Alcanzar el ansiado nivel de una economía estable constituye una meta distante para la mayoría de los países latinoamericanos. Sin embargo, hay naciones que han conseguido resultados evidentes, como es el caso de Chile. Su ejemplo debería ser atentamente considerado por las naciones en vías de desarrollo. No se trata de un "milagro", que es como aludir a un acontecimiento inexplicable, al margen de los comportamientos normales. Como suelen decir los mismos chilenos, lo que se ha venido logrando no tiene nada de sobrenatural, sino que es el fruto de un esfuerzo persistente en el tiempo, que mantiene con firmeza objetivos y reglas de acción.
De una manera más analítica se pueden ampliar las razones que han promovido el progreso del país trasandino. Entre ellas cabe enumerar las siguientes: ajuste estructural del Estado que garantizó su financiamiento; apertura amplia al comercio exterior como motor de la economía, pues el mercado interno resultaba limitado para los horizontes del desarrollo; orientación de la producción en aquellos rubros en que podía ser competitiva; respeto por las instituciones y seguridad jurídica.
Los pasos que viene dando Chile para fortalecer su crecimiento no han sido fáciles ni breves. La convicción de que el país transitaba por la ruta deseada se acrecentó con los años y el advenimiento de gobiernos democráticos, y se manifestó durante gobiernos de distinto signo. De ello dan testimonio los acuerdos de libre comercio establecidos ya formalizados. Es de señalar, también, que los progresos alcanzados no han eliminado problemas que son comunes en el continente, como el desempleo y la educación, a pesar de apreciables mejoras. En suma, se puede sostener que el desarrollo del país es un proyecto de largo aliento que se va haciendo real a medida que crece el consenso en torno de las políticas que conduce el Estado.
En el cuadro bosquejado, la investigación científica y tecnológica adquiere una significación cada vez mayor para alimentar el desarrollo. Esta lección debe ser asumida con toda convicción por países como el nuestro, deseosos de alcanzar metas superiores de crecimiento. Podría agregarse que los logros económicos se estancarían si se careciera del aporte de los emprendedores, creadores, inventores, descubridores. Un modo en que se avizora esa realidad se observa en el alentador cuadro de integración entre naciones vecinas que pudo apreciarse el año anterior, cuando tuvo lugar en Santiago, Chile, un encuentro de científicos y tecnólogos argentinos y chilenos. En esa ocasión, 180 investigadores de ambos países junto a empresarios y funcionarios analizaron fórmulas concretas de cooperación y financiamiento de proyectos, sobre la base de políticas que garanticen la continuidad del apoyo. Por esta senda adquieren consistencia fundada las aspiraciones a un desarrollo sustentable.