Se suma a otros recientes anuncios, como la prolongación del Fondo de Incentivo Docente, por el cual el gobierno nacional participa cada vez más con recursos propios en el salario de los maestros, cuya responsabilidad, según la reglamentación vigente, está desde hace una década en manos de las provincias.
A contrapelo de una auténtica política federal, el monto extraordinario de $ 70, que se pagará a fines de este mes, reproduce las discutibles condiciones del incentivo docente: una suma fija por cargo recibida por todos los maestros, estén o no al frente del aula, independientemente de su nivel salarial, de sus capacidades y de sus esfuerzos por mejorar su propia formación.
El beneficio no está acompañado de ninguna exigencia ni compromiso alguno por parte de los docentes y las jurisdicciones por promover reformas que permitan revertir el deterioro que se percibe en las aulas.
A pesar de las mejoras salariales, en un año y cuatro meses de gestión, no se avanzó aún en medidas que sustenten una real jerarquización de la actividad docente. Sólo se queda en promesas y charlas informales con los gremios de los maestros y en la proclamación de los discursos.
Como ejemplo, no despertó mucho entusiasmo entre los jóvenes la propuesta de becar a los promedios más altos del secundario para que sigan la carrera docente, ni está previsto en lo inmediato encarar reformas para fortalecer la presencia de los maestros en las aulas, mediante la modificación de normas extremadamente permisivas que hoy rigen en los estatutos docentes de muchas jurisdicciones.
Tampoco aparece como prioritaria la extensión de la jornada escolar, para sostener el contacto de los niños con el aprendizaje, y falta profundizar la aplicación de sistemas de evaluación de la calidad de la enseñanza con instrumentos confiables e independientes del gobierno de turno.
Mientras están pendientes las reformas y actualizaciones de los institutos de formación docente, y un ritmo más acelerado en la construcción de las 700 escuelas prometidas por el Gobierno, la comunidad espera medidas más efectivas para acortar la brecha que separa al egresado del secundario con la universidad.
Cuando aún no hay demostraciones de que hayan mejorado los niveles de aprendizaje y no se conocen datos que marquen una caída de la deserción escolar, el ministro de Educación acordó una deuda legítima con los maestros, que no los compromete mayormente en acciones que puedan empujarlos a hacer mejor los deberes.
Ante el anuncio mediático de un regalo para el Día del Maestro, presentado por el propio Gobierno como el cumplimiento de una deuda con los docentes, a 116 años de la muerte de Sarmiento queda aún un largo trecho por recorrer y todavía quedan profundas cuentas pendientes con la educación.