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La Nación-Domingo 23: Tomadura

"Más que una toma, esto es una tomadura de pelo de parte de grupos que no quieren el ejercicio de la democracia."  (Del candidato a rector Atilio Alterini, tras el tercer intento frustrado de elegir autoridades en la UBA.)

03 de mayo de 2006, 15:29.

El doctor Alterini siente que es víctima de una tomadura de pelo, y probablemente tenga razón: tiene los votos que le hacen falta, pero lo llevan de un lado para otro desde hace semanas y cuando están por levantar la mano para votarlo a él... se produce una tomadura. Alguna mano negra, tal vez la oscura mano de la caspa, se abate sobre la cabellera del doctor Alterini y amenaza con no dejarle ni un solo pelo.
 
¿Quién será el burlador? ¿Será Jaim, será el ministro del Interior, serán los militantes de la izquierda? Tal vez sean todos: una confederación de bromistas dispuestos a divertirse a costa del doctor Alterini. Lo innegable es que hay tomadura: en esto no se equivoca el candidato. En cambio, no parece tan cierto que sus agresores sean grupos que no quieren el ejercicio de la democracia. Por la velocidad con que ocupan y desocupan el Buenos Aires y por el estado atlético con que aparecen de improviso en cualquier otro recinto en el que el doctor Alterini pueda ser votado, se diría que estos grupos están plenamente a favor de una democracia con ejercicio... físico.
 
Muchos, no sólo los estudiantes universitarios, practican este tipo de democracia gimnástica, que incluye gimnasia con aparatos de distinto orden y dimensión, según las características de cada piquete. Las sesiones se realizan la mayor parte de las veces al aire libre, con gran provecho para la libertad de expresión de los que se entregan al ejercicio, y también de manera placentera y segura. Con tomadura o sin ella, el Gobierno ha tomado la decisión de no interferir en ningún caso en el ejercicio de la democracia.
 
Hay una excepción que confirma la regla: Raúl Castells. Cada vez que Castells sale a la calle, da la impresión, aparece un policía y le pega. Es como si lo tuvieran de muestra, para recordar cómo se trataba al odioso agitador en otro tiempo. Después lo encierran y viene la huelga de hambre. Castells, el único reprimido, adelgaza y vuelve a la carga. Seguro que a él también le están tomando el pelo.

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