"La actualización médica exige hoy un enorme esfuerzo por el crecimiento exponencial del conocimiento, justo cuando el tiempo para adquirirlo es cada vez más escaso y las compensaciones económicas magras obligan a horarios extenuantes de actividad asistencial." En esta síntesis de Alberto Agrest, miembro de la Academia Nacional de Medicina y reconocido especialista en medicina interna, se percibe el dilema al que se enfrentan hoy los 120.000 médicos que -se estima- hay en la República Argentina.
De los 75.000 jóvenes que hoy estudian Medicina en el país sólo una cuarta parte tiene acceso a las residencias en el momento de su graduación. Las últimas estadísticas señalan que este año disminuyó en un 9,4% el interés de los jóvenes por esta carrera, en medio de un debate que involucra a las máximas autoridades del área sanitaria. El ministro de Salud, Ginés González García, se pronunció reiteradamente en favor de restringir el ingreso en las universidades. "La sociedad no necesita más médicos, sino mejores médicos", dijo. En el mismo sentido se expresó el doctor Miguel Salvioli, decano de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata, donde cada año más de 1200 jóvenes son aplazados en el examen de ingreso de esa casa de estudios. "No se puede hacer en Medicina un simulacro de enseñanza", expresó.
Se trata de una profesión que se enfrenta a permanentes exigencias de capacitación y también a los riesgos de un creciente número de juicios por mala praxis, que hoy afectan a uno de cada cinco médicos argentinos, por un monto de $ 3000 millones anuales.
Los jóvenes eligen esta carrera por vocación y por el prestigio que otorga su título. Pero también porque permite la combinación del ejercicio liberal de la profesión con la relación de dependencia y porque, a pesar del exceso de médicos, la demanda se mantiene y es permanente.
Por otra parte, hoy la profesión médica es sinónimo de pluriempleo: se superponen tareas y modalidades de contratación, que van de la relación de dependencia a los servicios prestados contra entrega de facturas, de la formalidad a la precariedad y de la atención de pacientes particulares -los menos- a otros con múltiples coberturas, como prepagas y obras sociales. Según datos de la Asociación Civil de Actividades Médicas Integradas, a partir de mediciones de organismos privados y proyecciones de datos públicos, el 55% de la población no cuenta con otro sistema de atención que el de la salud pública, donde muchos médicos trabajan ad honórem.
Consecuencias de la crisis
Para Carlos Hernández, secretario de Asuntos Universitarios de la Federación Médica de la Capital Federal y presidente de la Asociación Médica del Hospital de Clínicas, persisten consecuencias de la crisis de los últimos años. "Desde 1990 hasta hoy se perdieron 8000 puestos médicos en relación de dependencia en empresas del Estado que cayeron o se privatizaron. Y los sueldos, en particular en los hospitales universitarios o provinciales y en institutos de excelencia como el Roffo y el Lanari, se ubican en niveles apenas equiparados con el costo que el Indec le asigna a la canasta familiar. En cuanto a los honorarios que pagan las prepagas, no se actualizan desde hace 10 años", dice Hernández.
Poner consultorio, al menos para los más jóvenes, tampoco parece la opción más atractiva. Los costos fijos son altos y la retribución que reciben de los pacientes -vía obras sociales, mayoritariamente- es decepcionante. Con la presión de que en la mayoría de los casos se les exige atender hasta cuatro pacientes por hora.
El ejercicio profesional también se vio afectado por el cambio en el papel del Estado, que mantiene pocos hospitales nacionales, mientras las provincias y los municipios definen su política de recursos humanos. Eso influye en la política de residencias médicas, que dependen de cada jurisdicción. Los residentes son médicos que hacen su formación en una especialidad después de graduados. El sistema nació en los años 70 para actualizar los campos de la profesión más complejos. Históricamente hay plazas para un 25% de los médicos recibidos. "El resto se las ingenia", dice Guillermo Cossani (28 años), médico cirujano recibido en la Universidad Nacional de Córdoba, que transita el tercer año de la residencia médica en el servicio de Urología del Policlínico Bancario 9 de Julio, de la Capital Federal.
Su historia no difiere de las de casi 5000 jóvenes que egresan cada año de las 26 universidades del país donde se dicta la carrera (la oferta se triplicó en los últimos 10 años). "Los que no pudieron entrar en un sistema de residencia tienen que esperar un año para los nuevos llamados y trabajar en condiciones precarias en hospitales, servicios de emergencia, empresas de reconocimientos médicos u otros sistemas de salud que funcionan con lo mínimo", dice Cossani.
