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La Nación: Por tercera vez los estudiantes impiden elegir al rector de la UBA

No hay fecha para la nueva asamblea; presentaron otra denuncia judicial

Sin nuevo rector ni salida a la vista para poder elegirlo, la tercera suspensión consecutiva de la asamblea universitaria dejó ayer a la Universidad de Buenos Aires (UBA) encerrada en una situación de incertidumbre sin precedente.
 
En una rutina ya conocida, los asambleístas que ayer a las 9 llegaron a la puerta del Colegio Nacional de Buenos Aires lo encontraron, otra vez, ocupado por grupos estudiantiles de izquierda, encabezados por el MST y el Partido Obrero, instalados allí desde la noche anterior. Los activistas impugnan la candidatura a rector del decano de Derecho, Atilio Alterini, y reclaman la “democratización de la asamblea reaccionaria”.
 
El rector, Guillermo Jaim Etcheverry, reiteró ayer la denuncia judicial que había hecho en el último intento frustrado. Según pudo saber LA NACION, hoy se pondría fecha a la reunión de Consejo Superior que deberá convocar a una nueva asamblea.
 
Dado lo infructuoso que el trámite ha resultado hasta ahora, hay, al mismo tiempo, negociaciones paralelas. Por la tarde, desde el Rectorado se convocó a los decanos a una reunión informal, sin fecha todavía, destinada a “buscar la forma de resolver la situación”. Los partidarios de Alterini desistieron entonces de presentar el recurso de amparo que tenían ya redactado, “para demostrar que estamos dispuestos a hacer los esfuerzos necesarios para que la asamblea se haga”, según dijo un miembro de ese grupo.
 
Mientras tanto, desde el mismo sector se llamó a los decanos de izquierda a una reunión, hoy, en la Facultad de Ciencias Económicas, con la intención de "acercar posiciones", por un lado, pero también de asegurar algún tipo de gobernabilidad, de cara al nuevo rectorado que, eventualmente, deberá comenzar en algún momento.
 
Cuando faltan 18 días para que termine su mandato, Jaim Etcheverry fue ayer blanco de acusaciones directas por parte de los partidarios de Alterini, que lo acusaron de "no querer que la asamblea se haga". La mayoría de los protagonistas -los estudiantes incluidos- ven un escenario de posible desenlace sólo luego del 7 de mayo, cuando termine el mandato de Jaim Etcheverry y deba entonces asumir el nuevo Consejo Superior, que tendrá que elegir un vicerrector y convocar, otra vez, a la asamblea. En ese cuerpo, los partidarios de Alterini tendrán 11 de los 15 votos.
 
Paisaje habitual
 
En el paisaje que se ha vuelto habitual, con las mismas consignas, banderas y acompañamiento de bombos que en las otras dos ocasiones, los estudiantes de la FUBA se ocuparon ayer de dejar en claro que esta toma había sido decidida "en asambleas en todas las facultades" y que era "pacífica".
 
La escena era repetida: asambleístas y personal de la UBA en pequeños grupos en la calle; tensión variable entre los estudiantes; el paso del rector -que esta vez se fue perseguido por movileros y cronistas por la calle Bolívar-, y la lenta retirada de todos ante la evidencia de la nueva suspensión, que recién fue anunciada formalmente pasadas las 10.
 
Esta vez, sin embargo, la tensión creció en dos oportunidades. Primero, cuando el consejero superior por el claustro docente Martín Marcos, ex miembro de Franja Morada y partidario de Alterini, increpó fuertemente a Jaim Etcheverry, rodeados de micrófonos y en vivo para la televisión. Marcos, ex funcionario de la gestión de Oscar Shuberoff, lo acusó de ser responsable de "no ejercer la conducción de la UBA y privilegiar su candidatura a rector".
 
En igual sentido se había expresado momentos antes Alterini, a una cuadra del colegio. "Este bochorno está hartando a la sociedad y afecta la imagen de la universidad", dijo, y acusó al rector de "no tomar las medidas necesarias para evitar la toma. Más que una toma, esto es una tomadura de pelo de parte de grupos que no quieren el ejercicio de la democracia", señaló.
 
El segundo momento tenso se dio cuando llegaron agrupaciones kirchneristas -Movimiento Universitario Evita, La Vallese, Venceremos- que coincidían con la FUBA en el rechazo a Alterini pero terminaron enfrentados, literalmente y en sus consignas. "Pingüino corazón", "Vamos con Kirchner a cambiar la historia", cantaban, en filas engrosadas por la presencia de militantes de Barrios de Pie, que se veían algo desorientados entre los reclamos. "Que se vayan todos", respondía la FUBA.
 
La desconcentración de asambleístas, movileros y manifestantes fue más rápida que en las otras dos ocasiones. Cada grupo partió a su refugio. Los partidarios de Alterini se trasladaron a la cercana Facultad de Ingeniería para dar "contención" a los miembros del grupo, en una reunión que se extendió luego a la Facultad de Derecho. El sector de la izquierda hizo lo propio en la sede de Ciencias Sociales. El rector estuvo reunido con parte de su gente. Los estudiantes, por su parte, iniciarán hoy una consulta para someter sus reclamos a la opinión de docentes y alumnos. Según dijo a LA NACION el dirigente estudiantil Santiago Gima, del Partido Obrero, el 29 de este mes realizarán el postergado congreso de renovación de autoridades, uno de los principales argumentos de quienes los acusan de "usurpadores de la FUBA". 


A largo plazo
 
¿Qué efectos tiene, para cada uno de los actores, el paso del tiempo?
 
"Pensamos que para nosotros lo peor ya pasó y ahora podemos esperar. Todos empiezan a desgastarse", arriesgó un partidario de Alterini, alejando versiones que circularon en estos días de desmembramiento de ese sector, una coalición heterogénea de radicales, peronistas e independientes que algunas veces tembló en estas semanas.
 
En la izquierda prefirieron pensar más en el largo plazo. "Algunos proponen empezar a debatir la reforma del estatuto, porque cuando la asamblea se haga queremos llegar con una propuesta", comentaron. La idea es "trabajar a cuatro años, para consolidarnos como una fuerza de oposición".
 
Para Jaim Etcheverry, que no declina su candidatura, el desgaste es reconocible aun entre quienes lo aprecian. En todos los casos, la imagen que se elige para ilustrar la situación coincide: una espiral de enfrentamiento creciente que, a estas alturas, no permite a nadie ceder.
Por Raquel San Martín De la Redacción de LA NACION

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