvió a abrir sus puertas para que puedan ingresar 500 investigadores y 1500 becarios.
 
"A causa de esto existe un mayor interés de los expatriados en volver porque se abre una importante fuente de trabajo, junto con las posibilidades que gestiona el Conicet para que los investigadores puedan trabajar en empresas de base tecnológica. En cambio, las universidades no son los lugares de mayor incorporación", sostiene Agueda Menvielle, responsable del programa Raíces (Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior), de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.
 
Por el lado del sector privado que, según precisa el informe Ciencia, Tecnología e Innovación en Argentina, del Banco Mundial, sólo emplea al 13 por ciento de la comunidad científica argentina, estimada en 40.000 personas, algunas iniciativas recientes invitan a abrigar más esperanzas.
 
"Por lo general, las empresas incorporan más ingenieros o tecnólogos que ayuden a aplicar conocimientos, más que a desarrollarlos. Hace poco, Tenaris-Siderca firmó un convenio que permite a científicos del Conicet desarrollar su tarea en el centro de investigación industrial de la compañía, que se hace cargo de las remuneraciones y, a su vez, financia cinco becas por cada investigador que emplea", se entusiasma Albornoz.
 
Otra llave maestra para que el panorama laboral se vuelva más atractivo para los científicos del Conicet viene de la mano de la recomposición salarial de estos últimos años que, en el caso de los becarios, por ejemplo, de 2003 hasta hoy prácticamente duplicaron ingresos.
 
"El estipendio de las becas es cercano a 1200 pesos mensuales. No es una cantidad exorbitante, pero le permite a un joven, en etapa de formación profesional, dedicarse a la investigación y hacer su posgrado sin grandes dificultades", precisa Albornoz.
 
La situación no parece tan alentadora para los que ya acumulan títulos y se inician en la carrera de investigador. "Como investigador asistente en el Conicet -tras 5 años de carrera, 5 de doctorado y 6 de posdoctorado- gano casi lo mismo que cuando era becario posdoctoral. En Estados Unidos, en cambio, un investigador posdoctoral que consigue un puesto permanente gana el doble. Además, pese al esfuerzo del Gobierno por recomponer los salarios, con el desajuste de la economía todo ese aumento va acompañado de la pérdida de poder adquisitivo que hubo en estos años", concluye Labadie.
 
Subsidios para proyectos
Procedentes principalmente de Europa, Estados Unidos y Brasil, quienes se sumaron al operativo retorno impulsado por Raíces, que reintegra el monto del pasaje, no muestran un único perfil. "Provienen de todas las áreas, desde las ciencias duras hasta las sociales. Y son jóvenes y personas camino de jubilarse, que vuelven con trabajo aquí, porque ésa es condición para solicitar el subsidio", afirma Menvielle. El programa, además, cubre estadas cortas de investigadores argentinos radicados en el exterior que vienen para dictar cursos, conferencias y compartir sus saberes con los colegas. "También, cuando un investigador argentino que está afuera quiere traer equipamiento para alguna institución, el programa le paga el transporte del equipo", agrega Menvielle.
Por Raquel Saralegui

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