Los datos provienen de un relevamiento que, desde 2002, realiza anualmente la Universidad Austral entre estudiantes de universidades públicas y privadas de la ciudad de Buenos Aires, cuyos resultados muestran una población de jóvenes más realistas, igual de descreídos sobre los dirigentes políticos y poco dispuestos a participar.
Según dijo a LA NACION el sociólogo Alejandro Piscitelli Murphy, responsable del estudio, las razones de que el porcentaje de los que quieren dejar el país se ubique hoy en el 17,5% están en una mayor sensación general de calma y certidumbre, pero también en que “circula el boca en boca de lo que ocurre en el exterior, a partir de quienes están volviendo. Las idealizaciones de las épocas de emigración chocan con la realidad de vivir afuera”, afirmó.
El relevamiento, que busca detectar los efectos de la crisis en los niveles de participación y las perspectivas futuras de los jóvenes, se realizó en mayo último y alcanzó a 400 estudiantes de distintas carreras, el 77,1% de los cuales tienen entre 17 y 23 años.
\"En la medición de 2002 hubo una cierta reacción positiva de protesta y participación, acompañada de un pesimismo muy fuerte. En 2003 se registró una cierta euforia optimista y el 2004 muestra que sigue habiendo descreimiento, pero que hay que seguir adelante en esta realidad\", resumió Piscitelli Murphy.
El desencanto sobre las instituciones políticas y sociales se prolonga entre los jóvenes con el paso del tiempo. La comparación entre los resultados de los tres años muestra que, aunque se redujeron las posiciones extremas contra los políticos, el 66% de los estudiantes dice no confiar nada en ellos.
La desconfianza en la policía se ubica en el 57,5% y también aumenta en los medios de comunicación: mientras el 63,8% dice confiar poco en ellos, quienes tienen absoluta desconfianza pasan del 21,5% a casi el 30 por ciento.
Aunque registra un 47,4% de jóvenes que tienen poca confianza, la Iglesia es la institución que mejor se posiciona entre los estudiantes universitarios y se mantiene con menos variaciones a través de los años.
Notas bajas
Entre 1 y 10, los jóvenes calificaron al presidente Néstor Kirchner con un 4,54, al Congreso con 3,37 y al Poder Judicial con 2,75. A la Justicia, incluso, casi el 15% le puso un rotundo cero, y nadie le adjudicó un 9 o un 10.
\"La figura presidencial es un elemento muy arraigado en el país. La población argentina tiende a poner fuertes expectativas en las personalidades de la política, más que en las instituciones\", dijo el psicólogo Narciso Benbenaste, que desde 1998 mide los niveles de participación política y las ideas sobre la democracia en jóvenes universitarios desde la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
\"Su destino individual suele verse atado al de un Estado paternalista\", agregó.
El desencanto con las instituciones, sin embargo, no parece traducirse en mayor participación, y se mantiene la contradicción argentina de decir y no hacer.
Así, aunque casi el 80% de los estudiantes afirma que las ONG pueden ser una alternativa adecuada de participación, sólo el 9,8% trabaja efectivamente en alguna.
\"Esta es una actitud que hay que seguir de cerca. Es una muestra de inmadurez cívica y social, una incapacidad de ver lo público como propio\", dijo Piscitelli Murphy.
Sólo 5 de cada 100 jóvenes, en tanto, participan en algún partido político. El 61% piensa que esas agrupaciones no permiten la integración activa de las nuevas generaciones y prácticamente el 80% cree que los políticos no aprendieron de la crisis y siguen sin abrir posibilidades de participación a los ciudadanos.
La mitad de los encuestados, sin embargo, está de acuerdo con que la falta de participación de la gente fue un factor de peso en desencadenar la crisis actual, aunque esta opinión descendió desde más del 71% registrado en 2002.
Desde el lado de los jóvenes se plantearon matices, sin embargo. \"Los chicos sienten que no pueden cambiar nada en la política tradicional, pero sí se involucran en su realidad más inmediata. Están muy preocupados por la cuestión académica y participan en agrupaciones estudiantiles, si perciben que pueden cambiar algo concretamente\", dijo Marcos Duarte, vicepresidente de la Federación Universitaria Argentina (FUA) y dirigente de Franja Morada.
\"Es preocupante que vean al Estado como algo ajeno a ellos, pero al mismo tiempo creo que hay un juicio crítico sobre los políticos más avanzado que en otras épocas. Es más anárquico, quizás, y más influido por experiencias personales de vida, pero existe. Que sean realistas no me parece negativo: es un dato de la realidad\", afirmó Duarte.
Una marca especial
Los especialistas recomiendan estar alertas ante estos resultados. \"Hay que esperar para saber si la crisis causó algún impacto real, cuánto de la solidaridad y la protesta fueron reacciones espasmódicas o realmente se van a transformar en hábitos\", dijo Piscitelli Murphy.
Para el investigador, \"pasar por la experiencia de esta crisis te marca especialmente cuando sos joven. Quizás estos chicos tengan una ventaja. Hay que estar atentos a que este realismo no se transforme en pesimismo, es decir, que puedan usar su energía para cambiar las cosas\".
Para Orlando D´Adamo, psicólogo político y decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Belgrano, la falta de participación puede estar reflejando escepticismo, pero el cambio más fuerte en estos chicos es otro.
\"En la Argentina se perdió la idea de que una mejor educación te asegura mejorar socioeconómicamente, y ese mensaje es demoledor. Se necesitará mucha bonanza económica y generaciones para cambiar eso. Hoy muchos chicos se preguntan para qué estudiar\", dijo.
Duarte agregó otro dato. \"Hay una ruptura con la generación de nuestros padres. Nosotros no podemos planificar demasiado; hay incertidumbre sobre el futuro personal\".
\"Quizá los jóvenes quieran participar, pero no encuentran cómo ni con quién. Sin utopías y sin líderes resulta muy difícil\", apuntó D´Adamo.