La FUBA ha justificado con dos tipos de argumentos su acción: la impugnación a uno de los candidatos, por una parte, y cuestionamientos a la proporción de representantes por claustros establecida en el estatuto desde 1958. La impugnación a un candidato, obviamente, no es una razón válida para impedir la asamblea; tampoco la representación, porque ésta debe ser motivo de una discusión posterior que culmine en una modificación de los estatutos. Hasta aquí, el razonamiento es formal y atiende sólo al aspecto jurídico-institucional de la UBA que debe ser atendido. Pero esto no resuelve la situación, porque las raíces del problema son éticas, académicas, políticas e ideológicas.
¿Está habilitado para ser rector de la UBA un profesor regular -requisito estatutario indispensable-que ha ocupado un cargo público durante el último régimen autoritario? Por una curiosa ironía, fue casualmente en la Facultad de Derecho, unos meses atrás, cuando el consejo directivo decidió excluir de la docencia al profesor Dagnino Pastore, que ejerció funciones de responsabilidad durante aquel régimen. Los consejeros directivos que votaron aquella exclusión, ¿pueden sostener ahora la candidatura de Alterini?
La FUBA tiene parte de razón cuando objeta la representación docente, porque efectivamente los profesores por concurso, únicos autorizados a votar, son pocos en relación con el conjunto de los docentes.
El problema no es la disposición estatutaria, porque ella garantiza la idoneidad a través del concurso público de antecedentes y oposición. La falta de profesores habilitados es la consecuencia de un largo período (entre 1986 y 2002) en el cual no se convocó regularmente a concurso. Recién estos últimos dos años se advierte un cambio significativo, que aún no ha tenido los resultados esperados.
La elección del rector es también una opción académica. Después de un rector profesionalista como el contador Schuberoff, la UBA eligió un investigador como Jaim Etcheverry para conducirla. La opción sigue abierta en esta elección.
Los días próximos deberían permitir un diálogo abierto entre la FUBA, los representantes de profesores y graduados y los candidatos, que atienda simultáneamente a estas cuatro dimensiones para que la asamblea elija el proyecto y el candidato que mejor represente a la UBA hasta el Bicentenario de nuestra Independencia.
Por Francisco Delich, Para LA NACIÓN. El autor fue rector de las universidades de Buenos Aires y Córdoba y es diputado nacional por Córdoba.
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28 de noviembre de 2024