La comunicación entre las neuronas, operada principalmente por sustancias llamadas neuromoduladores, cumple un papel fundamental en nuestra vida mental. Cuando algo falla con esas sustancias, como en la depresión, ciertos fármacos pueden ayudar. Sin embargo, todavía se desconoce su mecanismo de acción.
Ahora, un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y del Conicet, en un artículo del Journal of Neurophysiology, explica qué hace la fluoxetina (nombre genérico del Prozac).
Las doctoras Lidia Szczupak, María Ana Calviño e Irene Iscla, del Departamento de Fisiología y Biología Molecular y Celular de la FCEyN, demostraron que la fluoxetina dispara, de manera coordinada, la actividad de las neuronas motoras. Pero como estudiar el sistema nervioso de los seres humanos no es sencillo, trabajaron en un organismo mucho más simple: la sanguijuela.
La depresión parece estar vinculada con una deficiencia del neurotransmisor serotonina, ya que se sabe que la mayor concentración del neurotransmisor en los espacios entre neuronas ayuda a que la persona se sienta menos deprimida. Para aumentar su concentración entre las neuronas, se administra una droga que impide su recaptación (como la fluoxetina, un "inhibidor de la recaptación de serotonina").
Sin embargo, no se sabe de qué manera se produce el cambio en el estado de ánimo del paciente. Lidia Szczupak, directora del equipo, explica que el sistema nervioso de todos los animales está organizado en tres niveles. Por un lado, el de las neuronas sensoriales, especializadas en captar información (lumínica, auditiva, táctil) del medio ambiente.
Por otro lado, las neuronas motoras, que comandan directamente la actividad de los músculos. Por último, pero no menos importante, las denominadas interneuronas, que operan como enlace entre las sensoriales y las motoras: evalúan la información sensorial y programan la respuesta correspondiente.
"Esto es universal, pero a medida que ascendemos en la escala zoológica la capa de interneuronas es cada vez más vasta y son más complejas sus interacciones. En los mamíferos el cerebro puede ser considerado puro nivel interneuronal", afirma Szczupak.
Los neuromoduladores, liberados por el sistema nervioso central, modifican las características de esas redes y tienen un gran impacto sobre la conducta, haciendo que un organismo esté, por ejemplo, más pasivo o más activo.
En efecto, cuando las investigadoras suministraban fluoxetina al sistema nervioso de la sanguijuela, observaban actividad en las neuronas encargadas del movimiento.
Un ejército disciplinado
"Trabajamos con una pequeña porción del sistema nervioso, un milímetro cuadrado, donde tenemos lo sensorial, lo motor y lo interneuronal", destaca Szczupak. Y María Ana Calviño detalla: "Lo que observamos es que el sistema estaría preparado para que cada neurona reciba serotonina y haga algo diferente. Pero en lugar de suceder algo caótico todo acontece en orden. Ponemos fluoxetina y a los pocos minutos las neuronas motoras empiezan a tener una actividad rítmica, sincronizada, debido a que se activa únicamente una vía de interneuronas".
Ante la presencia de fluoxetina, la serotonina producida por las neuronas entra en acción y el sistema nervioso se comporta como si se excitaran las neuronas sensoriales. Es como si el animal recibiera un estímulo sensorial que lo llevara, por ejemplo, a nadar para escapar de un peligro.
Hay una jerarquía en el sistema nervioso, y la fluoxetina, como droga, respeta esa jerarquía. No trabaja sobre todos los soldados posibles, sino que, de manera jerárquica, se dirige a la "plana mayor". Es decir, si la serotonina intentara activar todas las neuronas al mismo tiempo, el animal actuaría de manera caótica y descontrolada. Sin embargo, las interneuronas toman la delantera y dan la orden para que las demás actúen en forma coordinada.
Si bien es muy difícil extrapolar al cerebro humano lo que sucede en organismos muy simples, el doctor Pablo Argibay, director de la Unidad de Biología del Cerebro en el Instituto de Ciencias Básicas y Medicina Experimental del Hospital Italiano, señala que este trabajo permitiría elucidar mecanismos básicos de acción de la serotonina a través de su modulación por la fluoxetina. "Es más -subraya-, la acción «ritmógena» de la fluoxetina es interesante en relación con un fenómeno común en la enfermedad depresiva: la alteración de los ritmos endógenos o alteraciones cronobiológicas."
En algunos pacientes depresivos están notablemente alterados no sólo los ritmos del sueño y la vigilia, sino también la propia percepción en relación con el paso del tiempo y aun con sus propios movimientos. "Es como si algo se desincronizara en algunas formas de la enfermedad", compara el especialista, y agrega: "Este trabajo permitiría elaborar hipótesis para avanzar en el conocimiento del funcionamiento cerebral en salud y enfermedad".
Por Susana Gallardo , Para LA NACION
Centro de Divulgación Científica, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA
Un aliado de la medicina
La sanguijuela -un gusano que se alimenta de sangre y que desde la antigüedad es utilizado por la medicina para practicar sangrías- se sigue empleando con fines médicos. Por ejemplo, para mantener el flujo de sangre en el músculo, la piel y el tejido graso que se ha trasplantado. En los implantes, a veces se acumula sangre haciendo que la piel se enfríe, se torne azulada y se deteriore la circulación en esa región del organismo.