Diagnósticos y desafíos
Isaac Rivero, miembro de la Academia Nacional de Medicina y ex decano de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Cuyo, cree que uno de los principales desafíos es delinear el perfil de médicos que necesita el país. "Aunque antes habría que plantearse qué hacer con la salud. De esta pregunta saldría la necesidad de un plan integral que tuviera en cuenta la creciente pobreza, la desigualdad de acceso a los servicios y la falta de planes nacionales de formación de recursos humanos para la salud y de distribución geográfica de los distintos servicios", además de "la frecuente corrupción de los sistemas mutualizados y la ausencia de una política adecuada para el ingreso de los jóvenes en las carreras de la salud".
Para Agrest, las facultades de Medicina hacen mala práctica docente al no impartir ni evaluar adecuadamente el conocimiento de sus graduados. "El Ministerio de Salud matricula a los graduados sin evaluar su capacidad, y la habilitación profesional ocurre sin atender a las necesidades de la población. Se gradúa un número de estudiantes para los cuales no hay recursos docentes. Se habilitan profesionales en exceso, provocando la devaluación de la oferta médica y una distribución caprichosa que da como resultado localidades carentes de atención médica y otras con un médico cada 150 habitantes, como en la Capital Federal."
Según Agrest, es indispensable corregir las deficiencias de las facultades de Medicina y las carencias del hospital público, evaluar los servicios asistenciales de obras sociales y el sector privado y tener un censo actualizado del número de médicos y su distribución.
El lunes próximo / Ingeniería
Misceláneas
La Oficina Panamericana de la Salud recomienda un médico cada 700 habitantes. En la Argentina hay uno cada 330 en los principales centros urbanos y uno cada 150 en la Capital Federal, mientras que en varias regiones del país se encuentra apenas un médico cada 100 o 200 km2.
Cecilia Grierson fue la primera médica argentina y la primera mujer que obtuvo un título universitario en América del Sur. Egresó de la UBA en 1889. Otro gran médico argentino fue Francisco Javier Muñiz, recibido en 1822 y fallecido en 1871 combatiendo la epidemia de fiebre amarilla. El sitial número 1 de la Academia Nacional de Medicina lleva su nombre.
En el país hay 26 facultades de Medicina. De ellas, 24 otorgan el título de médico y dos -la Universidad Nacional de Córdoba y la Universidad Nacional del Nordeste, con sede en Corrientes- otorgan el título de médico cirujano. Diez son estatales y dieciséis, privadas. Solamente en la Capital Federal hay seis facultades de Medicina y en la ciudad de Mendoza, tres.
Experiencias
Isaac Rivero , Ex decano de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Cuyo
"Habría que plantearse qué hacer con la salud. De esta pregunta saldría la necesidad de un plan integral que tuviera en cuenta la desigualdad de acceso a los servicios."
Alberto Agrest , Miembro de la Academia Nacional de Medicina
"El Ministerio de Salud matricula a los graduados sin evaluar su capacidad, y la habilitación profesional ocurre sin atender a las necesidades de la población. Se habilitan profesionales en exceso."
Adriana Caillon, Integrante de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria
"Para asegurar la formación de un médico con capacidad para la atención, los estándares de acreditación exigen que los alumnos realicen 1600 horas de práctica."
Carlos Hernández , Presidente de la Asociación Médica del Hospital de Clínicas
"Desde 1990 hasta hoy se perdieron 8000 puestos médicos en relación de dependencia en empresas del Estado que cayeron o se privatizaron."
Por Carmen María Ramos, Para LA NACION
El título es el inicio de un largo camino
La práctica es clave para la formación
La polémica sobre los sistemas de ingreso en la universidad adquiere su punto más alto en Medicina, por su carácter de especialidad de interés público. En el país, las modalidades van del ingreso sin cupo, como en la Universidad de Buenos Aires (UBA), a sistemas de admisión selectivos, que incluyen cupos anuales de ingresantes: 120, en la Universidad Nacional de Cuyo, y 500, en la Universidad Nacional de Córdoba.
En el país, existen 26 carreras de Medicina. En 2000, todas menos la UBA atravesaron un proceso de acreditación que realizó la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau). Sólo dos alcanzaron el sello de calidad por seis años: las de las universidades nacionales de Tucumán y Cuyo. La mayoría lo recibió por tres años y tuvo que comprometerse a realizar reformas. Las principales objeciones fueron la excesiva cantidad de alumnos, deficiencias en los servicios hospitalarios para las prácticas de los estudiantes, falta de infraestructura, de docentes con dedicación exclusiva y escasas actividades de investigación.
