Unos 4900 egresados por año, ¿son muchos o pocos a la hora de buscar trabajo en un país con creciente demanda de servicios psicológicos y decreciente posibilidad económica de afrontarlos?
Se dice que la Argentina es un país de diván caliente pero, también, que los psicólogos son como la televisión por cable, es decir, lo primero que se corta cuando el bolsillo se achica.
El Censo Nacional Económico, cuyos datos acaba de publicar el Indec, arrojó que en el país hay 63.804 psicólogos matriculados. Esto da un promedio, en el nivel nacional, de un psicólogo cada 605 habitantes. Pero como en la Capital Federal se concentra un poco más de la mitad de ese total -35.602 psicólogos- aquí el promedio varía drásticamente y se ubica en el orden de un psicólogo cada 85 habitantes, mientras que en Corrientes es de uno cada 5273, y en Córdoba de uno cada 2835.
La psicología es la profesión que tiene mayor cantidad de matriculados, después de medicina, abogacía y ciencias económicas. Esto, sin embargo, no sería sinónimo de una buena cobertura para la atención psicológica de millones de personas.
Al menos eso es lo que sostiene la licenciada Silvia Storni, presidenta de la Federación de Psicólogos de la República Argentina, creada en 1977, que incluye a colegios y asociaciones profesionales de veinte provincias.
"En los últimos años se observa un incremento significativo de la demanda de atención psicológica, pero es insuficiente la cantidad de psicólogos que trabajan a nivel público, nacional, provincial o municipal", dice. Esto, a pesar de que en los hospitales públicos, se calcula que el 85% de los profesionales de los servicios de salud mental son psicólogos.
"Si bien el número es significativo, las condiciones laborales no son las ideales, ya que en un altísimo porcentaje ese plantel no es rentado", dice Storni. "Si a esto se suma que las grandes obras sociales, por ejemplo el PAMI, no ofrecen atención psicológica ambulatoria, se reducen aún más las perspectivas de inserción laboral", se lamenta.
El actual contexto económico reduce significativamente la posibilidad de los potenciales pacientes de afrontar consultas privadas. Por otra parte, los aranceles de las obras sociales impuestos por un nomenclador que no se actualiza desde hace 10 años, también levantan un muro entre los profesionales y la gente.
Según datos de la Coordinación de Investigaciones e Información Estadística de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación, 60.000 estudiantes cursaban la carrera de psicología en el año 2003 en siete universidades públicas y 24 privadas de todo el país, con una matrícula, en general, en crecimiento.
Esto significa que el interés de los jóvenes por seguir psicología no se ha debilitado, a pesar de las dificultades de inserción laboral, del alto porcentaje de profesionales que trabajan ad honórem en los sistemas públicos de salud, de la relación conflictiva que establecen con los prestadores, y de la competencia desleal que les oponen algunos pseudoprofesionales, al invadir áreas tradicionalmente consideradas de la incumbencia de los psicólogos.
Aumento
En la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, según el censo 2004, cursan 18.565 estudiantes, que representan el 6,3% de la población estudiantil de toda la Universidad. El 83,7% son mujeres y el 60,8% tienen entre 19 y 25 años.
Desde la creación de la primera carrera de psicología en 1956, en la Universidad Nacional de Rosario, y el egreso de los primeros psicólogos en la década del 60 hasta la fecha, hubo un importante crecimiento y desarrollo de la psicología en el país, tanto desde el punto de vista científico como del ejercicio profesional.
"También crecieron los padecimientos cotidianos de cientos de miles de personas con problemas psicológicos derivados de una situación socio económica y familiar conflictiva, que impacta seriamente en su salud mental", dice la licenciada Storni.
¿Puede esta realidad influir también en la elección de la carrera? Para Claudia Messing, licenciada en Psicología (UBA) y psicóloga social, los jóvenes eligen estudiar psicología por el mismo deseo de siempre: ayudar y entender en profundidad a los otros, y entenderse a sí mismos.
"También, muchas veces, con el deseo menos consciente de comprender situaciones y problemáticas psíquicas enigmáticas de su propio entorno familiar", dice Messing, que es terapeuta vincular-familiar y autora de un libro de próxima aparición: "El abordaje vincular-familiar de las nuevas sintomatologías vocacionales".
"En los últimos años, en que se hizo mucho más evidente el impacto de lo social sobre la subjetividad, se renovó el interés por una disciplina que tiene la posibilidad de paliar o aliviar el sufrimiento de las personas", sostiene. A estos objetivos más permanentes se agrega actualmente la posibilidad de insertarse en muy diferentes áreas ocupacionales.
Además de la tradicional área clínica, de niños, adolescentes, adultos y adultos mayores, Messing destaca las áreas laboral, empresarial, forense, judicial, educativa, vocacional, institucional, política, comunitaria, de salud mental, neuropsicológica, de adicciones, de violencia familiar, de mediación, de negociación, de marketing y de opinión pública, entre otras.
La licenciada Sara Slapak, decana de la Facultad de Psicología de la UBA, coincide en que hay áreas en franca expansión como la psicología del trabajo, la psicología de las organizaciones y la psicología jurídica.
"Con la profundización de la crisis, registro un cambio importante en lo que hace al trabajo en psicología clínica, en particular en el ejercicio de la psicoterapia. Hay más profesionales trabajando dentro de los diversos sistemas de salud", dice Slapak.
También destaca que se amplió el interés en los desarrollos de la psicología comunitaria y de la psicología de la salud, que la Facultad de Psicología de la UBA está impulsando en nuestro país desde 1988. "En cuanto a la psicología educacional, tiene el gran desafío de contribuir a mejorar nuestra tan golpeada educación pública", asegura.
