“Renuncio ante la imposibilidad de conseguir un consenso para la sesión. No puedo garantizar una reunión civilizada”, manifestó Buzzi, que suspendió la convocatoria que había hecho. Su sorpresiva salida, y los azares del calendario, dejaron a la mayor universidad del país ante la inminente asunción del decano de Derecho, Atilio Alterini, en el lugar de Buzzi porque, con 69 años, es el decano que le sigue en edad. La semana pasada, Alterini, fuertemente cuestionado por los estudiantes que conducen la FUBA, declinó su candidatura a rector.
Sin embargo, Alterini decidió no aceptar esta nueva tarea. "Como desistí del honor de conducir los destinos de la Universidad mediante los votos de la mayoría de la asamblea universitaria, no voy a aceptar esta responsabilidad por un mecanismo de acefalía", dijo el decano en un comunicado.
Nuevo intento
Tras esta decisión, y por sucesión cronológica, mañana se hará cargo del Rectorado el decano de Farmacia y Bioquímica, Alberto Boveris, quien aspira a estar en esa función unas fugaces 24 horas.
Ayer, tras enterarse de la decisión de Buzzi -quien convocó a los decanos al Rectorado para comunicarlo-, 25 de los 28 consejeros superiores, entre ellos los decanos, se reunieron por más de dos horas y media en el Rectorado y alumbraron con dificultad un nuevo intento de salida de la crisis.
Convocaron a una reunión del cuerpo para mañana, a las 9, con un temario muy similar al que tenía previsto Buzzi, y sobre el que no había acuerdo.
De hecho, los dos primeros puntos del orden del día son prácticamente los mismos: informarse sobre el estado de los sumarios que se abrieron a los miembros del gremio no docente que se enfrentaron a los estudiantes el 2 de mayo, y constituir una comisión que reciba proyectos de reforma del estatuto, dos de los reclamos que hacen los estudiantes.
En el tercer punto está el nudo de los desacuerdos: la convocatoria determina que se elegirá vicerrector, y habría acuerdo para que sea el ex decano de Veterinaria, Aníbal Franco. Buzzi proponía convocar directamente a la asamblea universitaria, una opción que varios integrantes del grupo que de Alterini rechazaban.
En concreto, la salida de Buzzi pone en evidencia los enfrentamientos internos entre los distintos actores de este conflicto, que recrudecieron con la prolongación de la crisis.
"Hice lo imposible. Con esto se profundiza la crisis; hasta que las partes no piensen más en intereses personales que en el futuro de la UBA, vamos mal", dijo Buzzi. "Lo lamento mucho. No pude conciliar situaciones muy rígidas. Esto es un desgaste personal y un esfuerzo físico muy grande", explicó el decano, quien adelantó otro frente de conflicto. Su facultad, que hasta ahora integraba el grupo de apoyos de Alterini, deberá ahora reconsiderar la situación.
"Me queda un sabor amargo con todo esto. Pero la elección de vicerrector que aspiramos a hacer significa volver a un carril semiinstitucional", dijo Boveris, que desde hoy será rector a cargo, a LA NACION, mientras la reunión se daba por terminada y en la salida no se disimulaban las expresiones de preocupación y desconcierto.
Algunos cuestionaban la adecuación jurídica de la renuncia de Buzzi (ver aparte), otros se manifestaban en duros términos con respecto al decano, y los más preocupados analizaban cómo esta crisis "se va fagocitando a todos los que tienen que ponerse al frente. Anoche, no pocos agradecían al calendario no tener que hacerse cargo personalmente de encabezar la salida del caos. De hecho, Franco habría aceptado ser propuesto vicerrector después de haberse asegurado el consenso de distintos bloques, la izquierda incluida.
"No tenemos problemas con elegir a Franco, pero no queremos que se avance con la designación de secretarios", decía ayer un consejero de ese sector.
Ahora, la mirada se dirige hacia la FUBA, que en cuatro ocasiones impidió la asamblea y lo mismo hizo con la última sesión de Consejo Superior. Anoche, los estudiantes evaluaban qué posición tomar ante la convocatoria, aunque una movilización ya está prevista y el fantasma de que se repita la escandalosa ocupación de la sala de consejo sobrevuela todas las discusiones.
Los dos estudiantes de izquierda que integran el Consejo Superior no firmaron la convocatoria, como tampoco lo hizo Buzzi.
"Este es un golpe de la camarilla shuberoffista y de Apuba ante la idea de reformar los estatutos", interpretó Juan Pablo Rodríguez, uno de los presidentes de la FUBA. "Si no separan a la gente de Apuba, va a ser otro intento autista de buscar una salida unilateral", afirmó.
Por Raquel San Martín
El análisis de la noticia
Una tensión peligrosa, en el límite de la legalidad
La UBA inició ayer el tramo más peligroso de su crisis institucional, que está atravesando con una legalidad precaria y una legitimidad débil.
Tras la sorpresa de la renuncia de Buzzi, la salida de emergencia que se encontró -no sin dificultad-, de que el Consejo Superior virtualmente se autoconvocara para mañana no evitó que muchos deslizaran serios cuestionamientos.
¿Puede el decano Buzzi renunciar a una carga pública que está incluida, por estatuto, con su función misma de decano? ¿Puede hacerlo Alterini? Presentada su renuncia ante el Consejo Superior, pero suspendida su convocatoria, ¿quién se la aceptó? ¿Puede el Consejo Superior autoconvocarse?
Ante el abismo de la acefalía y el desconcierto de muchos, estas cuestiones se pasaron ayer por alto. Pero lo que este nuevo capítulo de la crisis está dejando en evidencia de manera descarnada son las fracturas internas y los intereses encontrados que siguen impregnando el conflicto y, aun al borde de la pérdida de la institucionalidad, siguen alimentando a muchos de sus actores.
Así, hubo quienes en el grupo que integra Alterini se sintieron amenazados por la forma expeditiva y firme con que el decano Buzzi asumió su función interina. No faltaron quienes comenzaron a sugerir su posible candidatura a rector, como figura de consenso, aunque él mismo repite que no fue, no es ni será candidato.
Aunque las candidaturas pasaron ayer a segundo plano, la danza de nombres ya permite a esta altura cualquier combinación, e incluye, por ejemplo, desprendimientos del grupo radical que podrían aliarse con partes de la izquierda.
Sin embargo, otros problemas se dibujaban ayer con más nitidez en el horizonte. Algunos mencionaban la intervención del Gobierno en la UBA -una expresión casi tabú- como posibilidad más cercana, si el conflicto continúa. La ley establece que una universidad puede ser intervenida por decisión del Congreso o por un decreto presidencial, ante "conflicto insoluble".
Mientras tanto, la parálisis empieza a tener consecuencias concretas: se acumulan los contratos vencidos del personal, y los docentes de varias facultades ya tienen sus sueldos atrasados varias semanas.
Por Raquel San Martín
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