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La Nación: Opinión: Es prioridad evitar los sectarismos

La Reforma Universitaria bregó desde su nacimiento, en 1918, por la democratización del gobierno de la Universidad, para lo cual sostuvo que del mismo debían participar los claustros formados por los docentes, graduados y alumnos.

12 de abril de 2006, 14:34.

Tal régimen fue receptado por la Universidad de Buenos Aires, cuyo último estatuto, aprobado en 1958 y que se halla vigente, lo reafirma específicamente. Ese instrumento normativo prevé que el gobierno de la misma estará conformado por la Asamblea Universitaria, el Consejo Superior, el rector y los consejos directivos y decanos de las respectivas facultades. En particular, interesa destacar que la asamblea está formada por los 236 miembros que componen el Consejo Superior de la Universidad y los consejos directivos de las facultades.
 
Dicha asamblea tiene, entre otras atribuciones, nombrar al rector, para lo cual se requiere la mayoría absoluta de la totalidad de sus integrantes en una primera sesión y la mayoría de los presentes en una segunda. Si en ambos momentos no se logra la mayoría requerida se practicará una nueva reunión en la que la elección se circunscribirá a los dos más favorecidos en la última votación. En esta instancia triunfará el postulante que alcance la mayoría simple.
 
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Así descripta la situación legal y estatutaria que rige la nominación del rector y que es, por lo tanto, la que se debe aplicar en el presente, cabe interrogarse acerca de por qué en la primera convocatoria para que la Asamblea designe a la máxima autoridad de la Universidad aquélla no pudo cumplir su cometido. Ello se debió a que sectores minoritarios impidieron su realización expresando su oposición a que fuera nominado para el cargo quien aparecía con las mejores posibilidades para lograrlo. El candidato de marras es el decano de la Facultad de Derecho, doctor Atilio A. Alterini, quien por su eficaz desempeño fue reelegido en esa función, con el apoyo de estudiantes, egresados y profesores.
 
Además, por la relevancia de su obra y destacada labor docente, recibió la más alta distinción al ser designado profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires, a la que dedicó su esfuerzo e incuestionable capacidad. Tiene suficientes antecedentes, sin menoscabo de otros distinguidos académicos, para acceder a la conducción de la tan prestigiosa alta casa de estudios.
 
Luego del episodio aludido, el Consejo Superior decidió una nueva convocatoria para lograr la realización de la Asamblea Universitaria que tampoco pudo efectivizarse, resultando llamativo, en esta oportunidad, que el ministro del Interior dispusiera el retiro de las fuerzas policiales, lo cual facilitó la acción de los mencionados grupos minoritarios.
 
Estos, en una clara exhibición de conducta antidemocrática, pretenden imponer su criterio en desmedro de las preferencias de la mayoría. Es de esperar que, ante una nueva convocatoria para la constitución de la asamblea, los díscolos cambien su actitud e imperen la cordura y la responsabilidad para que, en un clima de convivencia democrática, aquélla pueda cumplir su finalidad. Es imprescindible preservar a una institución que es señera en la formación universitaria, para lo cual será necesario deponer los sectarismos.
 
Con los agravios y las conductas autoritarias solamente retrocederemos. En cambio, mediante el respeto a las mayorías y la tolerancia hacia las minorías construiremos un sólido acervo democrático. Quizá valga tener presente un pensamiento de André Maurois: "Es más fácil excomulgar a los que no piensan como nosotros que refutarlos".
Por Félix Loñ, Para LA NACIÓN. El autor es profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Buenos Aires.

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