MENDOZA.- En nuestro país proliferan especies de plantas acuáticas que pueden convertirse hoy en un aliado para sanear aguas procedentes de pozos contaminados con arsénico, una verdadera amenaza para la salud.
Esta es la base de un proyecto de remediación con el uso de vegetales para mejorar la calidad del agua de consumo humano en Mendoza que acaba de obtener la aprobación y el apoyo financiero de la Secretaría de Ciencia, Técnica e Innovación Tecnológica de la Nación. Si se comprueba su eficacia, las empresas, cooperativas y municipios proveedores de agua potable se encontrarían con una alternativa sensiblemente más económica que los sistemas hasta ahora conocidos de disminución de arsénico.
Esto comenzará a desarrollarse en las próximas semanas y se extenderá hasta 2008 en laboratorios de la Facultad Regional Mendoza de la Universidad Tecnológica Nacional, que será parte del proyecto, y en pozos del nordeste provincial. Experiencias realizadas en Nueva Zelanda y EE.UU., y algunos ensayos preliminares hechos en Mendoza, permitieron determinar que plantas de los géneros Ceratofillum (pinito de agua), Myriofillum (milhojas) y Chara (chara) tienen una importante capacidad de retención de arsénico por medio de sus hojas. Pero en el estudio se buscará incorporar a las experiencias de laboratorio otras especies autóctonas del Litoral con la perspectiva de extender la novedad a esa zona.
"La fitorremediación es una posibilidad para que la población pueda consumir agua con niveles de arsénico menores que los que ahora se consumen", dijo a LA NACION el autor del proyecto, el ingeniero Claudio Rigoni, miembro del laboratorio del Ente Provincial de Agua y Saneamiento de Mendoza. El estudio consiste en "la selección y el uso de especies vegetales para extraer, asimilar, transformar y descomponer ciertos contaminantes para remediar suelos, sedimentos y acuíferos afectados".
Son conocidos los casos de contaminación de fuentes subterráneas de varios partidos bonaerenses como también del sur de Santa Fe, Córdoba y Santiago del Estero, entre otros. En Mendoza los puntos más críticos se localizan en los departamentos de Lavalle, Santa Rosa y La Paz, en el nordeste provincial, y en el de Malargüe, en el sur mendocino.
Los riesgos del arsénico
Según estudios médicos, el cuerpo humano es capaz de eliminar mediante la orina el arsénico presente en el agua, siempre que la concentración no supere el nivel de 0,05 miligramos por litro. Cuando se excede esa proporción comienza a acumularse en las vísceras y la piel, hasta el punto de provocar una intoxicación permanente conocida como hidroarsenicismo crónico regional endémico. Esta enfermedad puede causar la muerte, porque su avance predispone a la persona a contraer cáncer de piel, vejiga, riñón, hígado o pulmón. La alternativa que comenzará a ensayarse consiste en medir el comportamiento de las plantas acuáticas en un medio con alta concentración de arsénico en lo referido a la capacidad de retención que pueden alcanzar.
Se estima que en un término de 2 a 24 horas, algunas especies podrían retener importantes proporciones de arsénico y otros metales, como manganeso y flúor. Una de las experiencias se hizo en los EE.UU., donde los científicos determinaron que las especies de helechos Pteris vittata llegaban a reducir cerca de 100 veces los niveles de concentración de arsénico en el agua en un período de 24 horas.
En Nueva Zelanda se realizaron ensayos con idénticos resultados y ahora científicos de ese país asesoran a Rigoni en su proyecto. Especies autóctonas del nordeste provincial respondieron bien a las pruebas de laboratorio realizadas meses atrás, dijo el técnico.
Los pobladores del desierto en el nordeste mendocino son algunos de los más expuestos a la ingestión cotidiana de agua de pozos con rastros de arsénico. "Aquí tomamos un agua muy dulce y rica, pero es un crimen que tenga arsénico", dijo a LA NACION Raúl Guardia, un criancero de ganado caprino que vive desde que nació, hace 60 años, en el distrito La Asunción, departamento de Lavalle, de 250 habitantes. Comentó que extraen el líquido de un pozo semisurgente y señaló: "Cuando al principio nos dijeron que podía estar contaminada, nos asustaron, pero con el tiempo todo se olvida y seguimos tomando la misma agua".
Agregó: "Si, como dicen, van a venir con un nuevo sistema para tratar el agua, es una esperanza para todos nosotros, pero desde los tiempos de mis bisabuelos y abuelos aquí se toma esta agua y no nos enfermamos".
La aseveración de la familia Guardia hasta ahora no ha sido contradicha desde lo científico. El Ministerio de Salud de Mendoza no cuenta en sus registros con casos verificados de hidroarsenicismo crónico, pero esto no impide continuar la búsqueda de sistemas para mejorar la calidad del servicio, especialmente en poblaciones alejadas de la ciudad.
En otros métodos de disminución del arsénico conocidos en el país se emplearon fórmulas químicas como reacciones con cloro, utilización de sales de hierro o aluminio, tecnologías de membrana (ósmosis inversa), electrodiálisis y ablandamiento con cal. Respecto de la alternativa biológica que se pondrá en marcha en Mendoza, aquellos sistemas tienen la desventaja de producir residuos de arsénico y otros metales (yodo) que exigen un tratamiento y disposición final para evitar que contaminen el medio.
El diseño del lugar para el saneamiento es aún prematuro, pero en la imaginación de los responsables del proyecto aparece una pileta con el fondo cubierto por plantas acuáticas de donde sale el agua tratada para pasar de inmediato al proceso de potabilización y de ahí a la red domiciliaria.
Por Sergio Di María Corresponsal en Mendoza
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