"La política destinada a establecer el número de ingresantes a las aulas de la UBA es patrimonio de la Universidad, que siempre consideró el sistema de cupos inadecuado por injusto", afirma Salomón Muchnik, decano de la Facultad de Medicina de la UBA. "El sistema que se aproxima a lo ideal es aquel que puede albergar a todos los que están en condiciones de aprender. La presencia de un adecuado y perfeccionable sistema nivelador como el Ciclo Básico Común (CBC) permite el mantenimiento de un ingreso semejante al actual", agrega. Muchnik considera necesario un incremento del número de residencias médicas, dándoles prioridad presupuestaria sobre otros planes de formación, ya que su importancia es internacionalmente reconocida.
"Aunque el 75% de los médicos que se reciben no logrará un título de especialista a través de la residencia, los planes de estudio de las carreras de medicina avanzan hacia la formación de un médico general, no especialista, pero con un año de práctica en servicios de salud hospitalarios y extrahospitalarios, mejorando una formación en el ejercicio de la profesión, lo que antes sólo se obtenía con el trabajo en las residencias", dice Adriana Caillon, miembro del equipo técnico de acreditación de carreras de grado de la Coneau. "Para asegurar la formación de un médico con capacidad para la asistencia y la atención, los estándares de acreditación exigen que los alumnos realicen 1600 horas de formación práctica en las cuatro áreas troncales de la medicina, en hospitales o centros de salud, con supervisión, y luego de haber aprobado todas las materias del ciclo clínico. Ese tiempo de formación se llama práctica final obligatoria", explica.
Como la universidad argentina otorga títulos que habilitan para el ejercicio profesional en el grado, las academias y asociaciones médicas certifican y recertifican a los especialistas cada cinco años, en función de los antecedentes de formación y del ejercicio de la profesión durante ese tiempo.
El doctor Fernando S. Silberman, coordinador del Foro Nacional de Residencias Médicas y miembro de la Asociación Civil para la Evaluación y Acreditación de los Programas de Educación Médica de Posgrado, ambos con sede en la Academia Nacional de Medicina, dice que las sociedades científicas médicas utilizan distintos procedimientos aunque semejantes. "La Asociación Argentina de Ortopedia y Traumatología toma un examen teórico y práctico de la especialidad, al que se puede acceder acumulando puntajes. Los que lo aprueban, pasan a ser miembros certificados, y esto es avalado por el Concejo de Certificación de Profesionales Médicos", explica.
Este procedimiento se realiza cada cinco años. "Es el sistema que se utiliza en los países actualizados, donde los médicos deben certificar su especialidad a través de distintos procedimientos y cada tantos años demostrar que mantienen su certificación."
Maraña de honorarios
Las numerosas modalidades de contratación que caracterizan en la actualidad a la profesión médica se reflejan en la maraña de sueldos, honorarios y diferentes formas de pago que reciben.
El promedio de una prepaga por prestación en consultorio varía entre los $ 13 y $ 18. Si son obras sociales de primer nivel o de ejecutivos de empresa, pueden pagar entre $ 25 y $ 30 cada visita. En el caso de planes médicos superexclusivos, se le puede llegar a pagar al profesional hasta $ 60 la consulta.
Las visitas domiciliarias se pagan de $ 17 a $ 20, y $ 25 a $ 33 si son prepagas de primera línea. El precio varía en muchos casos según la antigüedad del médico y también algunas prepagas diferencian si se trata de una consulta de clínica médica o de especialidades. Las prácticas se pagan según el nomenclador de cada prepaga. Las obras sociales se guían por el nomenclador nacional, pero la visita en consultorio se paga, en promedio, $ 9. En lo que hace a prácticas médicas, un ejemplo puede ser una cirugía laparoscópica, que se paga de $ 700 a $ 1500 de honorarios (incluye al médico, al ayudante y a la instrumentadora).
Un médico residente cobra, en promedio, unos $ 800 por mes. Uno de planta de hospital universitario, como es el caso del Hospital de Clínicas, con 10 años de antigüedad y una carga horaria de 35 horas semanales, cobra $ 850; el jefe de departamento, con carga horaria de 40 horas semanales: $ 1200. Los médicos de hospitales municipales ganan más: $ 1400 en la mano.