El hecho de que, desde 1989, no hayan existido en el país políticas nacionales para enfrentar el fenómeno del analfabetismo -que quedó sujeto a iniciativas aisladas, impulsadas por algunos gobiernos provinciales y organizaciones sociales y comunitarias- ha influido sin duda para que el problema haya cobrado las características antes mencionadas. Y a esto hay que agregar el aumento de la deserción escolar, los efectos de la reforma educativa y el contexto general de pobreza y marginalidad. De allí que, en este momento, convivan experiencias disímiles de alfabetización que, por otra parte, ya no consiste simplemente en preparar a una persona para que regrese al sistema educativo, sino también en devolverle la confianza en sus saberes, conciencia de sus derechos, manejo de la tecnología y una serie de habilidades más para poder tomar sus propias decisiones de una manera autónoma.
Por todo esto, el anuncio del gobierno nacional, a través del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, del lanzamiento del Programa Nacional de Alfabetización y Terminalidad de la Escolaridad Básica en septiembre próximo es muy alentador. Y es importante remarcar que se combinarán programas televisivos (28 de letras y 12 de matemáticas), de radio, videos, material impreso y provisión de útiles para 100.000 personas por semestre.
También es promisorio que, desde sus enunciados, el programa incorpore el conocimiento desarrollado por algunas ONG en sus trabajos de campo e investigación, y sobre la base de una red de voluntarios (estudiantes universitarios, maestros y jefes y jefas de hogar con título secundario).
En este sentido, y como ya lo hemos señalado en otra oportunidad en estas columnas, la Fundación Leer es un claro ejemplo de una organización que, desde 1997, ha logrado resultados concretos en iniciativas de alfabetización en distintos lugares del país. Su experiencia en más de 200 comunidades se centra en el fortalecimiento del proceso alfabetizador de los sectores más desfavorecidos. A partir del trabajo con los niños, sus programas impactan en los adultos y las comunidades que los rodean, insertando la lectura no sólo en la escuela, sino también en el hogar y en la comunidad. De esta forma, al mejorar el entorno presente de los niños, la fundación construye su mañana. Programas destinados a madres adolescentes, talleres para padres, fortalecimiento de líderes comunitarios como promotores de la alfabetización local y programas de capacitación de autoridades públicas son algunas de las estrategias que utiliza y que se alinean con la enunciada por el Gobierno.
Desde el Ministerio de Educación se han propiciado, desde hace más de un año, propuestas para que se produzca una articulación entre los sectores que están trabajando las mismas problemáticas, con el objeto de sumar esfuerzos y aprovechar las experiencias exitosas. Esperemos que en esta nueva iniciativa próxima a lanzarse la esperada articulación entre los distintos sectores de la sociedad sea una realidad y no tan sólo un enunciado más. De una firme decisión política y de todos los recursos, económicos y humanos, que a apoyarla se destinen dependerá que la educación en la Argentina sea una prioridad de todos.