La doctora Susana Seidemann, decana de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Belgrano, dice que existe un gran interés por el comportamiento humano y las situaciones sociales que emergen en momentos de crisis. "La psicología ha tenido un gran desarrollo teórico y una ampliación considerable de los campos de aplicación."
A lo largo de las últimas décadas, la psicología fue teniendo una mayor tradición académica y se fueron ampliando las ofertas laborales. Esto redundó en una motivación en aumento hacia la carrera. "La Universidad de Belgrano se caracterizó históricamente por la amplitud, que incluyó la apertura a diferentes corrientes de ideas y modelos teóricos, con una posición de aceptación de las diferencias", dice.
"Por lo tanto, se requieren personas con actitud de apertura, conocimientos de la disciplina en relación con los estándares internacionales y operatividad en los campos específicos". Con la inclusión de la psicología entre las carreras de interés público -artículo 43 de la ley de Educación Superior- se está trabajando en el cambio del perfil del egresado en función de una mayor práctica profesional relacionada con las necesidades del país.
Para Seidemann, si pensamos en todo el territorio, la concentración de psicólogos es excesiva. "Pero a nivel regional, existen áreas que requieren más servicios de prevención, asistencia y rehabilitación, sobre todo en zonas de poca densidad demográfica", asegura.
El lunes próximo/ Ciencia Política y Relaciones Internacionales
Misceláneas
La carrera de Psicología se creó en Buenos Aires en 1957 (en Rosario un año antes) y el primer psicólogo se recibió en el invierno de 1962.
El momento fundacional se remonta a la creación de la Facultad de Filosofía y Letras en 1886, cuando comienzan los primeros cursos de Psicología y Lógica con enfoque forense dictados en la UBA por abogados criminalistas.
Entre los precursores de la psicología en la Argentina se destacan el médico Horacio Piñero, José Ingenieros, Enrique Mouchet y Coriolano Alberini.
El período entre las dos guerras mundiales fue de crecimiento y consolidación para la psicología clínica a nivel global, debido a la necesidad de intervención de los afectados física y emocionalmente. Luego, entre 1945 y 1960, se vio un marcado desarrollo de esta área como una profesión signficativamente importante con el establecimiento de estándares, programas de entrenamiento y principios éticos aplicables a la carrera, que en esa etapa daba sus primeros pasos como tal.
El campo de acción se ha diversificado
Hacen falta nuevos especialistas
Hay carreras que tienen un campo de trabajo muy limitado: no es el caso de la psicología. A partir de los problemas acuciantes que afectan a diario a la sociedad argentina, los profesionales consultados destacan que hacen falta psicólogos que se ocupen de la prevención y asistencia de problemas serios como la violencia en sus distintas manifestaciones, de la deserción escolar, de la población de menores encarcelados, de los índices de baja calidad de vida de la población y tantos otros temas.
Capacidad de empatía
"El psicólogo, por su propia vocación reparatoria e investigadora, necesita desarrollar una gran capacidad de empatía, de conexión emocional consigo mismo y con el otro, de acceso y trabajo permanente con el propio inconsciente y a la vez de identificación con el sufrimiento del otro", dice Claudia Messing.
"Se caracteriza en general por ser un profesional muy comprometido con su profesión y con la realidad que lo rodea, con gran necesidad de actualización, capacitación e intercambio permanentes en su propia disciplina, y también de otras disciplinas, como la filosofía, la sociología, la literatura, el teatro, el cine, el arte y, en general, con la realidad social, política, económica, cultural que le toca vivir", asegura.
Formación generalista
Las carreras de grado optan, mayoritariamente, por un perfil de formación generalista y la especialización en el posgrado.
Durante muchos años, esta formación fue casi exclusivamente privada y en el área de la psicología clínica. Esto está cambiando.
Los planes de estudios universitarios hoy responden a diversos modelos teóricos y se brinda formación en distintas áreas del ejercicio profesional.
Claudia Messing considera imprescindible la actualización en el desarrollo de nuevos abordajes para las nuevas sintomatologías psicosociales, como la apatía, la desconexión emocional, la desmotivación y las dificultades frente al estudio y el aprendizaje, la falta de proyectos y/o la gran dificultad para sostenerlos, las conductas fóbicas, narcisistas, adictivas y violentas, los ataques de pánico y los cuadros depresivos y de ansiedad que presentan jóvenes y adultos de la actualidad.
Oferta y demanda
Honorarios más altos en las grandes ciudades
No existen honorarios similares en todo el país. "En general, los psicólogos de las ciudades más grandes cobran más que los del interior", dice Silvia Storni, titular de Fepra.
En las provincias que tienen colegios profesionales se determina el "arancel ético mínimo", que es el piso mínimo por el que se rigen los colegas para determinar sus honorarios.
Aranceles bajos
"No existe un techo, eso depende de la oferta y la demanda." El valor de la consulta en obras sociales con aranceles mínimos es bajo. "El nomenclador nacional, que registra un atraso de más de 10 años, fija en $ 4,54 el arancel por cada visita individual. Si la sesión es grupal, la cifra es de $ 0,87 por persona", dice Storni, indignada.
Algunas provincias, como Córdoba, renegociaron los convenios y fijaron el precio de la sesión en $ 20 o $ 25, cifra que varía según las jurisdicciones.
Para muchos psicólogos, sin embargo, prevalece el trabajo independiente, es decir, el consultorio y el trabajo clínico. La inserción en los niveles públicos, hospitales, Justicia o educación, es muy difícil, y el ingreso rentado en los dos primeros está congelado desde hace años.
Por Carmen María Ramos Para LA NACION
La Nación: Para los psicólogos, la crisis significa más trabajo, pero no más ingresos
Hay en el país 63.804 psicólogos matriculados y crece el interés de los jóvenes por estudiar la carrera