Esa afirmación no implica una definida declinación de las vocaciones por los títulos que tradicionalmente ofrecen las facultades de Derecho, Medicina o Ciencias Económicas. Lo que se insinúa como tendencia es, por una parte, el incremento de las preferencias por carreras más recientes, que también prometen una rápida inserción, están vinculadas con sectores económicos en crecimiento y tienen el incentivo de ofrecer horizontes renovados. Por otra parte, no deja de gravitar en las actuales decisiones de los jóvenes la saturación de profesionales en algunas de las ramas de estudio que antes aseguraban mejores ingresos, prestigio y autoridad.
La elección profesional es una de las decisiones más importantes que se deben asumir al término de la escuela media.
La multiplicación de opciones que se presenta en el campo de la enseñanza superior tiene el efecto paradójico de acentuar las dudas que, para disiparse, requieren información sobre las carreras en sí mismas y, también, acerca del mundo dinámico y cambiante en que han de actuar los estudiantes de hoy. Dentro de ese proceso en constante transformación es deseable que los jóvenes conozcan las nuevas profesiones y especialidades que van emergiendo sin dejar de advertir que las profesiones tradicionales no quedan estancadas, pues tienen que afrontar los renovados desafíos que plantea la cambiante realidad.
En ese cuadro variable, los avances de las ciencias, la tecnología y la economía muestran de qué modo las profesiones se relacionan, se complementan, se especializan y lo tradicional llama a lo nuevo. Eso ocurre, por ejemplo, con el agro, en el cual la producción primaria de alimentos se ha ido enriqueciendo por el desarrollo de la ingeniería genética, por la necesidad de asesoramiento ambiental o bien por la expansión de la agroindustria y su demanda de técnicos y especialistas en marketing o en comercio exterior.
Algo parecido puede advertirse en el sector público, tanto nacional como provincial y municipal, donde la necesidad de elevar los niveles de gestión para satisfacer las necesidades de la ciudadanía está conduciendo a una cada vez mayor profesionalización de la administración pública, con la consecuente demanda de graduados en ciencia política y en otras disciplinas vinculadas con el gerenciamiento de la acción social.
Es indudable que muchas carreras actuales son apenas conocidas por los alumnos de la escuela secundaria y también por los mayores. Todo esto demuestra la necesidad de insertar la orientación vocacional en los programas de la enseñanza media, demanda cada vez más urgente.
Una observación final para los estudiantes: las incógnitas que plantea un proyecto de vida profesional no se agotan nunca, lo cual no debe generar temor. Lo tradicional y lo no tradicional son denominaciones convencionales; en ambos dominios laten los problemas nuevos por encarar. Ante el futuro, sólo cabe una actitud: no retroceder.