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La Nación: Editorial: Intolerancia en la UBA

Un grupo minoritario de estudiantes con escaso o nulo apego por las tradiciones democráticas acaba de frustrar, por segunda vez en una semana, la realización de la asamblea de la Universidad de Buenos Aires para elegir a su futuro rector.

En efecto, representantes estudiantiles de agrupaciones de izquierda que controlan la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) tomaron el Colegio Nacional de Buenos Aires e impidieron la reunión, en rechazo de la eventual elección del decano de la Facultad de Derecho, Atilio Alterini, quien contaría con los votos necesarios para convertirse en el sucesor de Guillermo Jaim Etcheverry.

 

Ante la ausencia repetida de garantías para que la asamblea sesione de manera pacífica, se ha abierto una etapa de incertidumbre sobre el proceso de elección del futuro rector, que no debería demorarse más tiempo, pues el mandato del actual titular caduca el 7 del mes próximo.

 

Quien resulte elegido rector de la UBA será responsable del futuro de más de 300.000 estudiantes, casi 29.000 docentes y 10.000 no docentes, 40 institutos de investigación y un presupuesto de algo más de 470 millones de pesos.

 

La primera convocatoria a la elección, el martes último, fracasó cuando grupos de izquierda -encabezados por el Partido Obrero y el MST- tomaron el colegio dependiente de la universidad e impidieron el ingreso de los representantes de los claustros de estudiantes, docentes y graduados para sesionar. Quienes lideran las protestas se oponen a la candidatura de Alterini, acusándolo de haber sido juez y funcionario municipal durante el último régimen militar, además de impugnar la asamblea por considerarla antidemocrática.

 

Arrogarse el derecho de impedir la realización de una asamblea en la que a todas las partes se les permita exponer sus posiciones, además de someter a votación a los candidatos de cualquier extracción política, es una demostración cabal del desprecio que algunos dirigentes estudiantiles tienen por la democracia. Con esa lógica podrían impedir del mismo modo la apertura de las mesas electorales, porque no aceptan la consagración de un candidato que figura como favorito.

 

Es incomprensible el camino seguido por las agrupaciones que controlan la FUBA, ya que Atilio Alterini, dos veces elegido decano de Derecho, fue designado profesor emérito de la UBA con el voto unánime del Consejo Superior, integrado por estudiantes que hoy cuestionan su candidatura y repudian su pasado.

 

El respeto por las reglas de la democracia exige aceptar las diferencias y, sobre todo, ante una eventual derrota electoral, acompañar la decisión de las mayorías.

 

Cabe esperar que la incertidumbre que enturbia la elección de las autoridades de la UBA sea superada rápidamente para evitar que esa casa de estudios caiga en una situación de crisis institucional que afecte su normal desarrollo. La nominación del rector debería ser la culminación de un proceso eleccionario ejemplar, sin interferencias ni actitudes teñidas de autoritarismo, que acompañe la tradición democrática abrazada por la sociedad argentina.

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