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La Nación: Hallan compuestos que inactivan el virus de la fiebre hemorrágica

Es un estudio de científicos de la FCEyN

02 de agosto de 2005, 12:25.

Científicos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires estudian desde hace más de treinta años el virus Junín, agente de la fiebre hemorrágica argentina, que afecta en especial a pobladores del norte de la provincia de Buenos Aires, de un sector de La Pampa y del sur de Santa Fe y Córdoba, y es transmitido por roedores.

Recientes trabajos en ciencia básica probaron combatirlo con éxito in vitro utilizando compuestos traídos de Estados Unidos tras un convenio con el National Cancer Institute.

"De las treinta drogas recibidas, la investigación mostró que algunas -disulfuros y compuestos azoicos- inactivan el virus Junín y prácticamente no resultan tóxicas para la célula", destaca la doctora Elsa Damonte, del Laboratorio de Virología del Departamento de Química Biológica, en la Ciudad Universitaria, y enseguida agrega: "Por ahora, los estudios se realizaron in vitro en células".

"Este es un primer paso; el siguiente consiste en ensayar in vivo en animales y, por último, en el hombre si se logra sortear todos los obstáculos, que son muchos."

 

Un largo camino

Un largo camino resta recorrer a estos compuestos antivirales, que por el momento resultaron novedosos por la puerta de ingreso usada para inhibir el virus. Se trata de la proteína viral Z.

"Esta fue recientemente descripta y debe su nombre a la capacidad de poder unirse al zinc, que resultaría -entre otras funciones- fundamental para el ensamblaje y la estructura del virus", explica.

La lógica de la investigación consistió en atacar este blanco -la proteína Z- para desarmar el andamiaje del agente de esta enfermedad. Las armas de combate fueron compuestos que se estaban probando en Estados Unidos contra otro tipo de virus, el HIV, causante del sida.

"Los métodos usados para descubrir drogas antivirales han evolucionado en forma considerable en los últimos años, en particular debido a la necesidad médica de hallar componentes efectivos para el tratamiento de enfermedades asociadas con el HIV", señala Damonte, continuadora de la labor iniciada por la doctora Celia Coto, fundadora del laboratorio donde se llevaron adelante estos estudios.

Si este empujón que han tenido recientemente los antivirales permitirá alcanzar tratamientos efectivos en pacientes con fiebre hemorrágica argentina es uno de los interrogantes por dilucidar. "El estudio está enfocado a encontrar drogas antivirales específicas que hoy no existen contra esta enfermedad. En la actualidad, los casos se controlan con el denominado plasma de convaleciente, que logra buena respuesta del paciente, pero debe haber un diagnóstico rápido porque no es tan efectivo luego de 8 o 10 días de contraído el virus", precisa.

 

Vacuna y tratamiento

Esta enfermedad afecta a una de las zonas agrícolas más importantes del país. De abril a junio se registra un pico de esta dolencia que coincide con las cosechas y con el aumento de roedores salvajes como Calomys musculinus y Calomys laucha, reservorios naturales del virus Junín.

Estos animales contagian al hombre a través de su orina, heces o saliva. "Si una persona que está trabajando en el campo inhala estos desechos o le atraviesan la piel lastimada, puede contraer la enfermedad", indica.

Si bien resalta la importancia de que finalmente se lleve adelante la fabricación de esta vacuna para los 5 millones de habitantes de la zona de riesgo, la investigadora destaca: "No se debe desechar el tratamiento con drogas antivirales por el tipo de enfermedad. Aun con una vacuna efectiva, pueden aparecen ocasionales brotes motivados, por ejemplo, en un cambio de hábitos del roedor o por emergencia de nuevas cepas".

De aquí la conveniencia de hallar drogas antivirales para sumarlas al arsenal contra las fiebres hemorrágicas, ya que otros virus similares al Junín causan el mismo tipo de enfermedad en distintas regiones de América latina y Africa.

En la actualidad, su control también interesa a Estados Unidos. "El virus Junín aparece como posible agente de bioterrorismo en los programas de biodefensa norteamericanos", concluye Damonte.

Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires

 

Vacuna made in Argentina

Si bien los primeros casos de la enfermedad se describieron en la década del 40, fue en 1958 cuando un grupo de investigadores argentinos aisló el virus a partir de sangre y órganos de pacientes fallecidos en las áreas endémicas de la localidad bonaerense de Junín. De allí, su nombre.

Desde entonces no faltaron estudios abocados a dar con vacunas que, finalmente, obtuvieron la cepa Candid 1 (por candidata).

"En los años 70 -dice Damonte-, un proyecto internacional con los Estados Unidos, consiguió una cepa atenuada del virus que es la Candid 1. Hubo un ensayo piloto con buenos resultados en 6500 voluntarios. En 1991 se realizó una vacunación selectiva en la población rural de mayor riesgo que alcanzó a 200 mil personas. La inmunidad se mantuvo en los diez años posteriores, según estudios de seguimiento. Aparentemente la vacuna funciona, pero todavía no hubo en nuestro país nueva producción de dosis."

* Por Cecilia Draghi, Para LA NACION.

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