Son bien conocidos, dado el intenso impacto que produjeron en su momento en la opinión pública, los desalentadores resultados que obtuvieron los estudiantes egresados de la escuela media que rindieron pruebas y exámenes con el fin de ingresar en las casas de altos estudios.
Existe hoy una creciente desconfianza respecto de la calidad de la preparación que brinda la escuela secundaria. Está fuertemente arraigada, asimismo, la creencia de que se ha ido extendiendo cada vez más en el ciclo medio un cierto desinterés de los jóvenes respecto del estudio, acaso como consecuencia de la creciente atracción que ejercen sobre el estudiantado ciertas preocupaciones extraescolares, que les llegan con creciente intensidad desde muchos de los medios de comunicación audiovisuales.
Los cursos que ahora se proponen estarán dirigidos a los alumnos del último año de las carreras secundarias, tanto en el ámbito porteño como en el conurbano bonaerense. Las clases de apoyo serán brindadas por docentes universitarios y contarán con materiales de trabajo especialmente diseñados para el caso.
El curso constará de nueve encuentros, que se realizarán los sábados, de 9 a 13, entre el 2 de octubre y el 27 de noviembre. Las clases se desarrollarán en torno de tres ejes de trabajo: lectura y análisis de textos literarios, producción de textos informativos y argumentativos, comprensión de información matemática.
En muchos casos, los estudiantes del secundario buscan la manera de cumplir con las obligaciones que se les imponen mediante intentos no muy ortodoxos, tendientes a \"salir del paso\" de cualquier manera (es lo que en el lenguaje de los adolescentes se conoce desde hace bastante tiempo como \"zafar\"). El momento de intentar el ingreso en la Universidad se convierte, para una buena parte de esos chicos o chicas, en algo así como \"la hora de la verdad\": se ven obligados, repentinamente, a enfrentar una realidad que hasta ese momento permanecía oculta bajo la errónea creencia de que, en materia educativa, es posible superar todas las dificultades apelando a \"zafaduras\" dignas de figurar en un manual de la \"picaresca\". Cuando la realidad se impone y el alumno toma conciencia de su error aparecen las tardías lamentaciones, a las cuales se suman -por lo general- no sólo los estudiantes sino también sus padres.
La iniciativa adoptada por el Ministerio de Educación debe ser celebrada como una contribución valiosa para la solución de este endémico problema. Por supuesto, de un modo u otro, la cuestión principal seguirá centrada en la relación de los chicos con la escuela media, que necesitará, tarde o temprano, un replanteamiento enérgico e integral.
No se trata de algo que esté generalizado en todo el sistema educativo. El \"rechazo\" hacia la escuela no se produce, por ejemplo, en el nivel inicial o en los primeros tramos de la escuela primaria. La conflictividad se instala, por lo general, al llegar la escuela media. Ese es el momento en que suelen aparecer las consecuencias apuntadas. Por eso el interés de quienes tienen la responsabilidad de adoptar decisiones, por una vía u otra, en el área educativa deberá centrarse, cada vez más, en una revisión profunda de la problemática de la escuela secundaria. Entretanto, bueno está que se busquen soluciones de emergencia para ayudar a resolver la transición, a menudo conflictiva, al claustro universitario.