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La Nación: Mejores perspectivas para los ingenieros, por la reactivación

Crece la demanda de profesionales especializados en conocimientos tecnológicos

"Lo que me gusta de mi carrera es la posibilidad que me brinda de generar trabajo y riqueza, y no ser sólo un empleado jerarquizado", dice Rafael Correa Luna, joven ingeniero mecánico egresado del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA).
Como primera experiencia laboral, Rafael (24 años) aceptó un puesto por 2000 pesos en el área de ingeniería de la automotriz Ford. Pero ahora está a punto de encarar una maestría, paso que considera necesario antes de emprender su propio proyecto laboral.
En tiempos en los que el trabajo estable y seguro cedió paso a la iniciativa individual, el ejercicio de la ingeniería ofrece renovados atractivos, de la mano de un escenario económico que muestra signos de reactivación.
Durante los últimos cinco años, la carrera mostró un estancamiento de la matrícula, que subió apenas el 1,2% para el total de las ingenierías, frente al casi 5% de crecimiento en el promedio general de las carreras universitarias, según datos de la Coordinación de Investigaciones e Información Estadística de la Secretaría de Políticas Universitarias, del Ministerio de Educación Ciencia y Tecnología.
Según estimaciones del Centro Argentino de Ingenieros (CAI), en el país habría unos 80.000 ingenieros.
Marcelo Rodríguez, director de Personal de SKF Argentina -la industria sueca que fabrica rodamientos-, se vio en apuros durante 2004 para incorporar ingenieros con el perfil más técnico que esta empresa exportadora estaba necesitando.
Ocurre que en los últimos años hubo menos interesados en la carrera pero además, entre quienes la eligieron, se registró una marcada tendencia hacia la ingeniería de gestión, por tener ésta un mayor campo de aplicaciones, en detrimento de otras especialidades más duras, que en muchos casos casi no tuvieron aspirantes.
 
Incorporaciones
En los años pico de la crisis, empresas como SKF no sólo no incorporaron ingenieros sino que, en muchos casos, los despidieron. Pero a partir del año pasado, la demanda empezó a crecer.
Hoy, el directivo reconoce que la empresa ha incrementado notablemente las búsquedas y que le resulta mucho más difícil encontrar ingenieros para el área de procesos industriales que para el área gerencial o comercial. José Luis Roces, vicerrector del ITBA, lo confirma: "En la actualidad, la demanda pasa por temas de especialidades tecnológicas y por disciplinas más duras y más específicas, en relación con años anteriores, en que estaba más vinculada a las áreas administrativas, contables o de servicios".
Para el ingeniero Roces, la crisis de empleabilidad de los ingenieros tocó un piso y se prevé una transición hacia la cual los jóvenes empiecen a entender que hay posibilidades de proyectos laborales mucho más interesantes por el lado de la ingeniería que de otras carreras. "Esta es una tendencia visible en el mercado laboral, lo que demuestra que los jóvenes en la Argentina van a reclamar cada vez más este tipo de formación", asegura.
La afirmación sorprende, porque una de las razones que se esgrimieron para explicar el debilitamiento en las vocaciones por la ingeniería fue la notable tendencia de los jóvenes, durante los últimos tiempos, a estudiar carreras más fáciles, sumado a la mala base con que salen de la escuela media en materias como matemática, física y química, fundamentales para poder sobrevivir dentro del sistema más allá de primer año. Según cifras oficiales, más del 50 por ciento de los ingresantes a ingeniería abandonan antes de concluir segundo año.
 
Optimismo
Con la apelación al desarrollo y al crecimiento se realizó en junio último la Semana de la Ingeniería, del Centro Argentino de Ingenieros, presidida por Eduardo Baglietto, ex presidente de Techint y de la Cámara Argentina de la Construcción. En su opinión, ya se observan mejores perspectivas y un repunte de la actividad, que brindará a los ingenieros un papel protagónico en la superación de la crisis.
"Pero se da la paradoja de que, mientras hay ingenieros desocupados por la desinversión de los últimos años, por otra parte faltan ingenieros con experiencia en las grandes obras de infraestructura que el país está necesitando y que, en la medida en que se concreten, dejarán al descubierto una fuerte carencia de estos profesionales para responder al repunte de la actividad."
Según datos del Ministerio de Educación, en 2003 se recibieron 6500 ingenieros, sumando todas las ramas de especialización. Un informe preliminar de la Secretaría de Políticas Universitarias de esa cartera, de noviembre de 2004, indica que un alto porcentaje de alumnos de ingeniería se insertan exitosamente en el sistema productivo antes de terminar la carrera, lo que determina un importante índice de abandonos antes de la graduación. El documento destaca que, en todo el país, sólo el 14 por ciento de los estudiantes de ingeniería se recibe en el tiempo previsto, mientras que el resto de los estudiantes demora entre 7 y 9 años.
"El problema es la cantidad insuficiente de ingenieros en relación con los requerimientos de una sociedad que debe diversificar su producción en busca de conocimiento y desarrollo", coincide Roberto Echarte, presidente del Centro Argentino de Ingenieros. Echarte señala la necesidad de volver a instrumentar la enseñanza técnica, una experiencia históricamente exitosa en el país y que, a su entender, nunca debió desactivarse.
El Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET) preparó un proyecto de ley de educación técnico-profesional, que ingresó a fines del año pasado en el Congreso. Ese proyecto no incluye la formación de ingenieros -ya que las instituciones y carreras universitarias se enmarcan en la ley de educación superior-, pero apunta a fortalecer la educación técnico-profesional, en particular la formación de técnicos medios y superiores, con objeto de elevar los niveles de calidad de la formación científica y tecnológica.
"Con este proyecto también buscamos facilitar los procesos de orientación y de formación de vocaciones tecnológicas, y ampliar la potencial matriculación en carreras de ingeniería, en sus diversas especialidades", dice la licenciada María Rosa Almandoz, presidenta del INET. Para este objetivo, Echarte también cree imprescindible fomentar las vocaciones hacia los estudios de ingeniería desde el nivel secundario. Pero nada se logrará si la escuela media no mejora su calidad y eleva sus exigencias y si la matemática y la física son asignaturas que se enseñan mal y se aprenden sólo para pasar de año", advierte.
 
