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La Nación: Editorial: Ciencia: ¿oportunidad perdida?

La Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (Sectip) presentó el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva para 2005. Algunos puntos llaman la atención, mientras que otros manifiestan una visión limitada y poco ambiciosa acerca de la contribución que la investigación científica y el desarrollo tecnológico deben hacer para afianzar nuestro futuro.

25 de octubre de 2004, 12:36.

Por un lado, es llamativo que el propósito central del plan sea \"contribuir al logro de los principales objetivos del gobierno nacional\" y que uno de ellos sea \"la construcción de un Estado fuerte, conductor, promotor y protector\". Cabe esperar una mayor amplitud de miras por parte de las autoridades nacionales de un sector cuya función es aumentar el caudal de conocimientos y facilitar que éstos beneficien a toda la población.

Por otra parte, el primer \"objetivo particular\" es \"conformar, fortalecer y ampliar el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación\". Esta frase nos lleva, ante todo, a confirmar las opiniones de los especialistas acerca de cómo se viene deteriorando la enseñanza y el uso del lenguaje en nuestro país, ya que es difícil \"fortalecer o ampliar\" algo que se confiesa que debe ser conformado. Pero más preocupante es que en todo el desarrollo del plan se habla de un sistema que hoy todos reconocen que no existe.

El diagnóstico en el que se fundamenta este plan es demasiado amplio y excede el campo del que puede participar y aportar la Sectip. Por ejemplo, en lo que respecta a las tecnologías de la información, se pretende \"la modernización y transparencia de la administración pública\".

Si bien se menciona la necesidad de \"conformar, fortalecer y ampliar el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación\", no hay ninguna propuesta concreta para avanzar en ese sentido. Más aún, los \"planes o programas de organismos de ciencia y tecnología\" -INTA, INTI, Inidep, CNEA, Conae, Segemar, Citefa, INA, IAA, IGM y las universidades nacionales- se presentan sin referencias al plan, con formatos diferentes, información incompleta y fuertes sospechas de superposiciones, lo que confirma la inexistencia y necesidad de un sistema.

Hay un supuesto que fundamenta muchos párrafos -que no compartimos- sobre que, con más presupuesto y personal, todo funcionará mucho mejor. Compartimos lo que el actual ministro de Educación, Ciencia y Tecnología repitió durante muchos años, antes de asumir esta cartera: si sólo se aporta más dinero a algo que funciona mal, no se mejorarán los resultados. La mejora sólo se logra si se establecen y acuerdan objetivos, metas y programas que, por supuesto, requieren mayores presupuestos.

También genera dudas un \"objetivo particular\" del plan, que es que la inversión nacional en ciencia y tecnología debe alcanzar el mítico uno por ciento del PBI en 2007, \"haciendo que el sector público y el sector privado compartan este esfuerzo por partes iguales\". Por un lado, hay varios ejemplos de países que no aumentaron sus presupuestos de ciencia y tecnología hasta tener la certeza de que estaban en condiciones de llevar adelante programas importantes, con personal debidamente formado y equipado. ¿Por qué un uno por ciento y por qué en 2007? Es posible que, con el atraso que se arrastra en materia de equipamiento e incorporación de personal, hoy no alcance ese porcentaje. Por otro lado, ¿por qué deberá ser el fruto de un esfuerzo a medias entre el Estado y las empresas? Ejemplos de otros países que alcanzan buenos resultados demuestran que las proporciones varían en función de muchas variables. Estos a priori generan la sospecha de que se propone alcanzar valores promedio, sin una fundamentación sólida.

Así las cosas, este Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva no parece más que una oportunidad perdida, con escasas señales de sensatez y solidez en las propuestas.

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