Un lunes primero de agosto de hace cincuenta años comenzaba a dictar clases el Instituto Balseiro (IB), ubicado sobre la Avenida Bustillo, en San Carlos de Bariloche, un orgullo de la ciencia nacional del que ya egresaron 1300 físicos e ingenieros de amplia actuación en la investigación internacional.
El Balseiro, cuyos estudiantes son becarios y deben pasar un exigente examen para ingresar, es un instituto de excelencia. Desde su creación, tuvo 48 promociones de licenciados en física, 26 de ingenieros nucleares, dos de maestros en física médica, una de ingenieros mecánicos y cientos de doctorados en varias especialidades.
Ubicado en el predio del Centro Atómico Bariloche, de sus claustros egresaron varias celebridades de la ciencia. La más reciente es Juan Martín Maldacena, que luego de egresar y doctorarse en el Balseiro se convirtió en el profesor con tenure más joven de Harvard y actualmente es investigador en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, Estados Unidos. En 2004, otro egresado del Balseiro, Francisco de la Cruz, ganador en la Argentina del premio Konex de Platino y del Bunge y Born a la física, se convirtió en privilegiado miembro extranjero de la Academia Nacional de Ciencias de ese país. También es recordado Leo Falicov, de la primera promoción, que fue el mejor promedio de todos tiempos (10 absoluto).
Aníbal Blanco, profesor de Física de Reactores del instituto, señala que el lucimiento de los científicos del Balseiro fronteras afuera de Bariloche y del país es cosa de todos los días. "Uno se pregunta: «¿Cómo mi vecino va a estar haciendo algo tan importante en Japón, Europa o los Estados Unidos?». Es que el mundo está lleno de investigadores de 40 años salidos de Bariloche", señala.
Con sello propio
"El instituto [creado por el físico José Antonio Balseiro, que además fue su primer director y profesor de varias materias] siempre debió sortear momentos muy complicados -dice Blanco-. Un mes después de comenzar a funcionar derrocaron al presidente [Juan] Perón. En marzo del 62 murió Balseiro y dos días después derrocaron a Frondizi. No hubo cambio, por importante que fuese, que lo frenara."
El instituto depende de la Universidad Nacional de Cuyo, que financia los sueldos de los docentes. La Comisión Nacional de Energía Atómica aporta la infraestructura y paga las becas de los estudiantes, además de los sueldos de los profesores investigadores.
"Hoy cumple sus primeros cincuenta con una tradición de principios fundamentales, cultura propia, historias, personajes, que a pesar de múltiples vaivenes conforman una identidad que ha sido exitosa, y de la cual nos sentimos partícipes y orgullosos", dice Alex Fainstein, uno de los destacados físicos de la institución.
El IB es una institución pública cuyos principios fundacionales son la búsqueda de la excelencia, el hecho de que todos los profesores deben ser investigadores y todos los estudiantes se dedican exclusivamente al estudio. "José Antonio Balseiro transmitió, en los pocos años en que fue director del instituto, ideales de dedicación al trabajo, honestidad intelectual, pasión por la enseñanza, y compromiso con los objetivos culturales y de desarrollo tecnológico que fueron mantenidos por quienes lo siguieron", afirma Fainstein.
El instituto, además, ha dado lugar a emprendimientos como Invap, que son hoy un orgullo en el desarrollo de tecnologías de vanguardia en el área nuclear, satelital y de aplicaciones médicas, entre otras. "El IB recibe por año 30 nuevos estudiantes, pero podría recibir muchos más -dice Fainstein-. Yo sueño con un instituto creciendo hacia nuevas dimensiones, constituyéndose a partir de sus tradiciones en un polo de educación superior en física, ingeniería, biología, computación, con una visión tecnológica que dé lugar a la generación de muchos Invap, y en un centro del conocimiento que convoque en este marco de grandes bellezas a estudiantes y profesionales de todo el país y del mundo. Estamos en ese camino. Depende de nosotros y de las autoridades que los próximos 50 años sean tan exitosos como los primeros."