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La Nación: Editorial II: Integración de la educación superior

Recientemente, en el ámbito de la Academia de Educación, se ha efectuado la periódica evaluación acerca del desarrollo de los colegios universitarios, cuya singular importancia es oportuno destacar desde diversas perspectivas, tanto por lo que ofrecen al joven graduado del nivel medio como en lo concerniente a la integración y articulación del sistema.

Cuando se observan los cambios que se han operado en nuestra enseñanza, se puede percibir que las críticas y los debates suscitados por la reforma educativa -fundada en la ley federal del 93- han tenido el efecto indirecto de distraer la atención de muchos respecto de los avances de los mencionados colegios.
Dichos institutos se han multiplicado en la última década y su oferta educativa se ha ido extendiendo en las distintas jurisdicciones del país con resultados alentadores.
Es bien sabido que, para la mayoría de los alumnos que concluyen la escuela media, resulta ardua la elección de los caminos que se le ofrecen para una formación superior. Más allá de las dudas originadas por una elección que compromete el futuro, está latente -por ejemplo- el afán de compatibilizar estudio y trabajo. Las dificultades se acentúan aún más para quienes viven en localidades distantes de los establecimientos de enseñanza superior y deben alejarse de su familia y de su lugar.
Asimismo, buena parte de los 350.000 graduados que anualmente completan la escuela secundaria están motivados por el propósito de alcanzar una capacitación que demande un tiempo relativamente corto de preparación sin que eso implique el abandono del proyecto de lograr más tarde un título de grado. También hay que contemplar la situación de jóvenes y adultos que necesitan actualizar conocimientos y habilidades o desean emprender una reconversión profesional.
Precisamente, para estos casos fueron concebidos los colegios universitarios que, sobre la base de acuerdos con institutos universitarios o terciarios superiores, fijan los mecanismos de acreditación que aseguran la calidad de la enseñanza que imparten y la continuidad posterior de la formación del alumno en la alta casa de estudios con la cual se ha establecido el convenio.
Al considerar el significado y valor de los colegios, es menester destacar el papel que cumplen dentro de la administración del sistema para hacer viables los propósitos enunciados en la legislación educativa en cuanto a la articulación vertical y horizontal de los niveles de enseñanza, y su mejor integración. En este último sentido apunta el objetivo de que contribuyan, a través de su función mediadora, a una transferencia más equilibrada de estudiantes del nivel medio al superior, hoy especialmente absorbidos por las universidades más congestionadas del país.

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