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La Nación: Opinión: Una universidad para el río Uruguay

Supongamos que los presidentes rioplatenses finalmente se encuentren y el conflicto de Gualeguaychú-Fray Bentos entre en canales medianamente negociables. Supongamos que finalmente se realiza el informe técnico faltante sobre la eventual contaminación de las aguas.

06 de abril de 2006, 13:31.

Supongamos que las empresas papeleras se comprometen a responder a cánones internacionales sobre el control y la depuración de sus desechos. Supongamos que para culminar los detalles encontramos un amigable componedor, que bien podría ser Brasil –vista su experiencia en negociación, que nosotros no poseemos– o, en su defecto, el ex presidente Ricardo Lagos, que demostró ser un verdadero estadista y culminó su gobierno con el general beneplácito de la población chilena.
 
Lo que cabría entonces sería asumir los rescoldos psicológicos del conflicto para elevarnos a un punto de integración mucho más amigable y verdadero. ¿Podríamos imaginar una universidad binacional con sedes en Fray Bentos y Gualeguaychú, centrada exclusivamente en los temas sobre los que se planteó el problema?
 
Lo que estoy pensando no es en modo alguno una universidad profesionalista, sino otra exclusivamente de posgrados, de muy alta calificación en los asuntos atinentes al río Uruguay. Lo que imagino es una articulación de tres departamentos universitarios: el primero, de Ecología; otro, de Asuntos Hídricos, y el tercero, de Biología Fluvial. O sea que, aparte de unos estudios ecológicos como no existen en nuestro medio, deberían incorporarse un departamento que estudiara la geopolítica y otros que estudiaran la economía del agua, la ingeniería hidráulica y el termalismo.
 
¿Por qué el termalismo? Porque aguas arriba están las termas de Federación, en la Argentina, y las de Daymán, Salto y Arapey, en Uruguay. Los estudios biológicos podrían centrarse en la cuenca del río Uruguay, entendida como un ecosistema único.
 
¿De dónde surgirían los profesores para tamaños estudios? Pues, aparte de las universidades de Buenos Aires están las tres de Montevideo y la de Rosario. Concepción del Uruguay tiene dos universidades, y la de Entre Ríos, al sur de Paraná, en Oro Verde, dispone de la única Facultad de Biotecnología del país. Y aparte está, unos kilómetros más al Sur, la exquisita Universidad Adventista de Villa General San Martín.
 
¿De dónde saldrían los recursos? Pues una universidad binacional tendría que ser financiada en partes iguales por los dos países. Y además se podría contar con el financiamiento, más que adicional, de las estructuras administrativas creadas a partir del reciente Congreso del Agua, celebrado en México.
 
Mi sugerencia cerraría imaginando que esta universidad podría llevar el nombre de José Gervasio Artigas, con quien los argentinos tenemos una gran deuda pendiente. Artigas, en 1812, instruyó a sus diputados, que tenían que venir a Buenos Aires para la Asamblea del año siguiente, con directivas precisas que, leídas con ojos contemporáneos, parecen el mejor anticipo a ese Tratado de Asunción que dio nacimiento al Mercosur. Buenos Aires, por supuesto, negó validez a los diplomas de los diputados orientales, como si su legitimidad fuera diferente de la de todos los demás, que venían designados a dedo.
 
Vencido ese mismo año Artigas por los portugueses, encabezó un éxodo civil de la Banda Oriental a Entre Ríos, lo que hoy la historia uruguaya denomina “el éxodo del pueblo oriental”.
 
Hacia 1820, Artigas volvió a cruzar a Entre Ríos, donde el Supremo Entrerriano lo persiguió a muerte y traicionó el carácter de Protector que hasta ese momento había tenido el caudillo oriental. Este cruzó a las Misiones y en 1820 se internó en Paraguay, donde el dictador Gaspar Rodríguez de Francia lo confinó a un pueblito rural muy al norte de Asunción, en el que sólo se hablaba guaraní y al que sólo llegaba el diario hiperoficialista El Paraguayo Independiente, dedicado a las noticias nacionales.
 
Hasta el fin de sus días, en 1850, Artigas se declaró partidario de la Confederación con reconocimiento de la autonomía uruguaya. Como Uruguay se independizó en La Florida, a partir de 1830 tuvo un gobierno propio. ¿Se habrá enterado fehacientemente José Gervasio de lo acaecido en su país?
 
Por eso imagino que una eventual universidad binacional debería llamarse José Gervasio Artigas.
*Por José Luis de Imaz, PARA LA NACIÓN. El autor es doctor en Sociología.

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