Según datos de las universidades, cada vez más jóvenes extranjeros eligen hacer una experiencia de estudio en la Argentina, atraídos por el prestigio que conserva el sistema educativo local, la diferencia de costos desde la devaluación y una vida cultural activa y variada.
Sin embargo, la iniciativa de recibirlos no asoma como una política general del país, sino que depende de la decisión de cada universidad.
Los trámites para obtener una visa pueden ser engorrosos y desalentadores para muchas nacionalidades, y escasean los esfuerzos para promocionar en conjunto la oferta educativa en el extranjero.
Como lo demuestran las experiencias de Canadá, Nueva Zelanda o Inglaterra, recibir estudiantes extranjeros no sólo aporta recursos a un país, sino que genera lazos en el largo plazo -que pueden traducirse en negocios-, difunde la cultura y atrae más visitantes.
Son en general las universidades privadas las que montan su propia infraestructura y desarrollan estrategias para recibir estudiantes del exterior -trámites, gestión del alojamiento, actividades culturales y de aprendizaje del idioma-, a la vez que se muestran dispuestas a generar espacios académicos para ellos.
Las modalidades de inserción de extranjeros en las universidades argentinas se han diversificado: desde los que llegan para realizar toda su carrera, hasta quienes cursan un semestre -que luego se les reconoce en su país- y los que eligen programas diseñados por las universidades sobre historia, economía y cultura.
En las universidades nacionales, en tanto, el panorama es diferente: los programas de estudio son más rígidos y abrir las aulas a extranjeros no genera recursos, porque las carreras de grado son gratuitas también para ellos. "Las universidades argentinas tienen voluntad de recibir extranjeros, pero chocan con la rigidez de los programas de estudio. Tendríamos que sistematizar el reconocimiento de materias cursadas en el exterior. Estamos trabajando en eso", dijo a LA NACION el secretario de Políticas Universitarias, Juan Carlos Pugliese.
"La Argentina podría recibir muchos más estudiantes extranjeros, lo que no sólo significa divisas, sino formar gente que luego en el exterior conoce y difunde la cultura argentina", dijo Víctor Beker, director del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad de Belgrano, que tiene 160 convenios con universidades del exterior. La presencia de extranjeros en sus aulas está creciendo: este año recibirán 335 estudiantes, casi el doble de los que vinieron el año último.
Más europeos
"Tenemos asesores académicos y administrativos para manejar todo. Nos encargamos de los trámites, de que tengan alojamiento y hacemos una semana de orientación sobre la Argentina y la universidad", dijo Beker. Entre los visitantes -que en su mayoría pasan aquí un semestre-, crece la presencia de europeos y latinoamericanos, y desciende la de norteamericanos.
En la Universidad de Palermo, en tanto, el 17% de sus estudiantes son extranjeros (unos 1200). Según contó el director de Relaciones Institucionales, Matías Popovsky, en la inscripción de mitad de año, el 39% viene del exterior para hacer sus carreras, particularmente ecuatorianos (hay casi 600), colombianos y peruanos. También llegan por convenios de intercambio, sobre todo de universidades norteamericanas.
"La política es internacionalizarnos. Intentamos que los extranjeros se sientan cómodos y puedan contar una buena experiencia cuando vuelvan a sus países. Con una actividad prolija con ellos favorecemos la marca educación argentina en el exterior", dijo Popovsky.
La Universidad de San Andrés creó, en 2001, un programa intensivo de verano, de cinco semanas, en el que recibe estudiantes con algún conocimiento de español, que aquí perfeccionan. Toman clases de literatura, historia y economía, y tienen actividades culturales y turísticas. Hoy hay 30 estudiantes en esta modalidad, mientras unos 40 llegan para cursar un semestre por convenio.
"En los Estados Unidos, es muy frecuente que se pase un semestre en el exterior, y a muchos jóvenes les interesa venir a América latina y aprender español. En la Argentina, hay un mercado potencial poco desarrollado", dijo Alvaro Fernández Bravo, coordinador de Programas de Español como segunda lengua.
"El Estado debería apoyar a las universidades para difundir su oferta, por ejemplo, incluyéndonos en sus misiones empresarias al exterior. Sería una manera de exportar lo que hacemos como país", señaló.
La mirada desde afuera
Varios estudiantes extranjeros dieron su testimonio a LA NACION.
Wen Wen Kang (Capital Normal University - China): “No sabía casi nada de la Argentina. Vine para mejorar mi español y ahora quiero conocer la sociedad argentina. Estoy estudiando tango e historia económica. Lo más difícil fue conseguir una visa”.
Olof Nyström (Linköping University - Suecia): “Quiero aprender la lengua, que suena muy bien. La cultura es diferente y quiero saber cómo es. Estudio ingeniería y sé que los estudios son de buena calidad aquí”.
Matilla Miranna (Universidad Turku - Finlandia): “Estudio filología española. La mejor manera de familiarizarme con la lengua es venir a estudiar”.
Samuel Bullow (Berry College - EE.UU.): “Estudio economía y quiero saber qué pasó aquí. En los 90, la Argentina fue el ejemplo de política neoliberal y fracasó. Estudié español en Cuba y, también, salsa. Ahora quiero aprender economía, y tango”.
Luis Ramírez Romero (Universidad Autónoma de Guadalajara - México): “Creo que la Argentina tiene una gran potencialidad de gente creativa y con aspiraciones de crecimiento. Me gusta el país y la gente ha sido muy amable”.
Julia Ziesemer (Universidad Católica de Eichstaëtt - Alemania): “Una chica argentina estuvo en mi casa por un intercambio y vine a visitarla. Quiero aprender español. Me sorprende la diferencia en las clases sociales. En Alemania, hay gente con más y menos plata, pero no son de otra clase social”.
Chie Inoue (Kyoto University - Japón): “Estudié castellano en Japón. Estoy haciendo una investigación para comparar el mate y el té japonés. Me sorprende que aquí la educación pública es gratuita”.