"El método de diagnóstico precoz más promisorio entre los que se están estudiando es el empleo de un marcador radiactivo que podría utilizarse en la población de riesgo -explica el doctor Víctor Frak, investigador argentino que desde hace alrededor de dos años reside en Canadá-. El inconveniente es que se trata de un estudio caro y que, al ser invasivo, su utilización en individuos normales plantea problemas éticos."
Frak, que en la actualidad es profesor del Centro de Neurociencias Cognitivas de Montreal e investigador del Centro del Movimiento de Québec, firma un trabajo que acaba de publicarse en NeuroReport y podría ayudar a dar una vuelta de timón en esta búsqueda: descubrió que los pacientes afectados por el mal pierden primero la facultad de imaginar un movimiento y luego la de realizarlo.
"Desde el punto de vista estrictamente científico, hasta hoy se sabía que una vez que la enfermedad está establecida el enfermo de Parkinson tiene problemas tanto para realizar el movimiento como para imaginarlo -explica-. Nosotros constatamos que incluso mientras todavía puede realizarlo ya tiene dificultades para imaginarlo, lo que hace suponer que la alteración de la imaginación precede a la de la acción. Tenemos elementos de sospecha genuinos."
Para llegar a esta conclusión, Frak y su equipo se guiaron por un "marcador" llamado "eje de oposición": es la forma en que se toma normalmente un cilindro vertical entre el pulgar y el índice.
"Comparamos la conducta de individuos sanos y enfermos -explica Frak. Primero, les ofrecimos el cilindro, y tanto unos como otros lo tomaron con la misma orientación. Luego retiramos el cilindro del campo visual y lo mostramos en la pantalla de una computadora, en forma horizontal, marcando con una figura circular los dos puntos de apoyo. Cuando les preguntamos si esos puntos permitían una toma fácil o difícil del cilindro, los sanos consideraron que la orientación era fácil cuando estaba en la misma orientación que la toma real. Pero los parkinsonianos no pudieron; para ellos, todas las orientaciones eran iguales."
Según el investigador, el experimento demuestra que existe una dicotomía entre la realización y la imaginación. "Ya se presumía que había dos vías anatómicas conectadas a los núcleos profundos del cerebro, una para el movimiento real, la otra para el imaginado. Con esta experiencia lo demostramos funcionalmente", dice.
Según Frak, lo notable de este resultado, además de que indica que hay una disociación temporal entre el componente real y el imaginario, es que ofrece un método sencillo, rápido, no invasivo, económico y fiable con el que se podría realizar el diagnóstico preclínico de la enfermedad.
"Este experimento fue posible gracias a conocimientos desarrollados en la Argentina en el Laboratorio de Neurobiología del Cemic -subraya-. Allí, en 2001, se filmó el movimiento en colaboración con laboratorios de Francia e Inglaterra, y así se determinó el eje de oposición."
Frak fue invitado a presentar sus resultados en el Congreso sobre Disfunciones Mentales en Mal de Parkinson que se realizará en octubre y en la reunión anual del Centro para el Análisis Evolutivo del Comportamiento Cultural de la Universidad de Southampton, Inglaterra.