En una decisión que abre un escenario aún más incierto para la vapuleada Universidad de Buenos Aires (UBA), el decano de la Facultad de Derecho, Atilio Alterini, desistió anoche de su candidatura a rector, con la intención de hacer “una contribución para que se destrabe el conflicto”.
Alterini comunicó ayer su decisión al resto de los decanos y consejeros que acompañaron su postulación, un grupo heterogéneo que llegó a reunir tantas voluntades como para imponer su nombre en primera vuelta.
“He aparecido como coraza protectora de un grupo y como argumento de los violentos para ocultar sus verdaderas intenciones” –dijo Alterini a LA NACION. “Mi renuncia va a posibilitar que se aclare el panorama–.”
Durante los 50 días que lleva la crisis institucional en la UBA, Alterini concentró la oposición de los estudiantes de izquierda que conducen la FUBA, que ya impidieron cuatro veces la realización de la asamblea universitaria y la elección del vicerrector.
Tranquilo, Alterini se preocupó ayer por dejar en claro que la coalición no está en peligro. “El grupo está unido porque no nos unen intereses sino convicciones. Sigo siendo un actor universitario y voy a trabajar apoyando este proyecto desde otro lugar”, afirmó. “Quiero evitar seguir siendo un argumento para postergar la normalización de la UBA”, dijo. Alterini tomó la decisión después de participar en una nutrida concentración, que se realizó al caer la tarde frente al edificio del Rectorado, en Viamonte al 400, "en defensa de la UBA".
Convocados por el grupo hasta ayer "alterinista", con velas encendidas y una gigantesca bandera argentina sostenida entre muchos a lo largo de la calle -colmada totalmente entre Reconquista y San Martín-, decanos, profesores, graduados y estudiantes pidieron "que la violencia no gobierne la UBA".
"No estamos reunidos para sostener un nombre, sino para defender la normalización de la UBA", dijeron, antes de cantar el Himno Nacional y escuchar las palabras del profesor Fernando Sabsay.
En la calle, mientras tanto, algunos de los miembros del grupo ya anticipaban noticias para el final del día. "Estamos mal", confesaba un miembro del grupo con preocupación.
"Tengo la esperanza de que a partir de ahora se encuentre una salida a la crisis", comentó Alterini a LA NACION horas más tarde. "Hago un sacrificio para que se solucione el conflicto", dijo.
Abogado recibido en la UBA, especialista en derecho civil, profesor emérito de la casa, Alterini, de 69 años, fue presidente del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal entre 2000 y 2002. Este año comenzó su segundo período como decano, para el que fue elegido con el 72% de los votos.
Desavenencias internas
Al comienzo de la crisis, los estudiantes rechazaron la participación de Alterini como juez y funcionario durante la última dictadura militar. También cuestionaron que en el grupo que lo acompaña, entre radicales, peronistas e independientes, se cuentan representantes del "shuberoffismo". Sin embargo, en las últimas semanas los reclamos estudiantiles fueron cambiando hacia "la democratización de la UBA" y la reforma del estatuto.
Mientras las acusaciones iniciales de la FUBA hacia Alterini habían fortalecido al grupo e incluso le habían acercado nuevos adherentes, la extensión del conflicto en el tiempo motivó desavenencias internas, que se hicieron evidentes en los últimos días, entre los partidarios de una línea más "dura" y los más inclinados a negociar con los estudiantes y los sectores de izquierda.
La semana última, quince miembros del grupo que apoya a Alterini -él mismo incluido- pidieron al decano de Medicina, Alfredo Buzzi, a cargo del Rectorado, que convocara a una reunión del Consejo Superior para hoy por la mañana, con acceso restringido y presencia policial. Buzzi, que se negó a este último pedido, les pidió que reconsideraran la propuesta y retomaran "el camino del diálogo".
Su idea era dejar pasar más tiempo antes de convocar a una nueva reunión, después de que los estudiantes ocuparan la sala del Consejo Superior e insultaran fuertemente a los consejeros.
Marcha atrás
Ayer, ante las amenazas de la FUBA de volver a impedir la sesión y sin acuerdo alguno a la vista con los estudiantes, nueve de los firmantes del pedido inicial dieron marcha atrás, por entender que no existían garantías "para que se pueda sesionar en condiciones normales".
La decisión, que no fue compartida por todo el grupo, se tomó después de una reunión que algunos decanos mantuvieron en el Ministerio de Educación, según pudo saber LA NACION, en la que se les pidió flexibilizar algunas posiciones para disminuir la virulencia del conflicto.
Aunque el gobierno nacional viene manifestando públicamente su intención de no intervenir en el conflicto de la UBA, se sabe que cerca del presidente Néstor Kirchner no se ve con buenos ojos a Alterini.
Hacia dentro de la coalición, por otra parte, muchos quisieran acelerar la vuelta de Buzzi a su facultad, un hombre de perfil bajo, hasta ahora, y de posiciones moderadas, porque lo ven "demasiado ejecutivo".
En pocos días, aceptó las renuncias de los secretarios salientes, nombró algunos subsecretarios, puso fecha para que las comisiones del Consejo Superior comiencen a funcionar y convocó a todos los decanos y consejeros a encontrar "puentes para el diálogo".
La renuncia de Alterini seguramente causará euforia en las filas estudiantiles. "Pueden tomarlo como les plazca. Yo no lo vivo como una derrota, porque me han investigado hasta el ADN y no han encontrado nada", señaló el decano. Según dijo, "creo que el debate por el estatuto debe darse después de que se elijan las autoridades".
Por Raquel San Martín
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