Este cuadro lamentable se complementa con el aumento del número de estudiantes crónicos, una especie cada vez más extendida en las casas de altos estudios nacionales, superpobladas por alumnos que conservan la regularidad a pesar de no haber aprobado ninguna materia durante el año académico.
Los reiterados "bochazos" en los exámenes de ingreso en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) son una muestra de la primera barrera contra los sueños e ilusiones de miles de estudiantes. Pero no es la única, ya que, superada esa etapa, la deserción hace estragos en las filas universitarias. Según las últimas estadísticas en la universidad platense, sólo se gradúa uno de cada cuatro inscriptos y la mayor deserción se registra durante el primer año, con niveles que en algunas carreras roza el 50 por ciento.
El hecho de que menos del 30 por ciento llegue a la meta alarma y preocupa a las autoridades de esa universidad, donde existe un convencimiento pleno de que la situación se agrava día tras día. Sin embargo, cuanto sucede en la UNLP no es un caso aislado: en el resto de las casas de altos estudios se repite el cuadro, donde ocho de cada diez alumnos no terminan sus carreras. El problema del abandono universitario en la Argentina se manifiesta de manera clara y contundente si se lo compara con otros países de América latina. En Colombia, por ejemplo, ingresan en la universidad unos 150.000 estudiantes por año -casi la mitad de los de la Argentina- pero se gradúa la misma cantidad o más que en nuestro país: unos 79 mil por año. En Chile, con un tercio menos de ingresantes, egresan cada año 38 mil universitarios.
La cuestión de la deserción se puede relacionar con otra tendencia que a nivel nacional parece cada vez más acentuada: el de los estudiantes crónicos. De acuerdo con datos recientes del Ministerio de Educación, alrededor del 23 por ciento de los universitarios argentinos pasó 2004 sin aprobar ninguna materia, algo que se reiteró con características similares el año último.
En efecto, según registros en poder de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación, los estudiantes superiores de nuestro país tardan en promedio un 57 por ciento más de lo esperado para completar sus carreras, con el caso extremo de agronomía, donde ese nivel asciende al 80 por ciento.
La ley de educación superior establece que un alumno mantiene la regularidad cuando aprueba dos materias por año. Pero, a su vez, da carta libre a las facultades con más de 50.000 alumnos para que impongan ellas mismas su criterio de regularidad. La crisis vocacional con que llegan los jóvenes a la universidad, la combinación del estudio con las obligaciones laborales en un número elevado de alumnos, unidos a una educación primaria y media deficientes en general, son algunos factores que influyen en el abandono de la carrera. También contribuyen la escasa profesionalización de los profesores y los planes, programas y métodos didácticos desactualizados.
La deserción universitaria y los estudiantes crónicos constituyen un fenómeno complejo que debe ser abordado en toda su dimensión. Por ello, es de esperar que las autoridades educativas -con el debido respaldo político- adopten las medidas necesarias para revertir este preocupante cuadro que se registra en las universidades nacionales del país.
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28 de noviembre de 2024