En tres años, un equipo de ocho investigadores del Hospital de Clínicas logró revertir en seres humanos la hipersensibilidad al hongo Penicillum notatum , ese moho de color verde azulado que suele formarse en las manchas de humedad de las paredes de casas y oficinas, en alimentos (pan, frutas, verduras) o en las puertas de las heladeras, y que también se utiliza para producir la penicilina.
\"Con la vacunoterapia administrada según estándares clínicos, estudiamos qué ocurre con los linfocitos de los sujetos alérgicos frente a las esporas de este hongo muy común -explica el doctor Angel Alonso, jefe de la División Alergia e Inmunología del Clínicas e investigador principal del estudio-. En tres años pudimos disminuir la sensibilidad de los linfocitos a esos agentes exógenos\", señala el investigador, que es profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
Esto permitirá prescindir del tratamiento de por vida con medicamentos habituales para el cuidado de las personas alérgicas, ya que normaliza el funcionamiento del sistema inmunológico que reacciona de manera excesiva ante una cierta sustancia externa.
El trabajo desarrollado por este equipo de investigadores médicos, químicos, biotecnólogos y bioquímicos, recibió el Premio Julio A. Crucianti 2004, de la Asociación Médica Argentina. La División Alergia e Inmunología también produjo antígenos para tratar la intolerancia a insectos, como las cucarachas, los ácaros, las vinchucas y los murciélagos.
En los últimos años, los especialistas decidieron migrar hacia los hongos. El Penicillum es uno de los tres ante los cuales reacciona un 7% de la población argentina que padece asma y rinitis. Ambas son afecciones que, con el tiempo, se vuelven crónicas.
Ocurre que cuando las personas con baja tolerancia al Penicillum respiran las esporas que se transmiten por el aire (en especial los días húmedos), los glóbulos blancos (linfocitos) producen una enorme cantidad de citoquinas, pequeñas proteínas que actúan como mensajeras y desencadenan las funciones de defensa del organismo. Ese excesivo aumento en la cantidad de estos mediadores produce la inflamación de las vías aéreas y los bronquios.
La investigación demostró que la inmunoterapia no sólo forma anticuerpos, sino que también normaliza los niveles de citoquinas en la sangre.
Para obtener la vacuna, el grupo cultivó cepas del hongo en un modesto laboratorio del hospital y procesó fracciones solubles del Penicillum , aptas tanto para grandes como para chicos \"porque son proteínas\", dice el investigador.
La terapia consistió en inyectar dosis cada vez mayores, una vez por semana durante tres años, a 20 pacientes de 22 a 57 años con diagnóstico de asma bronquial y rinitis. Además, el equipo utilizó dos grupos de control, de 12 y 20 pacientes cada uno: el primero recibió medicación oral o aerosoles para controlar la afección, mientras que el segundo sólo incluyó a pacientes sanos.
Se logró que los pacientes alérgicos construyeran una defensa orgánica contra el hongo. \"Vimos que empezaron a producir cada vez menos de esas sustancias y, curiosamente, a los tres años los linfocitos de los sujetos vacunados producían una cantidad de citoquinas casi similar a las personas no alérgicas\", comenta Alonso.
El equipo de trabajo, integrado por los doctores Krikor Mouchian, Julio Félix Albónico, Carlos Hugo Pionetti, Eduardo Mario Ludmer y Miguel Edgardo Battista, logró así el objetivo que buscaba: desarrollar una vacuna para reeducar el sistema inmune de un grupo de personas con una baja tolerancia genética a agentes externos, como la que padece el 20% de nuestra población.
Ahora, muy conforme con el logro alcanzado, el grupo intentará ir más allá con dos nuevas líneas de investigación. Por un lado, conocer qué parte del alergeno es la que desencadena el proceso alérgico, junto con investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Por otro, analizar qué genes están involucrados en esa respuesta, con la ayuda de otro equipo de la División Genética del Hospital de Clínicas.
\"La vacunoterapia para diferentes enfermedades está adquiriendo la relevancia que tuvo hace más de 100 años, cuando se empezó con la vacuna antivariólica, la BCG, la antitetánica y la antidiftérica \", concluye Alonso.