El desarrollo de la carrera
Débil vínculo entre los claustros y la empresa
 
Cómo modernizar los planes de estudio
Más allá de datos promisorios, el ejercicio de la ingeniería ofrece realidades acuciantes, relacionadas con la creciente complejidad del conocimiento. Como señala el ingeniero Marcelo Sobrevila, miembro de la Academia Nacional de Educación y especialista en la enseñanza de la ingeniería, los jóvenes que ingresaron en 2005 a nuestras universidades para estudiar esta carrera comenzarán a graduarse en 2010 y tal vez se retiren de la vida profesional cerca de 2050, teniendo que operar sistemas y productos que todavía no se han inventado. "Se impone reflexionar con sentido estratégico acerca de la preparación de quienes serán responsables de la calidad de la ingeniería argentina en esos tiempos, dado que ella repercutirá fuertemente sobre la calidad de vida de todos los argentinos", dice Sobrevila.
Hasta hace unos quince años, se sostenía que el título de ingeniero en la Argentina era máximo. Las carreras tenían seis años de duración, con una carga horaria total de más de 6000 horas de clases. Los posgrados ingresaron tardíamente y sólo ahora que las carreras de grado han bajado a cinco años, comienzan a implantarse los sistemas de cuarto nivel universitario.
"El comportamiento de la profesión ha sido la especialización en el grado y va a seguir siendo así, pero la idea es tratar de acotar esas especialidades a las reales necesidades del modelo productivo y no a las necesidades del marketing universitario", dice Juan Carlos Pugliese, secretario de Políticas Universitarias de Educación.
"Resulta necesaria una revisión general de la enseñanza de la ingeniería en la Argentina, para adecuarla a los avances científicos, tecnológicos y a los cambios en los esquemas económicos, productivos y sociales ocurridos en los últimos quince años en nuestro país y en el mundo", dice el ingeniero Enrique Arnau, presidente del Consejo Federal de Decanos de Ingeniería (Confedi).
La Universidad Tecnológica Nacional, en su Facultad Regional Buenos Aires, ha iniciado encuentros de reflexión sobre este tema y la Facultad Regional General Pacheco encaró el apoyo concreto a las pymes, para consolidar la relación entre la universidad y la empresa, hoy todavía muy débil en el país.
 
Oferta y demanda
El mercado los quiere jóvenes  
 
Según el "Informe estadístico sobre búsqueda de profesionales" que Liderar Consultores publica mensualmente, la demanda de ingenieros constituye aproximadamente un tercio de la demanda total de profesionales. Se requieren principalmente ingenieros jóvenes -en un 60 por ciento-, mientras que el 40 por ciento restante incluye solicitudes de seniors, mandos medios y gerencias.
"Hacemos notar el gran crecimiento de los pedidos de ingenieros civiles a raíz de la recuperación de la construcción", dice Alfredo Bernardi, director de Liderar Consultores.
"Se puede estimar en $ 1500-$ 2000 mensuales el promedio salarial de un profesional joven; en $ 2000-$ 3500 el de un senior y en $ 4000-$ 6000 el de un mando medio."
 
Miscelaneas  
 
En el país estudian ingeniería 163.932 alumnos, de los cuales 148.370 lo hacen en 35 instituciones de gestión estatal (que incluyen el Instituto de Enseñanza Superior del Ejército, el Instituto Universitario Aeronáutico y el Instituto Universitario de la Policía Federal Argentina) y 15.553 en 26 instituciones de gestión privada, según datos de la Coordinación de Investigaciones e Información Estadística de la Secretaría de Políticas Universitarias, del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología para 2003.
La primera promoción de ingenieros egresados de la Universidad de Buenos Aires fue la de Luis A. Huergo, quien obtuvo el diploma número uno el 6 de junio de 1870. A ello se debe que el 6 de junio se celebre anualmente el Día de la Ingeniería Argentina.
El ingeniero Huergo contribuyó a formar, en marzo de 1895, el Centro Nacional de Ingenieros, hoy Centro Argentino de Ingenieros.
Otros ingenieros destacados de nuestra historia: Guillermo White, Otto Krause, Luis J. Dellepiane, Nicolás Besio Moreno, Enrique Butty, Francisco García Olano.
* Por Carmen María Ramos, Para LA NACION

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