Saltar a contenido principal Saltar a navegación principal

La Nación-Sábado 10: Editorial II: Grandes aportes de la biotecnología

Hay una serie de proyectos, tanto públicos como privados, que procuran aportar a nuevos cauces de la biotecnología, ciencia de una formidable capacidad transformadora de la sociedad.

12 de septiembre de 2005, 12:51.

En un sentido general, esta nueva rama de la ciencia dio sus primeros pasos en la mitad del siglo XIX, cuando el monje Gregorio Mendel descubrió el comportamiento genético de las plantas del convento donde vivía y dio lugar así a la famosa ley de Mendel. Continuas investigaciones, bien entrado el siglo XX, permitieron obtener cultivos y animales híbridos que incorporaron productividades antes desconocidas. Maíces, aves y cerdos híbridos, entre otros, fueron protagonistas de una etapa que no ha dejado hasta ahora de mejorar rendimientos físicos y económicos en variadas actividades.
Ahora, a partir del gran descubrimiento del ADN, el código genético de las especies, se va desentrañando el hasta ahora misterioso comportamiento del universo viviente. Los mapas genéticos de las especies permiten introducir modificaciones aplicables a las más variadas expresiones de la naturaleza y la vida humana. La medicina capta diversas expresiones de esta nueva ciencia, entre las cuales se pueden mencionar los anticuerpos monoclonales, el descubrimiento que dio el premio Nobel a César Milstein, aplicado a la cura de ciertas formas de cáncer o también a la medicina legal, por ejemplo, para desentrañar casos de paternidad e identidad.
Entre nosotros, está el llamado "tambo farmacéutico", con vacunos clonados y destinados a la producción de leche de la cual se extrae una hormona que resuelve problemas de crecimiento humano deficitario. La producción del agro tiene expresiones notables en los cultivos transgénicos, entre los que se cuentan la soja, el maíz, el arroz, la colza, el algodón, el girasol y otros, a los que se irán agregando cientos de casos aplicados a la obtención de cultivos resistentes a enfermedades y plagas, o de una composición alimenticia enriquecida.
Nuestro país es uno de los líderes en la aplicación de esta nueva ciencia a los cultivos agrícolas. Por ello, la biotecnología puede, y en todo caso debería, transformarse en protagonista de la carrera tecnológica desatada para obtener grandes frutos.
Expresión de valiosos propósitos es la asociación concretada entre Bioceres, una sociedad integrada por un centenar de empresas rurales, y Biosidus, un grupo investigador de comprobada idoneidad. La sociedad está levantando su centro de investigaciones en Rosario, donde se continuarán e incrementarán proyectos del grupo, destinados a la obtención de nuevas aplicaciones agrícolas.
En el orden estatal, acaba de ingresar en el Congreso de la Nación un proyecto de ley de promoción de la biotecnología moderna, que contempla una serie de beneficios impositivos. Se crearía, a la vez, un fondo destinado a aportes de capital inicial para nuevos emprendimientos. La ley establece un plazo de duración de 15 años, en reconocimiento de los extensos tiempos requeridos por la investigación y aprobación de los frutos obtenidos. El proyecto, sin perjuicio de su mejor estudio en el Congreso y en los sectores especializados, ha merecido buenos comentarios.
Otra rama de los programas por realizar consiste en la asociación de nuestro Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) con Embrapa, el instituto de investigación agraria de Brasil. Areas de interés común, que son muchas, y la magnitud de los esfuerzos requeridos aconsejan este tipo de asociaciones.
El mundo en general y principalmente las naciones desarrolladas están invirtiendo enormes recursos en la nueva ciencia, que nos llega acompañada de patentes y regalías. Si bien su desarrollo aquí no ha de resolver la diferencia existente, representará un aporte inestimable al progreso y el bienestar general. 
 

Contenido relacionado