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La Nación: Llegó una misión científica alemana

"Buscamos las mentes más brillantes", dijo Barbara Bludau, vicedirectora de la Sociedad Max Planck. La organización está formada por 78 institutos. Emplea a más de 4200 científicos y 9600 doctorandos y estudiantes. Tiene un presupuesto anual de 1300 millones de euros

12 de julio de 2004, 16:32.

Aunque acaba de descender del avión que la trajo desde Munich, la doctora Barbara Bludau, secretaria general de la Sociedad Max Planck (MPG) -gigantesca organización científica con más de cinco décadas de existencia, que comprende 78 institutos de investigación básica en disciplinas tan diversas como la biología, las humanidades y las ciencias sociales, agrupa a más de 13.000 científicos y estudiantes, y dispone de un presupuesto de más de 1300 millones de euros anuales- se muestra tan activa como debe estarlo en sus oficinas de la administración central, donde se ocupa de obtener fondos, identificar metas y lograr que cada una de las alrededor de 500 personas que trabajan bajo su mando hagan lo que tienen que hacer.

Bludau llegó ayer a Buenos Aires encabezando una delegación de alto nivel de MPG, que también incluye al vicepresidente de la institución, profesor Herbert Jäckle, a la señora Angelika Lange-Gao, de la dirección de relaciones internacionales, y a tres directores de institutos, los profesores Walter Stühmer, Tomas Jovim y Florian Holsboer.

Abogada y madre de un hijo de 20 años, Bludau no vacila cuando se trata de explicar los motivos de este viaje: "Es parte de nuestra política -afirma-. Siempre hemos sido muy, muy internacionales. Entablamos misiones de búsqueda en todo el mundo para ver dónde hay potencial científico, pero descubrimos que de todas maneras tenemos que ir más al extranjero para encontrar las mentes más brillantes, porque eso es lo que realmente cuenta; dónde está la gente de máximo nivel. Les preguntamos a nuestros científicos adónde es conveniente ir. Y luego nos fijamos en nuestros archivos dónde ya teníamos lazos y descubrimos que la Argentina estaba al comienzo de la lista. De modo que decidimos hacer nuestro primer viaje aquí, para visitar sus institutos, identificar los campos de interés mutuo y ver si podemos incrementar nuestros contactos científicos".

-Una de las preocupaciones de nuestros investigadores es que, por falta de presupuesto, no se pueden desarrollar a pleno las capacidades locales. ¿Cómo ven ustedes la ciencia argentina?

-Bueno... Eso es lo que quiero averiguar. Lo que sé es que ustedes no cubren todo el campo de las investigaciones, pero que en algunas áreas parecen tener científicos brillantes. El dinero es importante; lo sé muy bien porque soy responsable del presupuesto anual dentro de Max Planck, pero nosotros estamos pensando a largo plazo. Por eso fuimos a la China cuando nadie iba, por ejemplo... Vamos a un país cuando pensamos que hay trabajos científicos interesantes. Si hay dinero suficiente, mejor; si no, tal vez el país algún día invierta más en ciencia. Leí que las autoridades argentinas quieren llegar a una inversión en ciencia y tecnología del 1% del PBI y ojalá que así sea. Pero no estamos pensamos en días, sino en años.

-¿Cuál es la inversión de Alemania en ciencia?

-Nosotros invertimos un 2,56% de nuestro PBI, y no es suficiente: queremos llegar al 3%. Es que Japón invierte incluso más, alrededor del 4,56%, realmente mucho. Y estos son sólo porcentajes. Cuando uno se fija en la suma real que hay detrás de ese número, ve que Japón invierte tres veces más que Alemania y los Estados Unidos, seis. Es una cantidad enorme. Los países que tienen los recursos -y ustedes los tienen- deberían ejercer mucha presión política en este punto, porque si no empiezan ahora la brecha [con los países desarrollados] va a ser cada vez más grande.

-Usted mencionó que una de sus tareas es obtener los fondos de MPG. ¿Cómo hace?

-Nuestra financiación proviene en un 84% de fondos públicos, 50% del gobierno federal y 50% de 16 Estados. Eso quiere decir que todos los años tengo que negociar con el "grupo de los 17". Es un trabajo duro: tengo que reunir 1300 millones de euros anuales.

-¿Qué criterios utilizan para distribuir semejante cantidad de dinero?

-Nuestros 78 institutos necesitan cierto monto para subsistir, pero además tienen que financiar sus proyectos. Ellos tienen que presentar sus propuestas y normalmente el vicepresidente decide con asesoramiento de otros. Así se hace con los proyectos grandes y los pequeños. Estamos habituados a este proceso y lo hacemos anualmente. Luego, cada cinco años también realizamos el "Max Planck 2005 plus": nuestros científicos piensan qué van a hacer en 2010, plantean proyectos de largo plazo, y la Sociedad decide si invertir dinero en ese campo o no. A veces tenemos que cerrar líneas de investigación y establecer otros nuevos. Es un proceso crítico, pero funciona bastante bien.

-Ustedes se dedican íntegramente a la ciencia básica. ¿No se les critica que utilicen un presupuesto tan grande en investigaciones que no son redituables en el corto plazo?

-No; la Sociedad Max Planck es sólo una pieza en un rompecabezas de instituciones y universidades. Las universidades investigan y se dedican a la educación, y hay otras organizaciones que hacen sólo investigación aplicada. Alemania tiene 80 millones de habitantes. Nuestro pueblo necesita una institución como la Sociedad Max Planck si quiere ser exitoso y mantener su bienestar. Incluso las compañías tecnológicas necesitan de la investigación básica. Por ejemplo, un 50% de lo que Siemens vende ahora no había sido inventado hace cinco años. Ellos compran nuestras patentes; no todas, pero sí muchas de ellas.

-¿Qué tiene que tener un investigador para ingresar en la MPG?

-Las tres cosas más importantes son talento, talento y talento. Buscamos personas bien entrenadas, altamente motivadas e inteligentes. Alrededor del 30% de los científicos de nuestra sociedad [MPG] son extranjeros. Dentro de ese grupo hay una porción sustancial de argentinos.

-¿Cómo garantizan que sean altamente productivos?

-Tenemos un sistema de evaluación durísimo, el más severo que conozco. Cada dos años, un panel de científicos que no son de la Sociedad Max Planck, venidos de todas partes del mundo, verdaderos competidores, evalúan muy cuidadosamente nuestros institutos y escriben un informe para el presidente. Luego, cada seis años hacemos otra evaluación especial. Según el resultado, podemos retirar hasta un 25% del presupuesto de un determinado instituto. La presión es grande; no queremos gente con mentalidad de empleado público, que cumpla de 9 a 5. Pero, por otro lado, nuestros investigadores están muy respaldados; tienen suficientes estudiantes y buen equipamiento, por lo que tienen que producir muy buen trabajo.

-El año último, 54 científicos argentinos viajaron a diferentes institutos Max Planck. ¿Qué balance hacen de estas colaboraciones?

-No sé si produjimos un Nobel; es un poco prematuro... (Se ríe.) Tal vez dentro de unos años podremos presentar verdaderas historias de éxitos en el laboratorio surgidas de estos encuentros. Pero lo que ya sabemos es que se trata de una situación en la que todos ganamos. Ahora queremos profundizar estas buenas colaboraciones y ponerlas en contexto.

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