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La Nación: Editorial II: Hornos solares para chicos púnenos

Pequeñas poblaciones salteñas cercanas a San Antonio de los Cobres, en la zona de la Puna, se están beneficiando con emprendimientos técnicos que tienen por objeto proporcionarles hornos y cocinas solares, con los cuales es posible lograr la cocción de los alimentos.

19 de julio de 2004, 16:22.

La iniciativa procede del Instituto de Investigación en Energías no Convencionales del Conicet, junto con la Universidad de Salta, y su mentor es Luis Roberto Saravia Mathon, doctor en física e ingeniero.

El programa está destinado a construir reflectores capaces de concentrar el calor solar, tan abundante en la zona, con el fin de convertirlo en una fuente energética perfectamente aprovechable, aunque no siempre se logren los rendimientos de los medios más convencionales. Este programa ha sido galardonado este año con el premio Dupont Conicet, dotado de 25.000 dólares.

Los niños beneficiados por esta excelente iniciativa solidaria, que cuenta con el apoyo de investigadores de primera línea comprometidos con ella, viven en escuelas albergues, donde permanecen de lunes a viernes, para volver a sus casas los fines de semana.

En las escuelas los chicos reciben la enseñanza corriente, pero también comen y son objeto de la atención especial de los docentes, al igual que de los equipos de investigación y desarrollo que encaran estas obras. La energía solar calienta barras de aluminio negro que llegan hasta temperaturas próximas a los 300 grados centígrados y luego pasan al interior de un horno. Cada dos horas pueden producirse diez o doce kilos de pan a un costo cero, por lo menos en lo que se refiere al aspecto energético, pues el calor solar, obviamente, es gratuito y de disponibilidad ilimitada, sobre todo en una zona donde las nubes no le impiden la llegada durante unos 300 días al año.

La idea que prevalece consiste en extender estos primeros ensayos y diversificarlos con el fin de lograr otras producciones, para llevarlas a distintos lugares del país y de naciones americanas que viven parecidas necesidades. Las posibilidades son amplias, pues también queda abierto el camino hacia la generación de micro emprendimientos, de muy diferentes características.

La energía solar ha sido empleada y se sigue usando en distintos sitios de nuestro país con parecidos objetivos, pero todavía no ha recibido el impulso que merece. El hecho de que beneficie a pequeños sectores de muy bajos recursos económicos no debería ser un motivo para frenarla o limitarle el apoyo, sino para impulsarla y darle el vuelo técnico y económico que necesita para seguir creciendo. Es de esperar, entonces, que iniciativas como la descripta puedan extenderse a otras zonas marginales de la extensa geografía de nuestro país.

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