El geógrafo Christian Ostrosky (32) rompe el hielo. "Cuando estás en el exterior, descubrís que hay algo más importante que un título académico: el amor de la gente que te quiere y te ayuda." Los jóvenes que lo rodean asienten. Inmediatamente, se arma el debate. Todos acaban de cursar estudios de posgrado en los Estados Unidos, gracias al programa de becas Fulbright. Están reunidos en la sede de esta institución para discutir sobre su reinserción en la vida profesional después de seis o diez años de estada en el exterior. A partir de la intervención de Christian, queda claro que el primer punto que se va a tratar durante la reunión poco tendrá que ver con lo académico.
En nuestro país, existe una generosa oferta de becas para completar estudios en el exterior. La Dirección Nacional de Cooperación Internacional, dependiente del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, ofrece información sobre programas de estudios en Alemania, el Reino Unido, Suiza, Eslovenia, Brasil, Chile, México y China, entre otros. Por su parte, el programa Fulbright, establecido en 1956 mediante un convenio firmado por los gobiernos de los Estados Unidos y la Argentina, lleva otorgadas más de 4000 becas a ciudadanos argentinos y norteamericanos que desean realizar una experiencia académica en otro país.
Quienes se postulan para estas becas lo hacen con el deseo de profundizar conocimientos y vincularse con culturas diferentes. En general, ven cumplidas todas sus expectativas. Pero a veces descubren que regresar no es nada fácil. Muchos hablan de un "shock cultural al revés". Después de adaptarse a un modelo cultural diferente, algunas características de la sociedad de origen pueden parecer inesperadamente extrañas. A eso se suma la dificultad de empezar a buscar trabajo otra vez. "De todos modos, todos se terminan ubicando –comenta Norma González, directora ejecutiva de la Comisión Fulbright–. Los estudios en el exterior generan mayor comprensión y amplitud mental. Y eso siempre implica crecimiento."
Javier Arano (37)
Obtuvo la beca para cursar un máster en dirección y guión cinematográfico en Nueva York. Mientras estaba estudiando, asistió, literalmente, al derrumbe del World Trade Center. Cuenta que estando tan lejos, en medio de semejante catástrofe, sólo pensaba en una cosa: "Volver y construir un vínculo más amoroso con mi familia". Terminó su posgrado y trabajó en producciones cinematográficas en los Estados Unidos y México. La conoció a María, becaria Fulbright originaria de Ecuador. Viajaron los dos juntos a ese país, se casaron y comenzaron a trabajar como documentalistas en las paradisíacas islas Galápagos. Pero Javier extrañaba a sus padres, y convenció a su mujer de viajar a la Argentina. El país no los recibió del mejor modo: llegaron a fines de diciembre del año pasado, justo para toparse con la tragedia de Cromagnon. El saldo del shock inicial fue un profundo proceso de conocimiento personal. "Contrariamente a lo que esperaba, mi mujer se adaptó a Buenos Aires –explica–. Pero el que no sabe muy bien qué hacer soy yo. De hecho, todavía no me reinserté laboralmente. Cuando estás afuera, nada está dado por sentado, nadie sabe tu historia. Pero en tu ciudad cada baldosa de la calle te devuelve la imagen de lo que sos. Que no siempre es la que más te gusta. El regreso me confrontó con todo esto."
María Zutara (37)
Hace diez años que dejó el país para realizar estudios de posgrado en ciencias de la alimentación en la Universidad de Vermont. Residió en los Estados Unidos junto con su esposo, nacido, como ella, en San Salvador de Jujuy. Partieron como pareja y regresaron como familia, ya que durante su estada en el exterior tuvieron a sus dos hijos. Justamente, para María lo más difícil de esta nueva etapa está ligado con la crianza. "En los Estados Unidos, existe una estructura legal que garantiza los derechos de los hijos –comenta–. Allá, los chicos iban a jardines dependientes de la universidad. Además, mi marido y yo teníamos una gran disponibilidad de tiempo para estar con ellos. Acá me encontré con bastantes dificultades para mantener ese tipo de vida."
De todos modos, María es optimista. "Estoy colaborando con la creación de una carrera de microbiología en la Universidad de Jujuy –cuenta–. Creo que se podría implementar una colaboración muy beneficiosa entre esta casa de altos estudios y los pequeños productores locales." Decididamente, se siente bien entre sus colegas. "La gente de la universidad piensa como yo y me ayudó mucho todo este tiempo. Al principio, yo extrañaba la agilidad norteamericana. Sin pensar que a veces eso implicaba vivir a un ritmo medio loco. Por suerte, ahora estoy empezando a disfrutar un poco más de los tiempos jujeños."
Guillermo Marro (38)
Una mixtura de emociones", dice sentir Guillermo, recientemente llegado de la Universidad de California-Davis, donde estudió seguridad informática. En esa mixtura hay algo de enojo. "No me gustaría seguir oyendo a los políticos decir que nos reciben con los brazos abiertos. Eso es una patraña. Vine con la ilusión de probar mi capacidad en mi propio país, y tuve que chocar con una situación absurda." El absurdo al que se refiere este enérgico rosarino tiene que ver con la ineficiencia burocrática. Antes de regresar definitivamente, Guillermo y su familia pasaron seis meses en Madrid. Todas sus pertenencias, mientras tanto, permanecieron en los Estados Unidos. "Pero cuando emprendimos el viaje hacia la Argentina nos encontramos con una ley que dice que luego de seis meses no se puede traer equipaje no acompañado. Entonces, yo me veía obligado a importar –o sea, pagar– mis libros, los álbumes de fotos, los juguetes de los chicos. En vez de sentirme bienvenido, me sentí violentado." Por fortuna, después de agotadores trámites, el mal trago se superó. Hoy asesora al programa nacional Sintys, destinado a procesar las bases de datos de todo el país. "Un sistema que brinda la información necesaria para brindar asistencia social", se entusiasma, en tren de ver cumplido el sueño que lo hizo regresar.
Datos útiles
La Comisión Fulbright recibirá solicitudes para la Beca de Investigación 2006 hasta el 16 de diciembre de 2005. Está dirigida a apoyar el trabajo de académicos que deseen desarrollar proyectos de investigación en los Estados Unidos. Información en www.fulbright.edu.ar .
Por Diana Fernández Irusta