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La Nación: Editorial II: Los psicólogos, cuestionados

Hace pocos días, el ministro de Salud, Ginés González García, formuló observaciones críticas del excesivo número de psicólogos que ejercen su profesión en nuestro país, al tiempo que cuestionó la formación y la orientación que reciben. Como consecuencia previsible, abrió un debate con un equivocado planteo inicial y con poco sustento.

03 de septiembre de 2004, 12:04.

La respuesta inmediata se canalizó a través de autoridades universitarias oficiales y privadas y de representantes de asociaciones profesionales de psicólogos. En esencia, subrayaron la carencia de bases científicas en el cuestionamiento y destacaron, también, la ausencia de datos estadísticos que reflejaran objetivamente la realidad del problema aludido en la argumentación del titular de Salud.

Además, consideraron sin fundamento la afirmación del ministro acerca de que la formación clínica de raíces freudiana y lacaniana absorbe la mayor parte de la preparación de los psicólogos \"cuando los problemas que hay en la Argentina son el alcoholismo, las adicciones, la violencia social, que requieren otro tipo de perfil profesional\". Esta aseveración pareció fruto de un juicio precipitado, sin la información pertinente en cuanto a la capacitación que adquiere el psicólogo.

Puede agregarse que las categóricas afirmaciones de Ginés González García afectan cuestiones que pertenecen al campo de las decisiones universitarias, como lo son los planes de las carreras o la índole de la formación profesional, que, por consiguiente, son facultades propias del ámbito autónomo de las altas casas de estudio. En este aspecto hay una llamativa proximidad con las recientes exigencias de reformas a las universidades nacionales enunciadas por la Secretaría de Políticas Universitarias.

Más allá de la argumentación ministerial y de sus fallas en materia y forma, conviene aludir brevemente a una perspectiva histórica del desarrollo de la carrera del psicólogo, que tuvo su creación inicial en la Universidad Nacional de Rosario en 1955, seguida dos años después por la Universidad de Buenos Aires, para luego multiplicarse en distintas ciudades del interior, en establecimientos oficiales y privados, hasta ser dictada hoy en 31 establecimientos universitarios.

En los tramos primeros de su desarrollo la formación psicoanalítica fue parte de la identidad profesional del psicólogo, que luego no permaneció especializado sólo en el campo clínico, pues evolucionó y adquirió también un perfil propio que se fue ampliando en diversas direcciones con aportes de variadas escuelas que replantearon los objetos de estudio, métodos y recursos técnicos apropiados. Tal es el caso del examen de los procesos del conocimiento a través de líneas de desarrollo diversificadas, en las que se incluye también la cibernética. En otras derivaciones, como ha ocurrido con la psicología social, se han relacionado los estudios con los problemas de organización empresarial o con las esferas laboral y educacional, entre otros importantes aspectos de la formación y orientación en vigencia en las distintas facultades.

Queda claro entonces que los enfoques originales se han ido modificando y la necesidad misma de inserción en el campo del trabajo ha movido a los graduados a dedicar su ejercicio profesional a las nuevas áreas que se presentaban.

Por otra parte, cabe decir que el tratamiento de problemas como las adicciones o las conductas de violencia social no excluye para nada la contribución del psicólogo, como ocurre con frecuencia en formas de trabajo individual o en equipos interdisciplinarios.

Desde luego, siempre importa que exista en el ámbito universitario el afán de perfeccionar y enriquecer planes de formación por efecto de sus mecanismos institucionales. Otra vía fundamental es la evaluación metódica, proceso de acreditación que se halla en la órbita del Ministerio de Educación.

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