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La Nación: Los que preparan la Súper Sopa para vencer a la desnutrición

Son estudiantes y docentes de Quilmes.

20 de marzo de 2006, 15:16.

Saben que para derrotar a la desnutrición se necesita mucho más que comer. Pero ellos aportan su granito de arena. Son docentes y alumnos de la Universidad de Quilmes que producen un alimento nutritivo, balanceado y a bajo costo: la Súper Sopa, que se consume en más de 300 comedores comunitarios.
 
Su objetivo es facilitar la tarea en los comedores. El precio es el costo del producto, calculado en unos 25 centavos la porción.
 
La finalidad del Programa Súper Sopa es producir un alimento enlatado, concentrado, bajo estrictos controles de calidad. Un plato de fácil preparación y que facilita una dieta variada, sin resignar un buen sabor. Ya entregaron 800.000 raciones.
 
La producción se realiza con alumnos de la carrera de Ingeniería en Alimentos, con la idea de capacitarlos. Elaborada sobre la base de hortalizas, carne vacuna como fuente de proteínas, en aporte calórico de materias grasas, arroz y arvejas, se obtiene la Super Sopa.
 
La idea surgió en una universidad de Brasil. "En San Pablo hay un convenio con el Mercado Central que les provee los excedentes de comercialización para producir alimentos con fines sociales", dice el director del proyecto, Juan Segura.
 
La Súper Sopa heredó el nombre de aquel proyecto que impulsó Hilda de Duhalde, a fines de los noventa. "En 1997 se compraron los equipos, pero no pasó nada -recuerda-. En 2002, con Chiche Duhalde como primera dama, se reflotó el proyecto, pero después se vio que no valía la pena hacerlo con excedentes de producción. Había que invertir."
 
El criterio donde del proyecto es simple: se paga a los quinteros que proveen la materia prima y se cobra, el precio de costo, a las entidades que reciben la sopa. "No estamos de acuerdo con el asistencialismo. Muchos estaban acostumbrados a que les regalaran los productos y encontramos que no había nadie que nos comprara las latas de sopa", señala Segura.
 
Sin intereses partidarios, no querían que se usara la sopa para ninguna campaña política. "Además, queríamos saber adónde iban las latas. El gobierno no nos apoyaba y los comedores no compraban. Entonces salimos a buscar padrinos", relata Segura.
 
Tienen una lista de padrinos que compran latas para enviar a distintos comedores y otra nómina de comedores sin padrino que reciben las latas de quienes quieren ayudar pero no saben dónde. En ambos casos, los interesados pueden comunicarse por el 4365-7100, internos 166 o 358, o enviar un e-mail a supersopa@unq.edu.ar.
 
Tuvo un debut inolvidable: la primera producción de la planta de sopa, de unas diez toneladas, fue destinada a los afectados por las inundaciones en Santa Fe, en abril de 2003.
 
"Sabemos que esto no elimina la desnutrición, porque ésta se resuelve asegurando que todos los hogares tengan un ingreso mínimo. El objetivo nuestro, más que nutricional, es social: la universidad quiere insertarse en la comunidad", dice el director al explicar que con la sopa se asegura la esterilización del alimento, tema vital para muchos comedores.
 
Fácil de preparar
 
Calculan que el plato de sopa cubre un 30% de las necesidades nutricionales de un chico. "Si le sumas una taza de leche, pan y una naranja, cubrís las necesidades. La gran carencia, por ser enlatado, son las vitaminas. Pero tiene un 10 % de carne y es una de las pocas maneras de hacer llegar la carne a una gran parte de la población", agrega.
 
La sopa se envasa en latas de cuatro litros que pueden almacenarse hasta dos años. La preparación es muy simple: se agrega el contenido de una lata en ocho litros de agua y se calienta hasta hervor. Así se preparan 50 platos de sopa. La planta tiene capacidad para producir unas cinco toneladas por día, pero por falta de financiamiento, produce esa cifra semanalmente. En la elaboración trabajan 13 estudiantes que cobran un sueldo de 450 pesos.
 
Sin recetas mágicas, estudiantes y docentes están conformes. En tres años, lograron producir 2.750.000 platos de sopa, capacitaron a 60 alumnos y se extendieron a otras provincias.
Por Cynthia Palacios De la Redacción de LA NACION

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