Sobre tierras de la comunidad mapuche Paynemil, a 97 kilómetros de la capital provincial, este yacimiento de flora y fauna casi intacta del período Cretácico ofrece datos y piezas que permiten un resultado único: reconstruir el ecoambiente en el que convivieron reptiles voladores, dinosaurios herbívoros y carnívoros de casi 40 metros de largo, peces, moluscos y plantas.
De las 1200 hectáreas de tierras fiscales que ocupa el centro, que depende de la Universidad Nacional del Comahue, sólo se pueden visitar doscientas. El resto está reservado para futuras investigaciones paleontológicas o geológicas en terreno virgen.
\"Esta es la única excavación en el mundo que está abierta para visitar todo el año y a toda hora\", comenta a LA NACION el paleontólogo Jorge Calvo, director del Cepalb, que en los últimos dos años recibió a 25.000 turistas; el 10%, extranjeros.
En las instalaciones vive el equipo de nueve investigadores estables y los científicos visitantes de todo el mundo. Ellos mismos bautizaron al lugar \"Costa Dinosaurio\", nombre informal por el que ya los conocen.
\"Nuestro objetivo es enseñar que los dinosaurios existen no sólo porque están en un museo, sino porque antes hubo un trabajo muy duro de exploración, de excavación y de preparación que lleva años\", agrega Calvo, que busca la colaboración de particulares y de empresas privadas para asegurar la continuidad de este proyecto.
Es así como en los últimos días y por primera vez, una unidad móvil de diagnóstico por imágenes transportó un tomógrafo hasta una excavación para analizar la estructura interna de 50 piezas encontradas, sin necesidad de tener que trasladarlas fuera del país frente a la complejidad de los trámites para hacerlo en un hospital local.
\"Así obtenemos nueva información que no podríamos conseguir de otra manera que no fuera rompiendo las piezas, se evita para preservar el material\", indica el paleontólogo Juan Porfidi, que con su colega brasileña Doménica Santos y los médicos responsables realizan el estudio tomográfico de los fósiles (ver aparte).
Con la inmensidad del lago de fondo, un puente colgante que une dos elevaciones del suelo abre camino a un recorrido que explica el proceso de fosilización, sorprende con réplicas de dinosaurios ocultos entre los arbustos y hasta tiene un arenero para que los más chiquitos jueguen a encontrar fósiles y ser paleontólogos por un día. \"Con las herramientas que les damos se sienten como los Indiana Jones de la paleontología?, dice Calvo.
Dos tinglados metálicos completan las instalaciones. Uno contiene el laboratorio y el museo. El otro protege la excavación en curso, donde los paleontólogos Federico Poblete y Rogelio Fasano trabajan alrededor de dos vértebras dorsales de un dinosaurio herbívoro de cuello largo. A pocos metros del suelo, Fasano encuentra dos dientes. \"Son de un carnívoro\", explica.
Según proyectan, sólo el material enterrado en estas primeras 200 hectáreas representa 15 años de trabajo futuro, mientras que estiman que las 1000 hectáreas restantes aportará restos para 50 años más.
Ciencia y educación
Además de su objetivo científico, este proyecto educativo turístico ( www.proyectodino.com.ar ) pretende dar a conocer en qué consiste el trabajo paleontológico. Alumnos primarios, secundarios y universitarios visitan el Cepalb durante todo el año.
Estas visitas, a las que se suman las turísticas, ayudan con el pago de una entrada (de tres y un peso, respectivamente) a financiar el proyecto, ya que no recibe fondos del Estado.
\"Siempre pedimos que la escuela que venga traiga trabajado el tema para que los chicos hagan preguntas\", dice Calvo, geólogo de la Universidad de Córdoba, máster en ciencias de la Universidad de Illinois (Chicago) y a punto de obtener el doctorado en ciencias biológicas de la Universidad de Río de Janeiro (Brasil).
Los paleontólogos están convencidos de que la información que obtienen es una inversión a futuro. Coinciden en que exhibir los dinosaurios permitirá que las próximas generaciones desarrollen el turismo en el lugar.
Además, aseguran haber logrado aquí un equilibrio ideal. \"La ciencia está al servicio de la educación y la cultura, porque hacer ciencia sin mostrarlo es perderla\", concluye el paleontólogo Jorge Calvo.
Tomografía prehistórica
LOS BARREALES, Neuquén (De una enviada especial).- Cuando en 1999 se estudiaron por tomografía computada tres cuerpos momificados de 500 años hallados en Salta, el hecho no pasó desapercibido para los investigadores del Centro Paleontológico Los Barreales. Cinco años después, la técnica que permitió conocer el estado de conservación de los niños del volcán Llullaillaco se replicó con éxito en esta excavación.
\"Los dinosaurios son el paciente ideal: no se mueven, no se quejan ni respiran\", bromea la doctora Carla Rein, frente a una computadora que procesa la imagen de un isquion fosilizado.
Junto con el doctor Ramiro Malagrini, Rein aplicó la tecnología para detectar tumores en seres humanos al estudio de la estructura interna de restos fósiles. Durante el año, recorren el país con la Unidad Móvil de Diagnóstico por Imágenes de Philips, que desde hace seis años coordina la Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer (Lalcec), para la detección gratuita de tumores en personas sin cobertura médica.
Ahora, con los paleontólogos Juan Porfidi y Doménica Santos, estudiaron el interior de 50 piezas fósiles de unos diez animales, entre las que se destacan el cráneo de un cocodrilo terrestre, la mano completa de un dinosaurio carnívoro de unos 10 metros de largo, huevos de titanosaurios y gran parte del esqueleto de un ornitópodo, con el que inician un proyecto más ambicioso: reconstruir sus movimientos y su estructura por animación tridimensional.