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La Nación-Domingo 27: Sumplemento Universidades: Carreras en tiempo real

Las exigencias académicas de las materias, la organización del plan de estudios, la necesidad de trabajar, el valor del título y hasta la calidad de la formación que se obtuvo en el nivel medio influyen en la duración de los estudios universitarios, que en el país pocos alumnos logran completar en los años previstos en los programas

Más allá de lo que anuncien los planes de estudio, el tiempo que media entre comenzar una carrera universitaria y recibir el título es difícil de anticipar.

Las demandas académicas de cada carrera, la necesidad de trabajar, el valor que tenga el título en el mercado, la organización de la propia universidad y hasta la deficiente formación con que se termina el nivel medio influyen para determinar cuánto tardará un estudiante en convertirse en profesional.

Aunque las últimas cifras revelan un crecimiento del número de graduados en las universidades argentinas, el fenómeno de una graduación baja sigue caracterizando al sistema local. Y, para algunas carreras, se torna preocupante.

Según datos del Ministerio de Educación, en las universidades estatales los estudiantes tardan en promedio un 57% más del tiempo que indican los programas de estudio. Las carreras con más demoras son Ingeniería agronómica (80%), Bioquímica (75%) y Veterinaria (75%).

En las universidades privadas, en tanto, la tasa de graduación es más alta. Los estudiantes demoran en recibirse, en promedio, un 35% más que el tiempo teórico. Las carreras que registran mayores retrasos son Comunicación social (55%), Publicidad (54%) y Relaciones públicas (53%).

Durante los años 90, varias carreras encararon recortes en sus años de estudio, como una forma de combatir la duración excesiva y, supuestamente, depositar antes a los estudiantes en el mundo del trabajo. Es el caso de muchas ingenierías y en la UBA, por ejemplo, de Ciencias económicas.

Sin embargo, los especialistas alertan sobre este paliativo, y afirman que, en muchos casos, los contenidos no se acortaron, sino que se comprimieron, lo cual provoca que, de todas maneras, sean imposibles de cursar en su duración teórica.

Muchas universidades, en tanto, se encuentran haciendo equilibrio entre las exigencias académicas de una carrera y las posibilidades reales de estudiantes que necesitan trabajar o, por una preparación deficiente y dificultades para adaptarse a la vida universitaria, demandan más tiempo para aprender ciertos contenidos y aprobar las materias.

Mucha dedicación

En la Universidad Nacional de Cuyo (UNCu), la carrera de Ingeniería agronómica dura teóricamente cinco años y un trimestre, pero la mayoría de los estudiantes la completa en ocho años.

"Es una carrera muy práctica, con mucho hincapié en actividades de campo y de laboratorio, lo cual exige mucha dedicación y es poco compatible con el trabajo", explicó a LA NACION Arturo Somoza, vicerrector de la UNCu, ingeniero agrónomo y ex decano de la facultad donde se dicta la carrera.

Las carreras de Agronomía del país están atravesando actualmente su proceso oficial de acreditación. Son 24 carreras, que ya hicieron su autoevaluación y esperan ahora las visitas de pares evaluadores. La duración de los estudios fue tema de análisis: los estándares con los cuales se mide la calidad de las carreras establecen un módulo básico de 3500 horas de enseñanza, con recomendación de que no superen las 4000, pero hay carreras que superan las 4500 horas.

La carga horaria de las materias explica las demoras, también, para el decano de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Rubén Hallú. "Esta carrera exige mucha dedicación y permanencia en la facultad. A eso se suma que muchos trabajan y no tienen tiempo", dijo el decano. Según contó, la duración teórica es de seis años y medio -con el CBC y un ciclo de "intensificación" en un área-, pero la mayoría tarda entre 7 y 8 años.

"Hay parámetros internacionales que hacen que esta carrera no se pueda acortar a menos de cinco años", dijo Hallú.

En la Universidad Nacional del Litoral (UNL), en tanto, se modificó el plan de estudios de la carrera de Bioquímica en 1997, que pasó de seis a cinco años de duración teórica, materias cuatrimestrales, exigencia de tener terminado un año para pasar al siguiente y materias optativas abiertas a la oferta de toda la universidad.

Los efectos fueron notorios. Con el plan anterior, el promedio de la duración real era de 10 años, mientras las cohortes del plan nuevo se reciben en cinco años y 8 meses.

"Los alumnos tratan de recibirse más rápidamente que antes, para empezar a trabajar", señaló Amadeo Cellino, decano de la Facultad de Bioquímica y Ciencias biológicas de la UNL. Y, según dijo, es la misma facultad la que lo promueve: "Hay becas de investigación, pasantías, intercambios y mucha relación con empresas, lo que hace que los chicos tengan mayor vinculación y sean proactivos en conseguir empleo", señaló.

Para el investigador Luis Garcés, en tanto, un factor determinante de las demoras se encuentra más atrás: en el nivel medio.

"La razón más importante es que los chicos llegan del secundario con muchas deficiencias. No están bien preparados y necesitan más tiempo para recibirse", dijo Garcés, miembro del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de San Juan.

"El problema es la falta de sinceridad del sistema universitario respecto de los requisitos que tiene que cumplir un estudiante para poder cursar una carrera", dijo. Y alertó: "El acortamiento de los planes de estudio esconde una trampa, porque muchas carreras no se acortan, sino que se comprimen los mismos contenidos. La carga horaria no se puede cumplir", señaló.

Sin título

En las universidades privadas, las carreras que registran más demoras pertenecen al campo de las ciencias sociales, y son bastante recientes en su status universitario.

En la Universidad del Salvador (USAL), por ejemplo, notan una demora en la graduación de los estudiantes de Periodismo y Publicidad con respecto a otras carreras del mismo campo. "No se trata de que tardan más en cursar, sino que se toman en promedio un año hasta que hacen la tesis", comentó Gustavo Martínez Pandiani, decano de la Facultad de Ciencias de la Educación y la Comunicación social.

La razón está, para el decano, en el propio mercado laboral. "La gran mayoría empieza a trabajar en los últimos años, priorizan la inserción laboral y dejan de lado la tesis, porque el título no es habilitante, y se tiene una visión más flexible sobre tenerlo o no en este campo profesional", dijo.

Ante la gran cantidad de estudiantes "casi graduados", hace dos años en la facultad idearon el programa "Más vale tarde que nunca", que flexibilizó las exigencias de la tesis para aquellos periodistas y publicitarios que puedan acreditar cinco o más años de experiencia laboral. Hasta ahora se recibieron 165 profesionales.

En la Universidad Austral, en tanto, desde 1997 se recibieron 160 licenciados en Comunicación social. El 20% lo hizo en el tiempo teórico de cuatro años y el 40% tardó cinco. El decano de la Facultad de Comunicación, Damián Fernández Pedemonte, atribuye las mayores demoras a la decisión de privilegiar la inserción laboral sobre la obtención del título. "Es una disciplina todavía nueva en la universidad. Que sigan estudiando depende en buena medida de cómo se les demuestre a los chicos la necesidad de que lo hagan", agregó.

En la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) -no incluida en las cifras oficiales- afirman que los alumnos tardan en promedio cinco años y medio para recibirse en Relaciones públicas, con una duración teórica de cuatro. "Los chicos trabajan y tienen que hacer la carrera más lentamente", dijo el decano Mario Serrafero.

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